Acabar con la dualidad del mercado laboral. Esa fue la premisa con la que el Gobierno y su reforma laboral plantearon muchos cambios, como la puesta en marcha de una modalidad llamada como Contrato Indefinido para Emprendedores, pero más conocido como el contrato del despido libre.

Esta modalidad de contratación está dirigida a los dos grandes grupos de desempleados en España: jóvenes y mayores de 45 años o parados de larga duración. Las empresas con menos de 50 empleados son las que pueden realizar estos contratos con una duración de al menos tres años. La trampa para el trabajador consiste en que, de esos tres años, el primero es de prueba, lo cual significa que existe la posibilidad de despido a los 12 meses sin indemnización al trabajador.

Por otro lado, las bondades de este contrato son muchas para la empresa. “Por el primer trabajador menor de 30 años contratado, la empresa tendrá derecho a una deducción de 3.000 euros de la cuota íntegra del período impositivo correspondiente a la finalización del período de prueba de un año exigido en el contrato”, según concreta el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). Además, la empresa recibirá bonificaciones al mes por cada joven de entre 16 y 30 años contratados y por cada persona mayor de 45 años. Importe que será mayor año tras año.

Los únicos requisitos para mantener estas ayudas son cumplir los tres años de contrato con el trabajador y mantener el nivel de empleo en la empresa alcanzado con el contrato por tiempo indefinido de apoyo a emprendedores durante, al menos, un año desde la celebración del contrato.

El año pasado se registraron 129.385 contratos indefinidos de esta modalidad y en los seis primeros meses de este año ya se han sellado 82.869, un 34% más que el año anterior. Sin embargo, y aunque parezca una práctica extendida y un gran triunfo de la reforma laboral, nada más lejos de la realidad.

Estos falsos indefinidos se encuentran en situación de precariedad. Muchas son las empresas que refieren no cobrar los incentivos para no cumplir con los tres años de contrato y poder despedir al trabajador gratis el primer año o baratos en los posteriores. De hecho, apenas el 3,3% de los contratos de apoyo al emprendedor optaron en 2015 por disfrutar de la bonificación, según la memoria del Consejo Económico y Social (CES). Eso quiere decir, que muchas empresas se guardan en la manga el poder de despedir a sus trabajadores mucho más barato. Así, prefieren incluso no cobrar incentivos.

El resultado final de estos contratos es que aumenta el número de ellos, de forma leve, pero lo hace. Sin embargo, también es alto el número de empresas que optan por renunciar a las ayudas económicas y que despiden en el primer año al empleado.


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