jueves, 2mayo, 2024
8.5 C
Seville

CoNATO nuclear

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Melquiades está sentado frente a una mesa. Al fondo, varias pantallas de televisión muestran distintas imágenes del centro dónde trabaja. En una se observa un avión acercarse lentamente a una de las toberas de la terminal. En otra, un largo pasillo solitario en semipenumbra dónde no debe haber nadie por estar cerrado al tránsito. Otra de las imágenes muestra una solitaria cinta para maletas en la que no hay nadie esperando y sin embargo, cada tres minutos, aparece la misma maleta sobre la cinta que recorre despacio en semióvalo y acaba ocultándose en el interior de la nave sin que nadie la haya recogido. Probablemente sea una de las que, por error, se meten en un vuelo equivocado y acaban dejando al pasajero sin ropa que ponerse durante días. Hay muchas imágenes con gente. Desde puertas de embarque repletas de pasajeros esperando que se abra al pasaje, hasta enormes pasillos atestados de personas que miran pantallas, descansan en el suelo o van de acá para allá arrastrando la maleta como quién arrastra la vida.

Melquiades es un tipo afortunado. Y lo es porque, tras un despido doloroso por negarse a realizar jornadas de 15 horas que acabó en un proceso por despido improcedente tras un largo periodo de burlas del inspector jefe, cambios de centro de un día para otro y denigración en sus funciones (en más de una ocasión le mandaron barrer el centro operativo) el juez acabó sentenciando como mobbing, con readmisión inmediata, pago de los salarios de los dos años que duró el proceso y la imposibilidad de volver a ser despedido mientras cumpla escrupulosamente con las condiciones pactadas en su contrato. La empresa a la que pertenecía ya no presta servicios en el aeropuerto dónde Melquiades trabaja, pero la ley obligó a su subrogación por la nueva empresa que se quedó con el contrato.

Melquiades no hace horas extraordinarias, entra en su puesto de trabajo a la hora que le corresponde según cuadrante y lo deja cuando finaliza su jornada. No dobla turnos ni acude a trabajar en sus días de libranza. Su jefe no lo lleva bien. No puede contar con él para evitarse tener que pagar un salario y una cuota de seguridad social más. Melquiades por su parte, hace lo posible por suspender en las pruebas a las que la empresa les somete para evitar que cuando están frente al escáner, se les pase una bomba en una maleta o algo que pueda ser peligroso o esté prohibido que vuele en una bodega de un avión. Y suspende adrede porque el trabajo de escaneo apenas si tiene compensación económica y, sin embargo, requiere una concentración muy exigente y los errores se pagan con la pérdida del plus salarial más cuantioso. Con su sentencia en la mano, él no escanea al no superar las pruebas y se dedica a la vigilancia a través de las pantallas o a dar paseos por la terminal dejándose ver para que sirva de advertencia ante posibles malhechores.

Sus compañeros de servicio están muy enfadados con Melquiades. Los más antiguos, cuando la empresa que le despidió les amenazó con el mismo destino si no doblaban turnos o si no cogían el teléfono en sus días de libranza (cuando reciben una llamada uno de esos días es para presentarse inmediatamente en un centro a realizar un servicio por enfermedad o inasistencia de otro compañero), callaron y pasaron por el aro. Al principio sólo eran unas horas más, luego doblar turnos y al final, como nunca pusieron objeción, han acabado no sabiendo dónde tienen que trabajar al día siguiente ni en qué horario porque no se respetan los cuadrantes.

Cuando Melquiades fue despedido, ellos en lugar de solidarizarse con él, comentaron que le estaba bien empleado por creerse mejor que nadie y por pasarse de listo. Cuando tuvieron que reincorporarle a la fuerza, pagarle los dos años no trabajados y sobre todo respetar las condiciones, y puesto de trabajo para el que había sido contratado, se morían de envidia y comentaban entre ellos que no era justo.

