El Gobierno ha salvado su trascendental decreto de medidas de ahorro energético con los socios habituales de la coalición. Antes del verano, las relaciones del Ejecutivo de coalición con sus aliados minoritarios parecían rotas. Sin embargo, tras el pleno de ayer vuelve a haber conexión. Los socios han dado una lección de oposición responsable (avalan el decreto, aunque poniendo algunas pegas y peros como que Pedro Sánchez no haya contado con ellos a la hora de elaborar el paquete concreto de medida de austeridad) y a partir de ahora el bloque progresista encara mucho más reforzado la última parte de la legislatura. Todo apunta a una relación más engrasada hasta las elecciones de 2023. Así, el decreto ha contado con el apoyo de PSOE, Unidas Podemos, ERC, PNV, EH Bildu, Más País, Compromís y Teruel Existe, entre otros.
No obstante, con todo, los discursos han estado repletos de advertencias por parte de la bancada de las fuerzas nacionalistas minoritarias. La más explícita, la del PNV. “Nos hubiera gustado que se hubiera discutido con más tranquilidad, pero tenemos compromiso de la ministra que las aportaciones que se están haciendo ahora se van a tener en cuenta en el plan de contingencia”, aseguró Aitor Esteban en el hemiciclo.
Finalmente, el Congreso de los Diputados dio el visto bueno al decreto de ahorro energético del Gobierno, que se tramitará como proyecto de ley de urgencia, gracias a los votos del bloque de la investidura de Pedro Sánchez. En concreto, la Cámara Baja ha dado luz verde a las medidas con 187 síes, 161 votos noes y una abstención. Es decir, una clara mayoría que deja a las derechas en situación de inferioridad. Y esta situación de debilidad se traduce en los comentarios y declaraciones de Núñez Feijóo. El presidente nacional del Partido Popular ha afeado a Sánchez el apoyo del bloque “plurinacional” y anuncia que su partido presentará su propio plan de ahorro energético, un plan con “políticas energéticas” y no “improvisaciones” como las que, ha reiterado, se incluyen en el Real Decreto que ha llevado el Gobierno al pleno del Congreso.
Por tanto, el pacto de estabilidad se robustece y vuelve a haber feeling entre el Gobierno y sus socios, tal como demuestra el hecho de que el Ejecutivo y Esquerra Republicana (ERC), uno de los socios habituales de Sánchez, hayan pactado la nueva Ley de la Ciencia. De esta manera, ERC se compromete a mantener el texto tal como salió del Congreso en la primera fase de tramitación y, a cambio, el Ejecutivo se ha comprometido a reforzar las condiciones de financiación y laborales de los centros públicos de I+D+i. Para ello, la formación independentista votará en el Pleno del Congreso en contra de la enmienda del PP que se aprobó con su apoyo en el Senado y que tenía que ver con los contratos laborales de investigación.
Lógicamente, el Gobierno está exultante. No solo ha salvado una de las leyes más importantes, la que permitirá al país ahorrar energía en un contexto de guerra, sino que revalida el pacto de legislatura. Sánchez se ha mostrado agradecido con sus socios parlamentarios y asegura que “ha triunfado el sentido común” y la “política sana”.
El plan de ahorro energético limita la temperatura de calefacción y refrigeración a 19 y 27 grados centígrados respectivamente en inmuebles de las administraciones públicas, establecimientos comerciales como grandes almacenes o centros comerciales, espacios culturales o infraestructuras de transporte como estaciones o aeropuertos. La norma deja fuera hospitales, centros educativos, gimnasios, peluquerías o cocinas de restaurantes.
En Canarias están contentísimos con las medidas,eso me pareció tras la intervención de la señora Oranas. Pero vds. de d16 en su línea.
La evidencia, la realidad, y la proximidad, deberían, a pesar del trabajo de los medios reaccionarios pretendiendo subvertir los hechos, confirmar el contenido del titular sobre un PP trumpizado y antisistema, que viene apoyando la recuperación electoral de su hundimiento por corrupción en un proceso de confrontación entre españoles, deslegitimación del gobierno y de los resultados de las urnas (de la democracia) desde que lo perdió, y la agitación del peligro y el riesgo como formas de intimidación populista. Oírlos hablar de negociación, centralidad, y moderación, desde entonces y hasta ahora, tras pasar a ocupar el espacio y el estilo de Vox como forma de sostenerse en la política, resulta, cuando menos, esperpéntico. Oírlos comentar como perspectiva de futuro el resultado de su propaganda de confrontación identitaria que logra el efecto deseado a corto plazo en la confrontación territorial, en la que está implícita, tanto en especio político como el mediático, la nula posibilidad de diálogo y negociación, es tan absurdo como efectivo: rota toda opción de análisis y de reflexión, la única posibilidad que queda es la de, como en el caso adultero pillado infraganti, negar la evidencia con insistencia y convicción.