El PSOE llega a su 41 Congreso Federal a la defensiva, sin ningún tipo de autocrítica de los errores cometidos y sin dar explicaciones de la razón real por la que Pedro Sánchez ha adelantado un año la celebración del principal evento, razón que no es otra que frenar los movimientos de oposición internos que se estaban generando dentro del sanchismo, más allá de Emiliano García-Page y Javier Lambán.
En medio de un escenario en el que Sánchez parece acorralado, el PSOE ha decidido tirar por el camino del cierre de filas y de ponerse a la defensiva frente a los adversarios políticos. En los primeros discursos todo han sido referencias al cada vez más presunto bienhacer de Pedro Sánchez porque, por más que se digan que las cifras dan la razón al gobierno cuando, en realidad, son esas mismas cifras oficiales las que les desmienten.
Ha sido el discurso de Juan Espadas, el cada vez más cuestionado líder del PSOE de Andalucía y quien puede ser la primera víctima del partido por encima de las imposiciones de Ferraz, quien ha determinado que el PSOE está a la defensiva pero que va a la guerra si hace falta. Ayer la ministra Isabel Rodríguez dio la ruta a seguir cuando afirmó «Cuando acabemos con la derecha». Hoy se ha seguido con esa estrategia.
Ya es un clásico que en los congresos del PSOE se haga el listado de los logros de los gobiernos de Felipe González y de José Luis Rodríguez Zapatero, de los derechos sociales conquistados durante esas dos etapas. Eso es incuestionable. Pero lo recuerdan una y otra vez. De la etapa de Sánchez, pues, no hay nada de lo que presumir…, de momento.
Juan Espadas no ha sido una excepción. Como Zapatero estaba en el salón de actos, el líder socialista andaluz ha dicho «de su mano abordamos una amenaza que no era percibida, la del cambio climático, ya lo anunciaba Zapatero en Naciones Unidas y otros espacios internacionales: financiar el desarrollo sostenible, por eso los socialistas creamos la UME, no como la derecha que también lo criticaba».
Por otro lado, se ha referido a la extrema derecha, afirmando que el único modo de vencerla es el BOE, gobernar, pero «gobernar para que no gobiernen ellos», es decir, una visión absolutamente excluyente o patronímica de la democracia.
Mazón dimisión
Antes que Juan Espadas, ha intervenido Diana Morant. La ministra socialista valenciana, evidentemente, acudía a la cita con la tragedia que ha sufrido su tierra. Morant no se ha olvidado de los pueblos afectados, tanto los gobernados por el PSOE como por otros partidos.
«No se puede olvidar el dolor de haberte subido al techo de la nave industrial donde trabajas con miedo a que se rompa. Ellos no lo van a olvidar y nosotros tampoco, porque lo que se olvida deja de existir y todas estas historias deben seguir existiendo para todos nosotros», ha afirmado Morant.
Ha hecho alusión clara a la esperanza «de saber que tu vecino rompe a martillazos el suelo para rescatar a los que estaban en la planta baja». Como no podía ser de otro modo, han llegado las alabanzas a Pedro Sánchez. «Con Ximo Puig no hubiera pasado y menos mal que tenemos a Pedro Sánchez».
Izquierda Socialista
Tras el discurso del secretario de Organización, Santos Cerdán, que ha ido por la misma línea que el resto, por lo que no hace falta reiterar el discurso machacón, el presidente del Congreso, Juan Espadas, ha expuesto a la aprobación por asentimiento el informe de gestión.
Cuando todo parecía que se aprobaba a la búlgara, una mano se ha levantado, lo que ha generado es cierta inquietud e incredulidad. Había alguien con acreditación en el Congreso que se había atrevido a intervenir.
Se trataba de una representante de la corriente Izquierda Socialista, quien ha reclamado intervenir para, tal y como indican los reglamentos y estatutos, debatir ese informe de gestión. «Si no se puede debatir, al menos que quede constancia de ello», ha dicho.
No ha habido debate, como era de esperar en este PSOE de Sánchez y Espadas ha dicho que se tomará nota y quedará constatado. En fin, nada nuevo, como si fuera el Comité Central del PCUS.