Mar Espinar a Ayuso: “¿Paga usted o es una inquiokupa?”

La presidenta evita explicar cómo vive en dos áticos de 1,8 millones con su pareja imputada y responde con ataques personales, bulos y descalificaciones

24 de Abril de 2025
Actualizado el 25 de abril
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Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid en la sesión de control en la Asamblea
Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid en la sesión de control en la Asamblea

Isabel Díaz Ayuso ha vuelto a convertir la Asamblea de Madrid en un campo de batalla para evitar rendir cuentas. Esta vez, la polémica gira en torno a los dos áticos de lujo en Chamberí en los que reside con su pareja, Alberto González Amador, investigado por corrupción. ¿Cómo puede permitirse ambos inmuebles una presidenta autonómica con sueldo público? Lejos de dar explicaciones, Ayuso respondió con agresividad y ataques personales.

Silencios millonarios y ruido en la Asamblea

“Sigan con el novio, el hermano, el primo… Les va realmente mal”, espetó con desprecio a la bancada opositora. En lugar de aclarar si paga o no por los inmuebles, acusó sin pruebas a otras figuras del Gobierno central y recuperó bulos ya desmontados. Entre ellos, uno especialmente escandaloso: una supuesta fiesta en un Parador de la que no existe ni una sola evidencia. Ni testigos, ni imágenes, ni partes de daños. Solo ruido.

Espinar lanza la pregunta clave: “¿Paga o es usted una inquiokupa?”

La portavoz socialista, Mar Espinar, fue directa:
“El único ascensor social que le importa es el que le ha llevado de su piso en Malasaña a sus dos áticos de dos millones en Chamberí”, afirmó.

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“¿Paga o es usted una inquiokupa?”, insistió, subrayando que “no es amor por la universidad pública lo que usted tiene, sino un interés personal por convertirla en un negocio rentable”.

Espinar denunció también el oscurantismo en la nueva Ley de Universidades: “¿Con quién está compartiendo el borrador? ¿Con los rectores o con los empresarios?”, preguntó con tono desafiante, mientras Ayuso evitaba referirse al tema de fondo y se centraba en atacar.

“Tiene que dejar de intentar ganar dinero con todo lo que toca. Es obsceno”, zanjó Espinar.

Bergerot acusa a Ayuso de esconderse en Ecuador mientras su pareja declaraba

La portavoz de Más Madrid, Manuela Bergerot, fue igual de contundente: “Se fue de vacaciones a Ecuador para tapar la declaración de su pareja por corrupción”, denunció.
Añadió que “las chicas de Nuevas Generaciones deberían tener miedo de coincidir con los ministros o con los Errejones”, ridiculizando el tono despectivo de Ayuso hacia los partidos de izquierda.
Además, ironizó sobre la sobreactuación religiosa de la presidenta tras la muerte del papa Francisco:
“En vida le atacó; ahora finge devoción. No conoce la vergüenza”.

Ayuso: entre el victimismo y el insulto

Fiel a su estilo, Ayuso respondió sin despejar ni una sola de las dudas planteadas. Se victimizó, acusó a la oposición de “machismo de izquierdas” y lanzó una batería de ataques gratuitos:
“Me hablan de robar a mí, cuando es la mujer del presidente la única que se ha lucrado con la universidad pública”, dijo, sin pruebas.
También arremetió contra Espinar:
“Tiene complejo porque a usted no la ha votado nadie. No la eligieron ni los suyos”, y la acusó de estar a las órdenes de “argumentarios escritos en la Moncloa”.

Sobre la polémica ley de universidades, Ayuso se limitó a decir:
“Las universidades nunca han estado tan bien financiadas como ahora. Destinamos el 4% del presupuesto”, obviando que rectores y sindicatos denuncian un recorte encubierto y un impulso al negocio universitario privado.

Una presidenta que no responde

Ni una palabra sobre cómo se pagan los dos pisos de lujo. Ni una cifra, ni una factura, ni un contrato de alquiler. Solo ataques. Solo ruido. Solo desvíos. Y bulos.
Como dijo Bergerot:
“Está haciendo con el ático lo mismo que otros del PP hicieron: pedir a un empresario que pague lo que usted jamás podría costearse”.

La estrategia de Ayuso es clara: convertir la política madrileña en un espectáculo para evitar rendir cuentas. Pero la pregunta sigue ahí:
¿Quién paga los áticos de Ayuso?

Y mientras no se responda, la sombra de la sospecha se hará más grande que los techos de Chamberí.

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