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Maestros de las sombras: los mayores ladrones de arte del mundo

Entre el dinero y el daño, un viaje al corazón de los robos de arte más audaces

Agustín Millán
Agustín Millánhttp://pompona22.wixsite.com/agustinmillan
Foto periodista especializado en manifestaciones y actos sindicales. Desde 2011 fotografiando la crisis más dura de la historia moderna. Responsable de redes sociales de la Cumbre Social España. Fotógrafo con 5 campañas electorales entre ellas la de Manuela Carmena y la de Enrique Santiago en IU Madrid.
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análisis

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En el intrincado laberinto del arte y la cultura, hay quienes persiguen la belleza y la historia con una pasión que trasciende los límites legales. Estos individuos, conocidos como los mayores ladrones de arte del mundo, han perpetrado algunos de los robos más audaces y sofisticados, dejando a su paso tanto admiración como consternación. Nos sumergimos en el abismo de sus motivaciones, explorando por qué se adentran en este peligroso terreno.

Los robos de arte son tan antiguos como el propio arte

La historia de los robos de arte es tan antigua como el propio arte. Desde las guerras napoleónicas hasta la era moderna, la humanidad ha sido testigo de innumerables robos de arte, cada uno con su propio sello de infamia. Pero, ¿qué lleva a estos ladrones arriesgarse tanto por objetos que, a menudo, no pueden venderse abiertamente en el mercado?

La princesa de Clèves. 1526. Lucas Cranach el Viejo

Primero, está la avaricia pura y simple. El arte, especialmente las obras de maestros reconocidos, puede alcanzar precios exorbitantes. Para algunos, el arte no es más que un medio para un fin: la obtención de riquezas. Estos ladrones ven en cada cuadro, escultura o reliquia una etiqueta de precio. Operan bajo la premisa de que, aunque el arte no pueda venderse fácilmente en el mercado legal, siempre habrá coleccionistas clandestinos dispuestos a pagar sumas considerables por posesiones únicas, no importa su procedencia.

Francis Bacon robados en Madrid

Stéphane Breitwieser – Conocido como uno de los ladrones de arte más prolíficos del mundo, Breitwieser robó cientos de obras de arte de museos europeos entre 1994 y 2001, valoradas en más de $1.4 mil millones.

El ladrón de arte más conocido de los tiempos modernos es Stéphane Breitwieser, quien admitió haber robado más de 200 obras de arte. Aquí tenéis fotos de algunos de los objetos que ha robado.

El robo de arte es una forma de protesta contra el sistema

Sin embargo, reducir todos los robos de arte a la simple codicia sería ignorar la complejidad del asunto. Para otros, el robo de arte es una forma de protesta contra el sistema, una manera de rebelarse contra lo que consideran una injusta concentración de riqueza y poder. Estos «Robin Hoods» modernos justifican sus acciones con una lógica torcida: roban a los ricos (museos, galerías, coleccionistas privados) para, en teoría, democratizar el acceso al arte, aunque en la práctica, el arte robado rara vez se hace más accesible al público.

Vincenzo Peruggia

Vincenzo Peruggia – Famoso por robar la Mona Lisa de Leonardo da Vinci del Louvre en 1911. Su robo puso a la Mona Lisa en el centro de atención mundial y contribuyó a su fama actual.

El puro desafío intelectual

Luego están los motivados por el puro desafío intelectual. Para estos ladrones, el robo de arte es un juego de ingenio y habilidad, una forma de probar su astucia contra los sistemas de seguridad más avanzados del mundo. La fama y la notoriedad que acompaña el éxito de tales hazañas es una droga poderosa. La satisfacción no proviene de la posesión del arte en sí, sino de la adrenalina del robo y el reconocimiento de haber logrado lo que muchos considerarían imposible.

La Gioconda, en el Louvre

Adam Worth – Conocido como «el Napoleón del crimen» en el siglo XIX, Worth fue un ladrón de guante blanco que robó la obra «Georgiana, Duquesa de Devonshire» de Thomas Gainsborough de una galería en Londres.

La duquesa de Gainsborough de Devonshire

Un factor menos discutido, pero igualmente significativo, es el deseo de preservación. Algunos ladrones de arte se ven a sí mismos como salvadores de obras que, en su opinión, están mal cuidadas o en peligro de deterioro. Su lógica, aunque defectuosa, es que al robar estas obras, pueden protegerlas de la negligencia o de la destrucción. Esta justificación se enreda aún más con el nacionalismo y la repatriación, donde los ladrones roban arte para «devolverlo» a su país de origen, considerando su acto como un servicio a la patria.

El robo de joyas

The Pink Panthers – Un grupo de ladrones internacionales conocido por sus robos audaces y bien planeados de joyerías, pero que también ha estado involucrado en robos de arte de alto perfil.

The Isabella Stewart Gardner Museum Thieves – En 1990, dos hombres disfrazados de policías entraron en el museo de Boston y robaron 13 obras de arte valoradas en $500 millones en lo que es uno de los robos de arte no resueltos más famosos de la historia.

Dutch Room, Isabella Stewart Gardner Museum, Boston

Además de estas motivaciones, no podemos ignorar el papel de las organizaciones criminales. Para estos grupos, el arte no es más que otro bien que puede ser utilizado para lavado de dinero, como garantía en transacciones ilícitas o simplemente como moneda de cambio. En este contexto, el robo de arte se convierte en una pieza más del complejo rompecabezas del crimen organizado internacional.

Sekula Mitrevski – Un ladrón de arte de los Balcanes que lideró una banda responsable de numerosos robos de iglesias y museos, especializándose en íconos y reliquias religiosas.

A través de los siglos, los mayores ladrones de arte del mundo han demostrado una y otra vez su capacidad para desafiar las normas y burlar la seguridad. Desde el robo de «El Grito» de Edvard Munch, hasta la desaparición de obras de Vermeer, Rembrandt y Degas del Isabella Stewart Gardner Museum en Boston, estos criminales han dejado su marca en la historia del arte, provocando tanto admiración como horror.

«El Grito» de Edvard Munch

Erik el Belga

Rene Alphonse van den Berghe, alias Erik el Belga – Uno de los ladrones de arte más famosos del siglo XX, robó cientos de piezas históricas y obras de arte de iglesias, museos y colecciones privadas en toda Europa.

En última instancia, el robo de arte es un fenómeno multifacético que no puede ser explicado por una única razón. Es el resultado de una compleja interacción entre avaricia, pasión, desafío y, en algunos casos, un torcido sentido de justicia. A medida que continuamos admirando y protegiendo nuestro patrimonio cultural, la batalla contra aquellos que buscan apropiárselo de manera ilícita sigue siendo una prioridad. En este juego de gato y ratón, la sociedad debe permanecer vigilante, protegiendo no solo las obras de arte mismas, sino también los valores y la historia que representan.

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