Todo aquel que se ha tenido que enfrentar a un juzgado español sabe que no hay nada escrito, que no existe caso ganado aunque se tenga la razón, sobre todo si la pendencia choca con los intereses económicos, financieros, empresariales o políticos. Los ciudadanos españoles saben que la Justicia Europea está tumbando decisiones injustas, injustificadas e interpretaciones contrarias a derecho de los tribunales españoles. Sin embargo, Europa también tiene su parte de responsabilidad. Un ejemplo de ello es la problemática de los interinos. Guerras lejanas, cumbres solemnes, discursos grandilocuentes en Bruselas… todo perfecto para llenar titulares. Pero mientras tanto, la casa sigue sin barrer. La precariedad de los interinos españoles no se arregla, y ahora la mugre ha llegado a Luxemburgo.
El Tribunal General de la Unión Europea (TGUE) ya ha admitido más de veinte demandas de interinos contra la propia UE por responsabilidad extrapatrimonial. Una bofetada judicial que revela lo que durante años se ocultó: Europa sabía del abuso de la temporalidad en España y prefirió mirar hacia otro lado.
Bruselas advirtió en 2005 del abuso de contratos temporales y se quedó allí. La respuesta fue retórica y promesas huecas. Hoy se sigue igual por más que haya una torre de sentencias favorables a las víctimas del abuso de temporalidad: médicos, docentes y personal de todas las escalas de la Administración Pública española encadenando contratos durante décadas.
La primera fue una docente con 18 años en precario. Reclama 65.090 euros en Luxemburgo. Y no es un caso aislado: son decenas los que ya están en los despachos del TGUE.
La Comisión Europea abrió un procedimiento de infracción en 2014. Once años después, el problema sigue intacto. España presume de reducir la temporalidad en el sector privado, pero en el público la tasa supera el 30%, peor que en 2019.
El Estado español se comporta como el peor empleador, y Bruselas, que debía actuar, se ha convertido en socio silencioso del despropósito.
Mientras tanto, el presidente Sánchez se luce en entrevistas en RTVE hablando de liderazgo internacional. España está “en el mapa”, pero en el mapa de la vergüenza laboral europea, con demandas que cuestionan a la propia Comisión.
El TGUE no es prensa local ni sindicato combativo. Es un tribunal que ya ha dado entrada a más de veinte casos donde se cuestiona a la UE misma. Si prosperan, las indemnizaciones serán millonarias.
Europa podrá seguir presentándose como faro moral, pero lo que brillará será la factura por no haber limpiado a tiempo.
El refrán es claro: “la ropa sucia se lava en casa”. Pero aquí llevamos veinticinco años sin poner la lavadora. Y cuando la colada se acumula, ni las portadas internacionales ni los discursos altisonantes sirven para disimular el hedor.