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“El sueño de Toledo” o el virus de la magia

Sólo en los sueños, en la verdad de la historia y en territorios de magia existen representaciones como ésta.

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análisis

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Sin duda hay múltiples maneras para adentrarse en la verdad de la historia, tantas como actitudes para asumir la vida. Mas solo hay un criterio para sentir el gozo del vitalismo estético, de abrir nuestros sentidos a la luz de la   cultura a través del arte. Arte sin ambigüedades o  vanidades escénicas forzadas hasta convertir el talento en artificios provocados por la mediocridad. “El sueño de Toledo “es la luz del poema de la historia, así, nos adentramos sutilmente en el lar de la belleza. 

Genuina ilusión proyectada del futuro y el presente aun vivo, por falta del perdón que el “aguador implorara” como fin y meta del presente a la joven toledana tan paciente como expectante de la vida vivida y expuesta  en el final  del presente del relato.

Trigales, viñedos, olivares, veredas, torres, campanas, calles, templetes, palacios, palmeras, caballos barco y rio, y el Tajo  siempre presente en la historia.

Genuina ilusión proyectada desde el pasado, y desde el presente siempre anunciando el futuro junto a un lema ser en el estar del tiempo. El mensaje “del Sueños de Toledo “, cobra, al menos en mí un amplio sentido, nos advierte de los intrincados vericuetos mundanos al que se ha de enfrentar el hombre, esos por los que  tu Tajo y Toledo ya has pasado dejando imborrables huellas en vuestros corazones. Más, como Hércules después de su periplo, has regresado a través de la historia sano y  salvo con los tuyos a través del esplendor de la magia de la cultura influida y creada  por la inventiva de Puy de Fou, “la colina del haya o de los locos” .

Con la edad es cada vez más complicado frotarse los ojos ante algo o alguien verdaderamente insólito, fuera de lo común, extraordinario. Es difícil caerse del caballo, como el Apóstol, cuando tienes décadas de vivencias y de conversaciones a tus espaldas. Vives convencido de que tu capacidad de sorpresa está prácticamente agotada.

Acompañando a unos amigos este fin de semana para visitar el espectáculo nocturno de Puy du Fou,  “El Sueño de Toledo”, observé como la oferta nocturna que nos trajo hasta el Tajo, nos atrajo. Sí. Nos atrapó colectivamente. No solo a mi media docena de amigos, sino a los centenares de asistentes que prolongaban un aplauso tras otro, hasta la apoteosis final de la ovación última.  

Descubrí algo de compleja definición: un macro espectáculo -de cuna francesa, por cierto-  que a nadie deja indiferente y es capaz de romper los esquemas hasta el espectador más exigente; desde el niño imberbe hasta la abuela nonagenaria como a los jóvenes matrimonios que constituían el grueso del graderío. 

Sólo en el sueño o en el territorio de la magia deben existir representaciones como ésta. Sientes que si cierras los ojos y duermes en una aventura onírica, tu visión sería más deficitaria que lo que observas y escuchas ante ti. Una inédita coreografía de caballos, jóvenes -chicos y chicas con un armario sin fin de ropajes de época-, luz, arte, proyecciones, drones, música, baile, arquitectura, colores, pólvora, animales, fuego, agua, barcos y palacios de cristal que emergen del río…

Al entrar al parque de Puy Du Fou España escuché un dato interesante; sólo de la ciudad de Barcelona ya han pasado por aquí más de 3.000 visitantes. Desconozco quien parió aquella añagaza política disuasoria de “Cataluña no es España”, si bien la cifra escuchada invita a pensar en positivo de lo que Sí es Cataluña: inteligente e irresistible a la seducción de un espectáculo único a casi 700 kilómetros de distancia. 

Ciertamente el contexto social que vive el mundo no es el más indicado para coincidir en eventos de multitudes. Los responsables del espectáculo han introducido, además de todas las medida legales -incluida la correspondiente limitación de aforo que en términos económicos triturará sus expectativas-  un gran número de cautelas para que opere el milagro. Es el difícil equilibrio entra la fantasía colectiva y la distancia social prudente para no coger lo que no es tuyo. Es, en este punto, también un espacio fantasmagórico de geles, mascarillas, y multiprotecciones. 

Sin embargo, nada más entrar, el miedo o la prudencia se transfiguran en arte y ensoñación.  Es el milagro de la conversión del respeto, a veces, y del pánico al temible Covid, en otras, en una suerte de magia, de alianza soldada entre el espectáculo y el público. Sólo el virus de la magia  recorre tu cuerpo. 

Desde el primer momento en el que una voz solemne, en off, advierte del inicio de la función, el mundo y el corazón se paran para disfrutar de un vértigo apasionado durante más de una hora. 

El sonido, impecable, de estudio de grabación, te transporta a un mundo recóndito y sensorial del que se hace cómplice el silencio litúrgico, sepulcral de un graderío en el que, necesariamente y en contra d lo autorizado, se dispara una permanente salva de fogonazos robados de los teléfonos móviles. 

La voz de un viejo aguador, con su burro y la una joven toledana, dulce y angelical, narra un recorrido por los siglos de la historia de España con sus luces y sombras, sus gestas y miserias, su Siglo de Oro y hasta su confrontación fraterna. 

Todo ello ante un Tajo testigo de bailes y silencios, de hazañas como el Descubrimiento de América o el rico de mestizaje de culturas. Reyes Godos y Cristianos, musulmanes, franceses invasores, cardenales, escritores, pintores… Una prolija galería de siglos y de personajes; desde la turba a la realeza, pasando por las grandes personalidades que han marcado la historia de España. 

El acompañamiento musical es irrepetible. Es la pasarela coreográfica por el que 200 jóvenes actores, a pie y a caballo, enriquecen una puesta en escena por la que los personajes caracterizados superan el millar.
“El sueño de Toledo” es hoy el primer hijo gabacho, apadrinado ya en España, que ha abierto sus puertas los viernes y los sábados por las noches para mostrar el espectáculo cultural a cielo abierto más atractivo de cuantos pueden verse en nuestro país. 

Es, dicen, el preludio anunciador exitoso –encontrar una entrada es tanto como encontrar una aguja en un pajar- de lo que será el año próximo la oferta cerrada del parque Puy du Fou España: cuatro espectáculos diarios, de los que tres son en espacios escénicos interiores con capacidad para cada uno de ellos superior a las 2.500 localidades de asiento y un cuarto, de aves, a la intemperie.

La COVID 19, que tantos destrozos ha hecho en las familias, en los empleos, en la salud, en la economía,  con un reguero de dolor y de muerte ha conseguido frenar casi todo pero –según manifiestan los responsable de este espectáculo- no matará la ilusión de este proyecto cultural que anuncia una inversión de 242 millones desde su inicio hasta el año 2028.

Volveremos el año próximo, Dios mediante.  

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