Ni los Hunos ni los Hotros

Hay muchas formas de decirlo y una sola de sentirlo: España es ingobernable a fecha 10 de noviembre de 2019. Y los nubarrones en lontananza no dejan ver el horizonte, ni mínimamente atisbarlo. Aunque, si hay que confiar en el augurio de Unamuno cuando ya sentía muy próxima la presencia de la parca, “España se salvará”. Nadie sabe cómo ni cuándo ni con qué protagonistas, pero después de unas históricas segundas elecciones generales en un mismo año, provocadas por la ineptitud de los representantes políticos españoles para conformar un gobierno, lo único que se viene a bote pronto en forma de titular es que los gurús que vaticinaban un desbloqueo inminente con una nueva llamada a las urnas a un electorado más que harto han fracasado estrepitosamente y deberían presentar su dimisión de forma irrevocable. Ni que decir tiene que también deberían tomar idéntico camino de salida los políticos que también se empecinaron en volver a preguntar a los ciudadanos después de no saber interpretar correctamente el deseo de los españoles el pasado abril.

El batacazo de Rivera da alas a Vox, que consigue ensombrecer el crecimiento de Casado mientras Iglesias y Errejón certifican lo absurdo de la división de la izquierda

Si para algo ha servido esta repetición de las elecciones generales en solo seis meses es para que la arrogancia deje de ser un marchamo inequívoco de ciertos líderes políticos endiosados, a un lado y otro de los bloques ideológicos. Pedro Sánchez sabe ya desde este 10-N que su techo está aquí y que por más piruetas que haga a modo de electoralismo barato con propuestas de cartón-piedra no le servirán más que para evidenciar sus vergüenzas y limitaciones, y sobre todo para darle alas tanto a la derecha moderada como a la ultraderecha, verdadera beneficiada de la hecatombe del gran protagonista de la noche electoral: Albert Rivera. El adalid del supuesto liberalismo de centro, en un país que vota siempre mayoritariamente al centro sin tener un partido de centro, quiso correr demasiado rápido y tocar pelo. Evidentemente, se pasó de frenada hace ya mucho tiempo, y este batacazo de Ciudadanos no es más la constatación de que Rivera ha llevado al precipicio a toda una formación que nació en pelotas y vuelve a quedar en idéntica situación por el empecinamiento de su líder omnipotente. Y lo que es peor: la radicalización de Ciudadanos hacia los postulados conservadores más recalcitrantes -sobre todo con el conflicto catalán- no ha servido más que para ponerle en bandeja a un partido con propuestas ultraderechistas y mensajes claramente fascistas el tercer puesto en el reparto de escaños. Si casi medio siglo de democracia en España ha servido sólo para que definitivamente el mensaje del falangismo se consolide con fiereza en el parlamento de este país, algo muy mal está haciendo su clase política para que la ciudadanía le otorgue su confianza democráticamente pese a sus propuestas claramente xenófobas, racistas y machistas.

Si casi medio siglo de democracia en España ha servido sólo para que definitivamente el mensaje del falangismo se consolide con fiereza en el parlamento, algo muy mal está haciendo su clase política

El subidón de Vox es evidente que se produce por dos factores clave: la exhumación del dictador en plena precampaña electoral y el enquistamiento del órdago independentista catalán. Y sobre todo por el trabajo sucio realizado previamente en su beneficio por Ciudadanos, que ni ha actuado como un partido liberal ni ha servido de bisagra para desbloquear la situación. A río revuelto…

Unidas Podemos es otro de los grandes protagonistas de la noche. Su “no” al ejecutivo de coalición con el PSOE era una apuesta más que arriesgada para sus intereses. Así se ha demostrado, pese a que mantiene el tipo, pero muy a la baja con respecto a los resultados de abril, ya que la irrupción del Más País de Íñigo Errejón en el Congreso de los Diputados le araña protagonismo a la izquierda de los socialistas. Ahora, Pablo Iglesias no tendrá la misma pujanza que en abril para reclamar al líder socialista un gobierno de coalición y tendrá que compartir propuestas para Pedro Sánchez con su ex número dos, Íñigo Errejón.