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Abascal es Don Quijote: ya ve gigantes donde sólo hay centrales térmicas y presas

El líder de Vox no detalla una alternativa clara al problema del agua en España.

Juan Carlos Ruiz
Juan Carlos Ruiz
Periodista y Licenciado en Ciencias de la Información
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análisis

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El sprint final de cualquier campaña electoral siempre está trufado de argumentos cruzados, tensión, lucha por arañar hasta el último voto…pero jamás habíamos asistido a la visión quijotesca que ha poseído al Presidente de Vox y candidato a las elecciones generales del 23 de julio, Santiago Abascal. Deben ser tan grandes los gigantes que acuden a su mente, que ha terminado convencido de que el Gobierno de Pedro Sánchez «ha volado centrales térmicas y derribado presas», cuando cualquier ciudadano, con cierto sentido crítico y en sus cabales, sabe que nada hay de cierto en las fantasías que describe el candidato Abascal.

Pero este épico capítulo no queda ahí. Preguntado por esta cuestión, el líder de Vox, en declaraciones a Europa Press, ha llegado a asegurar que «esas noticias están en todos los medios de comunicación». Otro efecto de los demonios que traen a mal vivir al presidente de Vox. Denuncia, por ejemplo, que «se está desmontando la central térmica de Carboneras y la maquinaria la están llevando para Marruecos».

Lo que no visualiza el candidato

Cabe recordar que el cierre y desmantelamiento de la central se comunicó, por parte de Endesa, el 27 de septiembre de 2019. En ese momento estaba considerada como una de las centrales más contaminantes de España y la primera de Andalucía.

Ese mismo año las emisiones de las centrales térmicas del carbón se relacionaron con 1.529 muertes prematuras y 914 hospitalizaciones por enfermedades cardiovasculares y respiratorias entre los años de 2015 y 2016, según los resultados del informe «Un oscuro panorama: las secuelas del carbón», desarrollado por el Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente (IIDMA).

Otro apunte para la confusión: «El problema es que cuando aquí se derriba una central térmica, se levanta en otro sitio. Aquí se termina con las infraestructuras hidráulicas, cuando en realidad necesitamos muchas más».

La siguiente pregunta sería: ¿Para seguir contaminando? ¿Todavía nadie se ha sentado en Vox a reflexionar sobre lo que, de forma permanente, en los últimos 40 años, viene explicando la comunidad científica, compuesta por profesionales que se han formado, trabajan y cotizan por investigar? Cuando les dejan, claro, cuando no tienen que irse de sus país porque el socio político actual de Vox, el Partido Popular, desmontó lo habido y por haber, recortó sin cordura el presupuesto destinado a investigación y los cerebros se fugaron por la ventana.

La otra idea loca que Abascal ha vuelto a poner sobre la mesa es que desde su formación «nosotros planteamos un plan hidrológico nacional que conecte todas las cuencas y haga lo necesario para que el agua llegue a todos los rincones de España. Lo que no puede ocurrir es que se lancen al mar hectómetros y hectómetros de agua muy por encima de los tratados internacionales mientras se financian infraestructuras hidráulicas en Marruecos».

Llegados a este punto, el Mar Menor es precisamente uno de los ejemplos de lo que no se debe hacer y que el PP, con la connivencia de Vox, ha permitido en Murcia. ¿Quién está vertiendo entonces hectómetros y hectómetros de agua e inmundicias?, ¿quién?.

Zapatero, sumo sacerdote de una nueva religión

Pero puestos a observar hasta dónde llega este aparente delirio, Abascal también ha criticado «el alarmismo climático» que, afirma, «está tomando unos derroteros tremendos». En este sentido ha invitado a escuchar a Rodríguez Zapatero «hablando del infinito y del universo, porque es muy significativo de lo que es una nueva religión con sus sumos sacerdotes. Sus pecados, sus condenas y sus estigmatizaciones».

También ha arremetido contra la Agenda 2030 y ha vuelto a jugar con el miedo, mezclando churras con merinas, al señalar que «la UE está sufragando infraestructuras hidráulicas en Marruecos, mientras en Europa y en España, con la ley de la Restauración de la Naturaleza, se pretende que los ríos sigan su curso sin obstáculos y el agua vaya al mar, algo que, a su juicio, supone el fin para el 50% de tierras cultivables». Esa Ley de Restauración de la Naturaleza que sus socios del PP, en este caso del PPE, no quisieron aprobar y que es una herramienta más en la lucha contra la emergencia climática.

Sobre taxonomía y energía tampoco ha ofrecido grandes nociones, salvo lo que ya sabíamos: «Bruselas ha dicho que la energía nuclear es ahora una energía verde». Y fue una vez más con el apoyo del PP, Vox, la mayoría de Ciudadanos y el PNV que se pronunciaron a favor de considerar ciertas inversiones en gas y nuclear como sostenibles, cuando no lo son, mientras que el PSOE, Unidas Podemos, JxCat, ERC y Bildu se posicionaron en contra de esta nueva clasificación.

A la vista de ese modo de menospreciar los grandes asuntos que afectan a los ciudadanos, como es la emergencia climática o la inseguridad alimentaria, los residuos radiactivos que produce la industria nuclear y su enterramiento, ya son harina de otro costal para el candidato Abascal.

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