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El precio de la culpa

Ser un delincuente no pasa factura si eres alguien poderoso y dispuesto a defender ideas populistas

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análisis

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Un alertador (figura clave a la hora de destapar un caso de corrupción) detecta un delito y se atreve a denunciarlo. Después se inicia una investigación. A veces es primero periodística y luego policial. El caso es que: un grupo de personas se ponen manos a la obra para destilar las responsabilidades ante algún tipo de fraude. Si se logran las pruebas suficientes vendrá el juicio y consecuentemente la sentencia.

El aparato del Estado de Derecho, alimentado por un sentido poético, pero también necesario, de la justicia, cae encima de los acusados y la opinión pública los castigará haciendo uso de uno de sus bienes más preciados: el voto electoral. Por otra parte, los compañeros de las personas sentenciadas como culpables les darán la espalda y no querrán tener nada que ver con semejantes delincuentes. Suena bastante lógico, pero la vida real es un poco diferente. En nuestras sociedades parece que ser un delincuente no pasa factura, al menos si eres alguien poderoso y dispuesto a defender ideas lo suficientemente populistas.

Trumpismo

Un ejemplo claro de esto lo podemos ver representado en la figura del que quizá vuelva a ser el hombre más importante del mundo:

Donald Trump. El expresidente de los Estados Unidos ha sido declarado culpable de difamación, abuso sexual y de fraude. Aunque esto no es nada para lo que todavía le espera en los juzgados: como la acusación por alterar los resultados electorales en Georgia; el pago de 130.000 dolares a la actriz porno Stormy Daniels para, probablemente, ocultar la violación de las leyes de financiación electoral; el caso de los papeles de Mar-a-Lago, relativo a la tenencia ílicita de materiales clasificados relacionados con su presidencia; el intento de revertir los resultados electorales de 2020. Y todavía hay más, mucho más. El caso de Trump resulta superlativo. Pero lo que da más miedo no es que sea real, sino que no le pase factura en ningún sentido. El millonario metido a político es la apuesta clara del Partido Republicano, y cada vez cuenta con más apoyos. Que pensarían de él Lincon y el resto de presidentes republicanos que han tenido los estadounidenses a lo largo de su historia; y que pensarían de la deriva que está tomando el partido conservador. Luego está el tema de los ciudadanos que tampoco parecen darle la espalda. Las razones pueden ser muchas, pero Trump es el que es. Es imposible ocultarlo, sobre todo porque ni él mismo lo intenta. El más que seguro candidato del partido republicano se muestra tal cual es. ¿Qué sentido tiene entonces la persecución de los delitos que cometen los políticos más poderosos?

En Madrid

Pero esto no pasa únicamente a la otra orilla del atlántico. En nuestro país tenemos casos para empapelar la muralla china. Por ejemplo, El caso de la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso, que permitió que su hermano obtuviese unas ganancias de 286.000 euros por la venta de mascarillas; en un momento en el que la pandemia mataba de la manera más cruel. Pero ese suceso bochornoso no hizo más que encumbrarla y provocar la destitución de Pablo Casado. Por si fuera poco, el apoyo no le vino solo de su partido. Ayuso renovaría su mayoría en las elecciones a la Asamblea de Madrid en 2023 con una aplastante mayoría.

Periodismo de investigación

Algo parecido sucede con otra dama de la política: Laura Borràs, que, después de ser condenada por corrupción a cuatro años y medio de cárcel, su partido: JuntsxCat le siguió manteniendo todo su apoyo. Lo mismo que los electores, ya que las encuestas pronostican una ligera subida de su partido. ¿Qué es lo que tiene que pasar para que el pueblo de la espalda a quien “la hace”? Han pasado unos años desde que se llevó a cabo uno de los grandes ejercicios de periodismo de investigación en nuestro país por el equipo de Diario.es: el Caso Master demostró que la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, mintió y falsificó su título universitario. Pero aquello no la tumbó. Y a pesar de que tenía enemigos en sus filas, el partido en pleno la defendió. Tuvo que salir un video en el que se la veía robando cremas en un supermercado para que acabase dimitiendo.

La realidad

El caso es que periodistas, fiscales, policía, comisiones de investigación tendrán que seguir haciendo su trabajo. aunque a veces parezca, en nuestro sistema y modelo de pensamiento capitalista, que no sirve para nada. Salvo para demostrar que el Estado de Derecho está bien pensado, pero que, al bajarlo del mundo de las ideas, la realidad se antoja demasiado imperfecta y siniestra cuando se trata de darle a cada uno lo que merece.

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