Conspiranoicos es el nuevo programa de La Sexta ideado para desmentir y combatir la desinformación expandida por ciertos personajes públicos en redes sociales. El espacio está dirigido por Jokin Castellón, que a la primera emisión ha probado el yugo de las hordas conspiranoicas. El periodista ha tenido que desmentir un bulo que le afecta a nivel personal y que ha sido propalado en Internet: la acusación del youtuber Roma Gallardo de que el programa está hecho a partir de un “ataque de cuernos”, informa La Sexta.
Según el influencer, se habría acostado con la expareja del presentador y este programa, en el que aparece, se habría realizado por los celos del periodista, al tiempo que incitó a sus seguidores a entrar en las redes sociales para hacer mofa de Castellón.
“Dices que te acostaste con ella mientras estaba conmigo...”, le ha respondido el presentador, mientras se señala la pulsera LGTBI que lleva en su muñeca, invitándole a sacar la conversación que asegura haber mantenido con su expareja.
El programa que comanda Castellón promete ser un calvario para él. Podría decirse que ha recibido la primera en la frente, pero el espacio promete enervar a los grupos conspiranoicos que pululan como sectas en Internet. En los últimos años se han instalado en las redes sociales todo tipo de grupúsculos que lanzan teorías descabelladas sobre todo tipo de cosas. Se trata de un auténtico cáncer para una sociedad por lo que tienen de plataformas para la desinformación, la estafa, la violencia verbal y la extrema derecha. Mal lo va a tener el bueno de Jokin para sacar adelante un programa que trata de desmontar bulos y noticias fake divulgadas impunemente sin que el Estado pueda (o quiera) hacer nada para contrarrestarlas con la ley en la mano.
“Lo que ha hecho Gallardo es una táctica habitual de esta gente, que es generar una campaña de descrédito, de odio, de mentiras. Hoy me ha tocado a mí, pero es muy habitual que se ataque por redes a la gente. Gallardo lo ha pedido y ha hecho un 'hashtag”, alegó Jokin.
Históricamente, las teorías conspirativas han estado estrechamente vinculadas a los prejuicios, la propaganda, la caza de brujas, las guerras y los genocidios. El fenómeno viene de lejos. De hecho, se cree que el negacionismo del sida por parte del gobierno de Sudáfrica causó unas 330.000 muertes. La secta Qanon, que ha llevado al poder a Trump y al asalto del Capitolio del 6 de enero en Estados Unidos, es un ejemplo paradigmático de hasta dónde puede llegar el mal. Así mismo, la creencia en teorías de la conspiración sobre los alimentos modificados genéticamente arrastró al gobierno de Zambia a rechazar la ayuda alimentaria durante una hambruna, en un momento en que tres millones de personas pasaban hambre en el país.
Las teorías de la conspiración son un obstáculo importante para la mejora de la sanidad, ya que se oponen a medidas sanitarias como la vacunación, las transfusiones de sangre y el uso de determinados medicamentos. Se han relacionado con rebrotes de enfermedades que habían sido erradicadas por la vacunación. Otros efectos de las teorías de la conspiración son la pérdida de confianza en el método científico, la radicalización ideológica y el auge de la extrema derecha.
Noam Chomsky, estudioso de fenómenos sociológicos, dijo al respecto de este fenómeno: “Si estás en un bar de un barrio pobre y dices algo que a la gente no le gusta, te darán un puñetazo o te gritarán palabras de cuatro letras. Si estás en un club universitario o en una oficina editorial, donde eres más educado, hay una colección de frases que puedes usar y que son el equivalente intelectual de palabras de cuatro letras y rabietas. Una de ellas es la “teoría de la conspiración”, otra es “marxista”, otra es la “equivalencia moral”; de hecho, es una serie de malas palabras sin ningún significado, que son utilizadas por personas que saben que no pueden responder a argumentos, y que no pueden lidiar con las pruebas”.
Los psicólogos suelen atribuir la creencia en teorías conspirativas a una serie de condiciones psicopatológicas como la paranoia (de ahí que también se le denomine “conspiranoia”), la esquizotipia, el narcisismo y el apego inseguro, o a una forma de sesgo cognitivo denominado “apofenia”. También se ha relacionado con los llamados tipos de personalidad de la 'tríada oscura' (rasgos de personalidad del narcisismo, el maquiavelismo y la psicopatía), cuyo rasgo común es la falta de empatía. Sin embargo, la mayoría de los científicos cognitivos consideran que la teoría de la conspiración es típicamente no patológica, dado que la creencia infundada en la conspiración es común tanto en culturas históricas como contemporáneas, y puede surgir de tendencias humanas innatas hacia el cotilleo, la cohesión de grupo y la religión. Una revisión histórica de las teorías de la conspiración concluyó que “las pruebas sugieren que los sentimientos aversivos que experimentan las personas cuando están en crisis (miedo, incertidumbre y la sensación de estar fuera de control estimulan una motivación para dar sentido a la situación, aumentando la probabilidad de percibir conspiraciones en situaciones de estado de alarmas sociales).
Tendrá que aprender el valiente Jokin Castellón a lidiar con esta gente fanatizada y avezada en técnicas de amenaza y extorsión en Twitter. Va con el cargo, pero no es plato de buen gusto.