La situación laboral cada día empeora más. Mientras Melquiades tiene puesto fijo y un calendario laboral que le asignan todos los años y que respetan escrupulosamente, a los demás, están empezando ya a no respetarles ni las mínimas horas de descanso dándose el caso de que, en varias ocasiones, habiendo estado de mañana, les llaman a última hora de la tarde para que acudan a realizar el turno de noche.

En lugar de presentar una demanda colectiva contra la empresa, como no quieren dejar de trabajar porque, según dicen no podrían aguantar una suspensión de empleo y sueldo ni de 15 días, siguen tragando y maldiciendo a Melquiades como si él fuera el culpable de sus miserias laborales.

*****

CoNATO nuclear

Empezamos a perder el día que no supimos decir que no al empresario. El día que creímos que el dinero es lo más importante en la vida y nos comportamos como indigentes mentales que trabajan de sol a sol, que no descansan ni los días de libranza, con el único fin de amasar ceros en una cuenta corriente que los bancos usan para financiar negocios horrendos para la humanidad. Una pequeña fortuna que no tenemos tiempo de gastar y que, por tanto, es como si no la tuviéramos. Ahora que le ponen nombre a todo, esto podría llamarse pobreza cicatera.

Como decía la antropóloga y feminista madrileña Yayo Herrero, la política, la economía y la cultura mayoritaria que nos han inyectado en vena a través de las películas y las series de televisión americana, han declarado la guerra a la vida. Aunque creo que somos nosotros los que en verdad nos hemos convertido en soldados zombis del hijoputismo, jodiéndonos la vida y haciendo que lo importante no sea disfrutar del tiempo libre y de los nuestros, sino un trabajo que nos absorbe completamente mientras estamos despiertos y que no nos deja dormir por el estado de ansiedad que nos provoca.

Todo comenzó el día en que uno de nuestros congéneres creyó que ponerse en huelga era una opción que no podía permitirse y, como esquirol, acabó accediendo a los mismos beneficios conseguidos por sus compañeros que si lucharon por conseguir mejoras. La insolidaridad y el egoísmo del ser humano, hizo el resto. Luego fueron dos los insolidarios, más tarde tres y así progresivamente hasta hacer de la mayoría, seres insufribles que creen que las migajas del pan de hoy nunca serán el hambre de mañana y que los derechos se consiguen solos y dios proveerá porque el hijoputismo no existe y todo el mundo es bueno por naturaleza. Acuérdense de aquello que la mayoría decía cuando apareció el COVID “de esta saldremos mejores” y que algunos ya nos apresuramos a aventurar que, como siempre, saldríamos maltrechos y sufriendo las consecuencias de un mundo mucho peor que el que teníamos.

La actual coyuntura política no es sino el resultado del pasotismo del ciudadano del primer mundo que ha dejado que sean los malhechores los que manejen sus condiciones de vida, controlando gobiernos y fiscalizando la legalidad para que se amolde a sus intereses ya que somos tan imbéciles que seguimos creyendo que la sociedad se rige por principios justos y solidarios cuando, en realidad las leyes están montadas como modo de contener y coartar al pueblo y de hacer que los poderosos tengan absoluta impunidad.

La semana pasada los mayores sinvergüenzas de la tierra, se reunían en Madrid. En España y en Madrid en particular, hay decenas de palacios y edificios simbólicos, como el Palacio Real, el del Pardo o el propio palacio de Santa Cruz, sede del Ministerio de Exteriores, dónde podrían haber agasajado a los caraduras con una cena fugaz. Pero no, tenían que convertir el Prado en restaurante exclusivo, dónde además de meterle en el bolsillo al caradura de José Andrés, unos cuantos cientos de miles de euros, tenían que hacer el paripé de posar frente al Guernica, el mayor símbolo contra los horrores del fascismo o frente a “El Abrazo” el cuadro de Juan Genovés dedicado a los abogados laboralistas asesinados por fascistas en 1977. Porque uno de los mayores éxitos del hijoputismo es hacerse con todos los símbolos de lucha contra el fascismo, como si no formaran parte de él.

