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Debatir no es dialogar

Eva Puig
Eva Puig
Licenciada en filosofía, escritora y terapeuta. Amante de los horizontes. Desde la pandemia, hace humor gráfico como Malika.
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análisis

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Mucho debatimos y poco dialogamos. Debatir es tendencia, o debería decir una nueva manera de relacionarnos a través de las palabras. O tal vez no tan nueva, porque el arte de dialogar nunca estuvo muy de moda. El tema es que hoy en día las redes sociales y la soberanía de un pensamiento sin matices, han acentuado los debates entre sectores que se perciben como opuestos.

Debatir, etimológicamente, significa “combatir”, y combatimos “al enemigo”. Aquél con el que hablamos le ponemos una etiqueta (feminista, machista, negacionista, de izquierdas de derechas…) e identificamos a su persona con un corpus de pensamientos (normalmente dogmáticos). El intercambio de palabras, cuando no de gritos, va a ser para ver quién tiene razón, y no para buscar puentes y matices que nos acerquen. El debate no une, nos separa y abre grietas muchas veces difíciles de salvar.

(Como buena amante de horizontes me gustan los espacios abiertos, abiertos a posibilidades y a ser explorados. Nunca me sentí a gusto con las definiciones. Así que cuando me preguntan si soy feminista, o cuando por ejemplo, durante la pandemia ,me tachaban de “negacionista”, me parecía que todo esto reducía mi persona a una visión demasiado simplista. Toda etiqueta es como un traje que nos ponemos o nos imponen y que nunca es de nuestra talla: o nos queda demasiado pequeño o demasiado grande. .Si alguna definición me gusta es la de “filósofa y poeta”, porque apuntan a una actitud ante la vida y no a una manera de pensar.)

Dialogar va a suponer todo lo contrario. El otro no se nos opone, sino que nos enriquece. Su diversidad es fuente de pensamiento y ensancha el horizonte. “Dia-logos” : a través del logos establecemos puentes donde la verdad no la tenemos ni tú ni yo sino que está en el medio, donde nos encontramos y reconocemos. Lejos de combatir, el otro es amigo que despierta mi curiosidad y con el que puedo estar de acuerdo o no, pero al que nunca identifico con una etiqueta inmovilista. El otro es el misterio que me invita a ir a más allá de mi.

Finalmente..¿quién nos quiere enfrentados y etiquetados? ¿Divididos y peleados entre nosotros? Tal vez identificando ese “poder”, veríamos realmente a quién deberíamos combatir.

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