Cuando en un organismo, sea público o privado, en el equipo directivo o ministerial se incluyen a personas que no creen en los objetivos o en las líneas directrices de un proyecto, éste está abocado al fracaso más absoluto porque esos elementos van a frenar cualquier iniciativa o estrategia orientada al cumplimiento de las bases fundacionales de cualquier organización.

En el Gobierno de España esa persona es Nadia Calviño, quien no está identificada en ningún modo con las políticas basadas en la justicia social que se estiman fundamentales en un gabinete progresista en el que están incluidos prácticamente todas las maneras de entender la política que prioriza el servicio al pueblo a los intereses de las clases dominantes. Nadia Calviño es, en la actualidad, la persona que defiende las cifras macroeconómicas frente a las necesidades del pueblo y, eso, ya sabemos qué significa: sus soluciones a la actual crisis pasan por las mismas recetas que en 2012, es decir, control fanático del déficit que impedirá al Estado aumentar el gasto social.

Si vemos el perfil de las cuatro vicepresidencias nos daremos cuenta de cómo la señora Calviño es la nota discordante en este gobierno y, por coherencia y decencia democrática, su dimisión se hace imprescindible para que las soluciones de la crisis sanitaria pasen por el rescate del pueblo, no de las grandes empresas o los bancos.

Carmen Calvo representa en el gobierno la experiencia en la gestión de un gabinete, el humanismo, el feminismo, el progresismo objetivo y el constitucionalismo, es decir, las características mínimas exigibles a una vicepresidenta de un gobierno progresista que conoce a la perfección cómo llevar la razón de Estado al lugar donde se priorizan los temas que afectan directamente a la ciudadanía y no lo contrario.

Pablo Iglesias representa la ideología académica, la política vista desde el estrado de la Facultad de Ciencias Políticas, la persona que tiene la misión, por su cercanía al 15M, de enlazar las reivindicaciones de la sociedad civil con las decisiones que se adopten en el Consejo de Ministros, es decir, Iglesias representa, en esencia, la transformación de la utopía en decretos ley.

Teresa Ribera, por su parte, es la representante del ecologismo y de la defensa de la naturaleza, un elemento en el que es clave la generación de estrategias progresistas que lleven la transición ecológica a sus máximos exponentes. Ya demostró ese compromiso al derogar el «impuesto al Sol» y el favorecimiento del autoconsumo eléctrico a través de energías renovables.

Sin embargo, ¿qué o a quién representa Nadia Calviño? Su trayectoria profesional, siempre ligada a las instituciones públicas, no se ha definido por la defensa de posiciones keynesianas en las que el gasto del Estado se priorice para favorecer los intereses de las clases medias y trabajadoras o la aplicación de políticas económicas expansivas. Más bien, al contrario. Durante los años más duros de austericidio impuesto por la UE, y que tanto daño hicieron a España y al resto de países meridionales, la señora Calviño ocupó cargos de alta dirección en la Comisión Europea, siendo, por tanto, cómplice con las políticas de austeridad. En 2014 fue nombrada directora general de Presupuestos.

Mientras el resto del Ejecutivo está buscando soluciones sociales a la crisis sanitaria como, por ejemplo, la aplicación de la renta mínima, que hasta ha reclamado una persona como Luis de Guindos, poco sospechosa de ser un «peligroso comunista», la señora Calviño no ha hecho nada para controlar los comportamientos poco éticos de la banca a la hora de conceder los préstamos ICO a las pymes y a los autónomos. Hay que recordar que, en muchos casos, las entidades financieras han llegado a condicionar la concesión de dichos créditos avalados por el Estado a la contratación de productos —principalmente seguros— o a ofrecer préstamos preconcedidos a sus clientes preferentes, según han denunciado las asociaciones de la pequeña empresa, de autónomos o los propios empresarios que se llegaron a encontrar con que el día de la apertura de estas líneas les decían que el dinero ya se había agotado.

Respecto a Europa, de la señora Calviño, a quien sus mentores en la UE —en su gran mayoría socialdemócratas entregados al capital— catalogan como una negociadora muy dura y efectiva, se espera que haga gala de esa dureza para lograr que la respuesta de la Unión Europea tenga como objetivo el rescate de las personas, no de las élites financieras y empresariales. Si tan dura es, ¿por qué no ha sacado aún el «as de bastos» y ha puesto encima de la mesa la salida de España de la UE si no se cumplen las expectativas necesarias para que la ciudadanía española no se encuentre abandonada cuando la crisis del coronavirus pase? A los británicos les salió bien. No hay más que ver las concesiones que Europa le dio a Cameron cuando convocó el referéndum…

En vez de frenar las políticas sociales con planteamientos macroeconómicos, Nadia Calviño debiera centrarse en preparar una estrategia ultra expansiva en la que, como bien dice el presidente Sánchez, «nadie se quede atrás». La priorización de la macroeconomía ya sabemos los resultados que tiene. Ahora ha llegado el momento de la economía social y, desde luego, la vicepresidenta tercera no da el perfil.

¿Está dispuesta a aplicar, junto a la ministra de Hacienda, políticas fiscales justas que hagan que los que más tienen sean los que colaboren de verdad, no sólo con donativos, con la reconstrucción social que será necesaria? ¿Está dispuesta la señora Calviño a aplicar medidas que afectarían directamente a las grandes empresas o a la banca? ¿Qué será más prioritario para Nadia Calviño, un nuevo rescate a los bancos o el rescate real de las personas para que esta vez no haya víctimas? ¿Hizo algo la vicepresidenta tercera cuando, tras la firma del acuerdo de coalición, las grandes fortunas comenzaron a evadir su dinero a Portugal?

Por tanto, si no está dispuesta a garantizar que España dispondrá de todo lo necesario para salir de esta crisis sin exclusiones ni desigualdades, haga falta lo que haga falta, la solución es la dimisión. Ha llegado el momento en que las élites financieras empresariales y financieras se pongan al servicio del pueblo y no al revés que es lo que, hasta ahora, han permitido los diferentes ministros y ministras de Economía de este país.  

3 COMENTARIOS

  1. Hay gente que piensa que la riqueza cae del cielo a golpe de Real Decreto, que la solución para acabar con la pobreza es repartir la riqueza de «los ricos», de «los bancos», de «la iglesia»… Efectivamente, el hurto, el ataque de la propiedad privada, puede ayudar a reducir las desigualdades. El problema está en que elimina los incentivos para trabajar, para crear riqueza y al final acaba todo el mundo pobre. Además de ser inmoral. Las sociedades anónimas son propiedad de personas con nombre y apellidos. Hurtar a las sociedades es echar las manos al bolsillo a muchos pequeños inversores, familias, pensionistas, que han depositado ahí algunos ahorros, el fruto de su trabajo. LIBERTAD, IGUALDAD, PROPIEDAD.

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