jueves, 2mayo, 2024
8.5 C
Seville

La ironía del Partido Popular: En el pecado, va la penitencia

Josep Jover
Josep Jover
Abogado especializado en Derechos Humanos de Tercera Generación y gestor de conflictos. Es uno de los juristas más importantes en Derecho de la Unión europea donde ha llevado frente al TJUE novedosos casos
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

En un giro sarcástico digno de las mejores tramas de la política europea, el Partido Popular (PP) y la judicatura española han resultado ser el mejor promotor y aliado de la figura de Carles Puigdemont. Con su incansable campaña, cargada de críticas, falsedades y ataques barriobajeros, el PP no solo ha catapultado a Puigdemont a la fama, sino que, sin querer, lo ha colocado en la cúspide de la influencia dentro del Parlamento Europeo.

Esta estrategia involuntaria ha transformado a Puigdemont en el eurodiputado español más influyente, al borde de recibir ofertas para puestos de liderazgo como la presidencia o vicepresidencia de un grupo parlamentario en la próxima legislatura. En su afán por desacreditarlo, la derecha española ha logrado lo impensable: convertir a Puigdemont en un líder sólido y respetado a nivel internacional.

Ratificando otros informes anteriores, el último informe de influencia parlamentaria de Burson Cohn & Wolfe (BCW), Puigdemont no solo brilla por su controversia, sino que ahora ocupa el tercer puesto entre los eurodiputados más renombrados. Este informe distingue dos formas de influencia: la capacidad para torcer el brazo de la legislación a su favor y el arte de permanecer imborrable en la memoria colectiva de los ciudadanos europeos y en los medios de comunicación.

La campaña del PP contra Puigdemont ha tenido el efecto contrario al deseado. En lugar de marginarlo, han ensanchado su escenario, proyectándolo no solo en los medios catalanes y españoles sino también en la arena internacional. Su figura es ahora tan prominente que las batallas legales y las secuelas del referéndum de 2017 se han convertido en sinónimos de su nombre. Así, su agenda se ha llenado de representantes de los más diversos intereses, desde el movimiento Papúa Libre a los irlandeses del Norte, desde los corsos a los bretones, pasando por los escoceses. Tampoco las cancillerías internacionales le hacen ya ascos.

Además, en las redes sociales, donde las batallas políticas se libran con memes y hashtags, Puigdemont se ha erigido como una celebridad. Es el eurodiputado con más seguidores. Este magnetismo digital, dirigido principalmente a una audiencia catalana, ha contribuido a su status de figura altamente reconocible, dejando en las sombras a otros parlamentarios que se esfuerzan por alejar el foco de Cataluña.

Los primeros lugares en la lista general están ocupados por figuras conservadoras, incluyendo al francés Jordan Bardella, del grupo parlamentario Identidad y Democracia, y Roberta Metsola, presidenta del Parlamento y miembro del Partido Popular Europeo (EPP). Mientras, el índice de influencia parlamentaria, que mide el poder político, está encabezado por el alemán Johan Van Overtveldt del grupo Conservadores y Reformistas Europeos.

Encabezando la lista de influencia pública española, Puigdemont sobrepasa a sus compatriotas con una ventaja notable.

Los rankings, esas medidas empíricas de la política, no solo reflejan la capacidad de un político para influir, sino también la sorna de que, a veces, los adversarios más fervientes pueden convertirse en los más eficaces promotores.

Mientras tanto, el PP debería estar reflexionando sobre la paradoja de sus esfuerzos, que han servido más para solidificar la influencia de Puigdemont que para contenerla. Las últimas algaradas europarlamentarias del PP, VOX y Ciudadanos, solamente han servido para que los altos gestores internacionales se hayan fijado más en él.

Y no olvidemos que el último informe de influencia parlamentaria de Burson Cohn & Wolfe (BCW), es anterior al acuerdo de amnistía, y de que, por cierto, en Europa se llama al acuerdo de investidura de Pedro Sánchez, el “acuerdo de Bruselas”.

Realmente, en el pecado de querer ajusticiar y hundir a un personaje, pagan la penitencia de haberle dado un poder y una influencia que, como presidente de la Generalitat, jamás hubiera tenido.

Su regreso, pues, no es inminente.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
Advertisement
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído