La demanda de minerales para producir vehículos eléctricos y paneles solares no puede “desencadenar una estampida de codicia”, ha dicho el Secretario General en la COP29.
“Estamos aquí para responder a un desafío clave: convertir la transición energética en un camino hacia la justicia”, ha señalado António Guterres en la conferencia sobre cambio climático.
“Para los países en desarrollo ricos en estos recursos, esto representa una gran oportunidad: generar prosperidad, eliminar la pobreza y promover un desarrollo sostenible. Pero con demasiada frecuencia, este no es el caso”, ha advertido. “Demasiadas veces vemos cómo se repiten los errores del pasado en una estampida de codicia que aplasta a los más pobres”.
La prisa por obtener recursos ha llevado a la explotación de comunidades locales, al atropello de derechos y a la destrucción del medio ambiente. “Vemos a los países en desarrollo relegados al fondo de las cadenas de valor, mientras otros se enriquecen con sus recursos”, se ha lamentado.
En Bakú, el máximo responsable de la ONU, ha destacado que el año pasado, por primera vez, la cantidad invertida en redes y energías renovables superó la inversión destinada a combustibles fósiles.
Se espera que la demanda de minerales críticos para la transición energética- como el litio para los vehículos eléctricos y el selenio para las placas solares- aumente considerablemente, si los gobiernos cumplen con su compromiso de triplicar la capacidad global de energías renovables para 2030, y eliminan gradualmente los combustibles fósiles, ha apuntado Guterres.
La paradoja de las materias primas
Los países en desarrollo desempeñan un papel crucial en la cadena de suministro global de minerales y metales críticos para la transición energética, pero enfrentan la falta de financiamiento y capacidades de inversión.
Por ejemplo, África posee más de una quinta parte de las reservas mundiales de una docena de metales necesarios para la transición energética. Sin embargo, los países africanos sólo poseen el 1% de la capacidad fotovoltaica instalada a nivel global y se estima que generan solo alrededor del 40% de los ingresos que podrían potencialmente obtener de los minerales críticos.
Además, ningún país africano o latinoamericano es un actor importante en la fabricación o el comercio de cátodos o materiales para baterías de vehículos eléctricos.
Esto, “vuelve a evocar la paradoja de las materias primas: si bien son una gran fuente de riqueza, a menudo vienen acompañadas de una trampa de desarrollo, un ciclo de vulnerabilidad y una fuente de desigualdad para las economías más frágiles del mundo”, explica Rebeca Grynspan es Secretaria General de Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas (UNCTAD).
Además, las inversiones globales en estos minerales no están siguiendo el ritmo de la creciente demanda. En parte, por esta razón, los niveles de producción actuales son insuficientes.
Para cumplir los objetivos de emisiones netas cero en 2030, es probable que la industria necesite unas 80 minas de cobre, 70 de litio y níquel, y 30 de cobalto.
La inversión total necesaria para estos proyectos entre 2022 y 2030 oscila entre 360.000 y 450.000 millones de dólares, lo que deja un posible déficit de financiación de 180.000 a 270.000 millones de dólares.
Errores del pasado y la prisa por los recursos
Ante los llamamientos a los países en desarrollo para tomar medidas, el Secretario General ha establecido un Panel sobre Minerales Críticos para la Transición Energética.
El último informe del Panel identifica siete principios voluntarios y cinco recomendaciones concretas para integrar la justicia y la equidad en las cadenas de valor de minerales críticos.
“Estas iniciativas buscan empoderar a las comunidades, crear mecanismos de rendición de cuentas y asegurar que la energía limpia impulse un crecimiento equitativo y resiliente. Esto incluye avanzar en esfuerzos para asegurar que el máximo valor se genere en los países en desarrollo ricos en recursos”, ha explicado Guterres. También ha indicado los países en desarrollo liderarán este proceso, con la participación en las discusiones de pueblos indígenas, comunidades locales, jóvenes, sociedad civil, industria y sindicatos, junto a los gobiernos.
“También avanzaremos con el marco recomendado de trazabilidad, transparencia y responsabilidad global para toda la cadena de valor de los minerales. Esto ayudará a impulsar una producción responsable, protegiendo los derechos humanos y el medio ambiente”, ha añadido.