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Llega ‘Gorgonio, comisario emérito’, el libro de relatos cortos policiales de Alejandro Gallo contra los vicios de la posmodernidad

"El cibercapitalismo nos llevará a una sociedad en la que el ser humano sea simplemente un consumidor y donde impere el pensamiento débil", asegura el escritor

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Protagonista de dos novelas y de al menos otros diez casos relevantes de investigación criminal, el comisario Gregorio Llaneza, personaje creado por la imaginación del escritor Alejandro M. Gallo, es el antihéroe por excelencia de la novela negra española. Adscrito al Departamento de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía en Madrid, mide 1,75, le sobra peso, tiene la cara redonda, ojos saltones, poco pelo que siempre lleva revuelto y no desaprovecha ocasión para quejarse y lanzar un taco. De vestir desaliñado, con la gabardina beige siempre hecha un guiñapo, traje gris con raya del pantalón torcida y el nudo de la corbata ladeado, no resulta extraño que su mujer le abandonase hace años por un vendedor de coches. Fumador empedernido, odia las armas, desprecia los procedimientos científicos y basa sus investigaciones en la observación y la inteligencia. Nadie diría al verlo que este madero malencarado, que solo aspira a jubilarse, es uno de los sabuesos más sagaces del cuerpo, una némesis del crimen respetado en medio mundo.

Ahora nos llega Gorgonio, comisario emérito, la recopilación de los relatos más significativos publicados en estos doce años en diferentes medios. Algunos de los cuentos del volumen son New York… New York criminal…; L.A. Discrecional; Asesinato en el Pompidou; CSI España; Muerte en el nido; Black & White; Vallekas Connection; Asesinato en el Molinon; Adiós muñeco; El fantasma de Colombres; y Quilombo sangriento en Buenos Aires. Un libro publicado por Reino de Cordelia con una portada que no dejará indiferente a nadie. Aunque cualquier parecido del comisario Gorgonio con algún famosísimo de la realidad española contemporánea es pura coincidencia…

Gorgonio nació en las páginas del diario El Comercio en junio de 2010, como entregas semanales. Esa colaboración se prolongó dos años. De esa forma, había nacido en el relato breve, como los grandes de la ficción criminal Sherlock Holmes, el Padre Brown o August Dupin. Sus aventuras siguieron en obras colectivas como Malas Calles, Prótesis: detectives raros y Relatos de la otra orilla. Luego saldría su primera novela, La muerte abrió la leyenda, ganadora del Premio Internacional del Mediterráneo y traducida a varios idiomas. Le siguió Matanza de Atocha, 1977: caso abierto, un éxito de crítica y público, además de creadora de una gran polémica.

“Desde Borges a Vargas Llosa, de Pérez-Reverte a Paul Auster… no hay ningún gran escritor que no se haya manchado las manos con la novela negra. Aquellos que la consideran un género menor es porque no han escrito ni una novela buena ni una mala. Hasta tal punto que en muchas universidades se realizan congresos de análisis y estudio del género. Una de las más vanguardistas en este campo fue la Universidad de León, que fue la primera del mundo en organizar un Congreso Internacional de Ficción Criminal de la mano de la profesora María José Álvarez Maurín y su extraordinario equipo”, asegura el escritor en una entrevista con el Diario de León.

Alejandro M. Gallo en una imagen de archivo.
Alejandro M. Gallo en una imagen de archivo.

En sus relatos del comisario Gorgonio, el novelista hace una crítica implacable contra la posmodernidad con sus vicios, frivolidades y deshumanización descarnada. Un revés al pensamiento posmoderno como cultura y filosofía del opulento primer mundo. “El otro día en una entrevista decía Yaris Varoufakis que caminábamos a una suerte de mezcla de sistema feudal y capitalista. Es la alternativa que vemos en el otro lado del mundo, fanatismo religioso, estamentos medievales y tecnología moderna. El cibercapitalismo nos llevará a una sociedad en la que el ser humano sea simplemente un consumidor, donde impere el pensamiento débil y se dé importancia a lo banal en vez de a la necesidad de desarrollarse al estilo de nuestros antepasados griegos”.

Alejandro M. Gallo (León, 1962) es licenciado en Filosofía, Ciencias Políticas y Ciencias de la Educación. Fue oficial del Ejército, jefe de la Policía Local de Astorga y de Langreo y, actualmente, es el comisario-jefe de la Policía Local de Gijón, labor por la que en 2010 fue distinguido con la Medalla al Mérito Policial por el Ministerio del Interior. Su pasión por el estudio de la Memoria Histórica, tanto en el ámbito de la revolución rusa como en el de la guerrilla antifranquista española, se refleja en la mayoría de sus novelas desde que en 2004 apareció la primera de ellas, Asesinato de un trotskista, finalista del Premio Internacional de Novela Negra Umbriel. Le han seguido Una mina llamada infierno (2005) y Última fosa. Revolución del 34: caso abierto (2008), ambas protagonizadas por el mismo personaje, el inspector Ramalho da Costa, alias el Trini, y adaptadas por el propio Gallo a la novela gráfica con dibujos de Julio Cangialosi y Vicente Cifuentes.

Sus últimos títulos han sido Caballeros de la muerte (2007), Operación Exterminio (2009), Seis meses con el comisario Gorgonio (2011), Asesinato en el Kremlin, con la que obtuvo en 2011 el XIV Premio Francisco García Pavón de Narrativa Policíaca, Morir bajo dos banderas (2012), finalista del Premio de la Crítica de Castilla y León, Oración sangrienta en ValleKas (2014) y Franco debe morir (2020). Influido por los escritores del hard boiled norteamericano, los del naturalismo francés, los del realismo mágico latinoamericano, los del barroco y naturalismo español y Leonardo Sciascia se le considera un renovador de la novela negra española de este siglo.

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