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Navidades: la eclosión del gregarismo

Vicente Mateos Sainz de Medrano
Vicente Mateos Sainz de Medrano
Periodista y Doctor en Teoría de la Comunicación de Masas.
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análisis

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Quién salga a la calle en estos días, en cualquier ciudad o población mediana, comprobará —España se hunde— las riadas de personas que circulan por ellas que nos lleva a preguntarnos: ¿de dónde surge esa necesidad irrefrenable de circular, en manada, por los mismos lugares, por las mismas zonas urbanas o naturales, convertidas en <<tontódromos>>? De buscar y hacer todos lo mismo: comprar, ver éste o aquel monumento, paisaje, sentarnos en la terraza o restaurante de moda o, mejor, observar a los demás en sus acciones, gestos y movimientos: que siempre es un espectáculo enriquecedor, visual y antropológico, para quienes no nos gusta sumergirnos en la masa.

El individuo es de las reuniones según teorizó el sociólogo Goffman, que el antropólogo social Malinowski definió como comunión fática, para referir la necesidad de estar juntos sin más motivo que la compañía: sin ningún fin concreto. Comunión fática que surge del roce, de una conversación circunstancial con un desconocido, cuyo sentido es garantizar el contacto, según el lingüista Jakobson, como expresión de la tendencia natural de los humanos a la sociabilidad. Sentirnos arropados por los demás otorga a muchas personas la satisfacción de sentirse en hermandad, de estar haciendo lo propio y correcto que demanda cumplir con el rito que impone el simbolismo festivo; aunque haya que hacer colas eternas para adquirir unas entradas para visitar un edificio o paraje singular, un parque infantil, asistir a un espectáculo, para conseguir una mesa en una terraza o restaurante, para entrar en un comercio o, incluso, para abonar la prenda adquirida.

Espíritu gregario cuyo sumun, desnortado y fuera de lugar por las pasiones desbordadas que cuestan vidas, ha sido el desatado por una victoria deportiva en un país dado a la mitomanía exaltada. Porque cumplir con el ritual forma parte esencial de la comunión fática, bien sea por un pacto entre amigos de toda la vida o por los hábitos festivos y la tradición, siempre basados en la unión de la masa: más grande o más pequeña. Porque hacernos esa fotografía que atestigua que también estuvimos allí, aunque sea la misma foto repetida por centenares de personas, como poner un candado en ese puente donde miles de parejas simbolizan su amor, como otros tantos rituales, nuevos o tradicionales; nos hacen sentirnos incluidos en el colectivo que nos da calor y seguridad.

Aun reconociendo la felicidad que ese comportamiento aporta a muchas personas, prefiero la actitud descrita por Baudelaire con el término de <<Flaneur>>, de observador del comportamiento social de las personas y el ambiente urbano que generan; y sumergirme en la multitud solo por el imperativo que siempre alguien te recuerda: ¡No seas sieso!    

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