Empresarios valencianos creen que Mazón no decretó la alerta roja para no perjudicar al turismo en la fiesta de Todos los Santos

El presidente pudo perder un tiempo precioso en la creencia de que el temporal remitiría y se podría salvar la campaña del 1 de noviembre

25 de Febrero de 2025
Actualizado a las 14:30h
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Carlos Mazón y Salomé Pradas en una imagen de archivo.
Carlos Mazón y Salomé Pradas en una imagen de archivo.

Mientras la jueza de Catarroja estrecha el cerco a Carlos Mazón por su nefasta gestión de la riada de Valencia, crece el secreto a voces de que el poder financiero, el dinero, el empresariado valenciano ha dado ya la espalda al honorable president. ¿Qué ha pasado para que el dirigente que era uña y carne con lo más granado de la floreciente burguesía industrial valenciana haya quedado ahora como una especie de zombi o apestado? El desastre de la dana. Muchos grandes empresarios levantinos no están de acuerdo con cómo se hicieron las cosas en aquellos días negros. Y no quieren saber nada de Mazón. En ese enfriamiento de relaciones pesa sobre todo la desidia que el presidente mostró a la hora de ordenar la alerta roja telemática a la población, una medida que hubiese salvado muchas vidas. Hay empresarios que en petit comité cuentan cosas y deslizan secretos como que Mazón se resistió a apretar el botón, no ya porque estaba entretenido en una comida privada con una conocida periodista valenciana, sino porque tuvo miedo de arruinar la campaña turística del 1 de noviembre, festividad de Todos los Santos y clave para el sector.

La fatídica dana cayó en 29 de octubre martes. El 1 de noviembre, viernes, estaba a la vuelta de la esquina. Había muchos millones de euros en juego y el honorable pudo haber coqueteado con la idea de retrasar la alerta a ver si escampaba. Al menos eso se deja traslucir de los comentarios reservados de algunos empresarios hosteleros, que quieren pasar a la acción y contar cosas. Este dato de la cronología de hechos, inédito hasta el momento, ha sido apuntado también por el periodista Miguel Ángel Campos, sección de Tribunales de la Cadena Ser, aunque sin revelar sus fuentes de información. ¿Pecó Mazón de excesivamente conservador para no arruinar la campaña turística? ¿Aguantó hasta pasadas las siete de la tarde, cuando ya era tarde, para decretar esa alerta roja por dana que todos los informes meteorológicos aconsejaban desde primera hora de la mañana? De ser así, sería muy grave y corresponderá a la jueza de Catarroja determinar qué fue lo que pasó, una vez que cite a declarar al presidente de la Generalitat. Mazón sabía que poner la Comunidad Valenciana en alerta roja significaba que el sector perdiera un buen puñado de millones. Y le pudo o bien el interés crematístico o las presiones de algunos que le pedían que esperara a que la lluvia escampara y la borrasca pasara. Eso explicaría la obsesión de Mazón por convencer a la opinión pública de que la dana pasaría por la tarde rumbo al interior o al norte, una predicción o pronóstico erróneo que, por desgracia para los valencianos, nunca se cumplió.

Las frías relaciones entre empresarios y poder político popular han sido apuntadas por periódicos locales como Eldiario.es. “El poder económico también abandona a Mazón. La debilidad del presidente de la Generalitat tras la dana fuerza a Presidencia a intentar maniatar a los demás resortes de poder”.

También El Economista se hace eco de ese secreto a voces. “El presidente valenciano Carlos Mazón niega un distanciamiento con el mundo empresarial valenciano tras su gestión de la emergencia de la dana y su difícil situación política al frente de la Generalitat. Mazón calificó las informaciones de ‘bulo triple’ durante un desayuno de Nueva Economía Forum en Madrid”.

Según este medio, “el líder popular rebatió las posibles grietas con el tejido empresarial y las principales organizaciones empresariales de la Comunidad Valenciana después de que en los últimos días se hayan hecho públicas las diferencias fundamentalmente entre la patronal CEV y su Gobierno”. “No soy yo conocedor de ningún tipo de alejamiento. Al revés, lo que tenemos que estar todos cada día más juntos”, terció el president.

Para rebatirlo, Mazón incluso mencionó expresamente que mantiene encuentros “frecuentes con primeros espadas de la empresa valenciana, como el presidente de Mercadona, Juan Roig”, según El Economista. “Hablo con el señor Roig a menudo, hablo con el señor Boluda y con AVE, que es una asociación extraordinaria que está captando recursos y ofreciendo ayudas coordinadas, igual que la CEV, igual que con el Consejo Regional de Cámaras de Comercio, con el que estamos trabajando”, añadió Mazón.

En la misma línea va El Salto diario. “La mañana del martes 29 de octubre, apenas un par de horas antes de acudir a la ya célebre comida en el restaurante El Ventorro, Mazón grabó un mensaje en el Palau de la Generalitat en el que daba por terminado el riesgo por las inundaciones. El president afirmó que la tormenta disminuiría su intensidad y se iba a desplazar hacia la Serranía de Cuenca sobre las seis de la tarde, así que no habría que lamentar grandes daños materiales. Era un mensaje exageradamente optimista, dirigido tal vez hacia los potenciales turistas, para que no cancelasen sus reservas hoteleras de cara al puente de Todos los Santos”. Una vez más, como ha ocurrido tantas veces, los intereses económicos pudieron prevalecer sobre los derechos y la vida de las personas. Solo esta versión podría explicar que Mazón se negara a decretar la alerta durante casi todo el día 29. Si se mantuvo en contacto directo con su consellera de Interior, Salomé Pradas, como dice él para cubrirse las espaldas, ¿por qué no le dio la orden de poner en máxima alerta a toda la población? El líder popular defiende que mantuvo hasta 16 llamadas durante tres horas, pero los valencianos siguen sin saber con quién habló ni dónde estuvo. El Grupo Popular, por descontado, se opone a facilitar ese registro telefónico. Quedan muchas cuestiones pendientes que la jueza de Catarroja –convencida ya de que la competencia para ordenar la alerta roja era exclusiva de la Generalitat valenciana– irá despejando poco a poco y como velos de mentiras que caen al suelo.

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