En esta coyuntura que han creado dónde una cita sanitaria solicitada en junio de 2022 para ver los resultados de una prueba de colonoscopia que se ha de realizar en julio, es para septiembre de 2023, dónde los hijos de los pobres no pueden ni siquiera hacer un módulo de FP porque no hay plazas públicas y sin embargo le meten en la cartera, a los más ricos, un cheque para que puedan pagar el colegio privado que elijan (cheque que por supuesto, gestionará un amiguete de la indigente mental) dónde el gobierno del mayor pagafantas de la historia te dice que vendrán tiempos convulsos y que, como siempre, serán los pobres los que deberemos pagar la receta, siempre hay dinero de sobra para gastarse 50 millones en que los caraduras de esa organización que sólo lleva guerra, destrucción y miseria allá dónde pone el ojo, puedan visitar España como quién va de capea al cortijo de un señorito. En una coyuntura creada para escatimar y dificultar el cobro de pensiones, de ayudas a la subsistencia, dónde las colas del hambre cada día atraen a más gentes, siempre hay dinero para incrementar en un 2 % (25.620.000.000 de €) el gasto militar para que el dueño de un imperio que se desmorona como un castillo de arena ante el sirimiri, pueda amedrentar, acongojar e intentar quedarse con los recursos energéticos y de materias primas de cualquier parte del mundo. Los trabajadores españoles hemos perdido más de un 20 % de poder adquisitivo desde la crisis del 2008. El 13 % de nosotros somos pobres siendo el tercer país de Europa con más pobreza (por detrás solo están Rumania y Grecia) y aún así el pagafantas que preside el gobierno, prefiere regalar armamento a Ucrania, aumentar el gasto militar exigido por los señores de la guerra y dejar a sus ciudadanos una vez más tirados y abandonados como lo están nuestros muertos en las cunetas después de 82 años.

Ante una situación de emergencia climática que, de no poner coto, acabará con la humanidad y con el 90 % de las especies que habitan el planeta, hemos dejado que el mal llamado primer mundo, sea tan imbécil como para dejar que cuatro cromañones con toga, decidan sobre el modo de vida de toda la sociedad. Lo que están viviendo en el centro del imperio con la prohibición del aborto y con el control del principal organismo de la lucha contra el cambio climático para que no pueda fijar los límites de las emisiones de CO2, sólo es una consecuencia de no haberles parado los pies, cuando los del hijoputismo, comenzaron a aplicar lawfare (control de la política a través de los jueces) en iberoamericana y más tarde en España.

Pero no nos equivoquemos. Todas estas medidas de vuelta a la edad media, no sólo son consecuencia de un talibanismo religioso. Todas estas medidas tienen como único fin sostener intactas las cuentas corrientes de los que no salen en la revista Forbes y sin embargo son mucho más ricos y poderosos que los de su famosa lista.

Dicen los medios de incomunicación, adoctrinamiento y aborregamiento que la OTAN se expande para luchar contra el gran peligro llamado Rusia. Pero lo único cierto es que, desde que empezaron con este pulso a China a través de Rusia con la excusa de Ucrania, la inflación se ha disparado, hay escasez de casi todo y varios países como Sri Lanka en los que hay revueltas, atracos y peleas por un litro de gasolina. Se ha dejado a un lado la lucha contra el cambio climático, volviendo al uso del carbón como energía aunque sea contaminante y estamos sentados encima de una bomba que puede acabar con un desastre nuclear que arrase la tierra.

¿Quién nos libra a todos nosotros del peligro mundial llamado OTAN?

Salud, feminismo, ecología, república y más escuelas públicas y laicas.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

2 COMENTARIOS

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
Advertisement
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído