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Capitalismo y pulsión de muerte

Ángel Martínez Samperio
Ángel Martínez Samperio
Doctor en ciencias de las religiones por la UCM, periodista y escritor
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análisis

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Escribo este artículo en el día de Haloween. Vivos que juegan a estar muertos y a sus muertos honran; vivos que muerte producen; vivos que acarrean muerte moral y todavía no lo saben.

Me asalta una extraña asociación de ideas (ya saben ustedes aquello del Ulises de Joys de “la palabra interior”) con el ya mencionado por mí en una colaboración anterior <<Capitalismo y pulsión de muerte>>, del surcoreano Byung-Chul Han.

Leyendo a ese autor, mucho me temo que la serpiente a que hice alusión en esa colaboración se ha transmutado en “La santa compaña” que va enrolando muertos; en el Conde Arnau de la leyenda catalana, condenado por su crueldad a conducir perros de caza por toda la eternidad mientras él arde en llamas; en “La Cacería Salvaje”, grupo fantasmal de Hebdo res de las leyendas nórdicas.

Y es que <<la pulsión de muerte>> que nos descubriera Freud viene a representar <<aquella forma económica en la que el hombre puede desfogar mejor su agresividad como bestia salvaje>>, dice nuestro autor (p. 12). No debo confundir: No se trata de esa agresividad específica que se produce desde tiempos prehistóricos entre el hombre y su entorno, sino de esa otra extra-específica, sobreañadida, gratuita, exterminadora, que produce un ejemplar humano que en ello va perdiendo humanidad, según nos advirtió Koranz Lorenz en su libro “La agresividad, el pretendido mal>>.

Nuestro autor cita en apoyo suyo al economista francés Bernard Maris, asesinado en el atentado de Chalie: <<La gran astucia del capitalismo consiste en canalizar las fuerzas  destructivas y la pulsión de muerte y reconducirlas hacia el crecimiento>>. Preguntamos: Crecimiento, ¿de qué? En su actuación nos enfrentamos a un maquinismo que actúa “ex machín” de lo humano, desde la sombra, como aquel Schlemihl que vende su sombra al diablo a cambio de un monedero de oro inagotable. Lo compara al melanesio “mana”: <<la fuerza activa que poseen ciertos individuos y generalmente las almas de los muertos y todos los espíritus>>, como lo define Mircea Eliade. Es una energía que actúa desde la sombra para construir en nuestro caso cosas que ponen a los hombres a su servicio. <<El capitalismo se organiza a través de la necesidad y el deseo>>, ambos artificialmente fabricados. ¡Ojo con él!                             

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