«Hace años veía la 'Gran Coalición' como una aberración, ahora es urgente»

Cuarta parte de la entrevista al escritor y analista José Antonio Gómez, director de la edición digital de Diario16+

23 de Febrero de 2025
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Entrevista JAG 04 Hace Años
José Antonio en el lugar donde se realizó esta entrevista | Foto: JAG

José Antonio Gómez, en la tercera parte de esta extensa entrevista, hizo un amplio análisis respecto a las razones del rechazo ciudadano a Pedro Sánchez y sobre la crisis de la vivienda. En esta cuarta entrega, trataremos sobre la Ley de Amnistía y sobre la posibilidad de un gran pacto PSOE-PP

Usted, que se considera una persona de ideología progresista, ha sido durísimo en sus artículos con la Ley de Amnistía

Es que es una ley inconstitucional y, en consecuencia, ilegal. No se trata de una interpretación o de un análisis mío. Lo afirmó con rotundidad el propio Ministerio de Justicia de Sánchez, lo confirmó el propio Letrado Mayor de las Cortes. Además, lo defendió el propio Pedro Sánchez 48 horas antes de las elecciones del 23J. Tuvo una epifanía como la de Pablo de Tarso camino de Damasco, pero él no vio la luz, sólo los votos de Carles Puigdemont.

Vuelvo a lo mismo de antes. La sociedad española no está preparada para entender la profundidad de una medida como es la amnistía. No se trata de dejar de mirar atrás, como dice Sánchez, sino que está demasiado reciente. A esto hay que añadir que comete un error muy grave al copiar los mismos argumentos que aquellos que están en contra de la derogación de las leyes de amnistía de la Transición que salvaron por igual a los represaliados por la dictadura que a los represores y los torturadores. Sánchez habla de concordia, de que es hora de pasar página. Es decir, lo mismo que dicen quienes están en contra de las leyes de memoria histórica. Esto te demuestra lo miserable que es Pedro Sánchez. Hará y dirá lo que a él le proporcione beneficios.

Sin embargo, la Comisión de Venecia dio el visto bueno a la amnistía…

Eso es falso. Lo único positivo para Sánchez del dictamen de la Comisión de Venecia fue la afirmación de que no iba en contra del Estado de Derecho. A partir de ahí todo es un golpe detrás de otro. No olvidemos que se trata de un organismo que forma parte de la Comisión Europea y fue muy claro cuando afirmó que la Ley Sánchez de Amnistía no cumple con una serie de estándares democráticos que son fundamentales para la Comisión de Venecia, empezando por el marco de aplicación, que el dictamen consideró muy difuso.

Sin embargo, no se quedó ahí, dado que la Comisión de Venecia indicó con una rotunda claridad, para no dejar margen a la interpretación de los órganos de propaganda sanchistas, que las medidas de gracia en una democracia son impersonales, jamás personalistas, razón por la cual los criterios aplicados no deben estar condicionados por la situación de una persona concreta. En este caso, la del prófugo de la Justicia y socio de Sánchez, Carles Puigdemont.

Además, la Comisión de Venecia reveló la estafa democrática que aplicó Sánchez, dado que no dejó lugar a la duda cuando se refirió a que este tipo de leyes, en el ámbito de una democracia de la Unión Europea, deben aprobarse con mayoría cualificada, es decir, tres quintas partes del Parlamento, y no sólo por mayoría absoluta. Es decir, Sánchez quiso colar una normativa de carácter constitucional como una ley normal.

¿Cree que prosperarán los recursos en el Constitucional o las cuestiones prejudiciales en la Justicia europea?

Por el bien de la democracia española, espero que así sea.

Pero eso podría significar la caída del gobierno y un adelanto electoral…

Eso podría significar la caída de este gobierno pero no tiene por qué conllevar un adelanto de las generales. Además, falta tiempo para que Europa diga su última palabra.

No entiendo, ¿cómo puede caer un gobierno y no convocarse elecciones?

La democracia es un sistema político muy flexible si los políticos tienen la intención de trabajar en busca del bien común. Si se coloca el corsé del sectarismo, entonces, es evidente que la caída del gobierno de Sánchez deriva en un adelanto electoral. En cambio, si Sánchez fuese el líder que sólo él y sus palmeros cree que es, sabría que tiene un camino por el cual podría pasar a la historia de España como un estadista. Ahora sólo es un tipo que pasaba por ahí y cuyo oportunismo le colocó donde está.

Sé por dónde va, ¿de verdad cree que en España funcionaría un gobierno de «gran coalición»?

Hace años veía esa posibilidad como una aberración. Sin embargo, el análisis de lo que ha sucedido en la política española desde la segunda legislatura de Zapatero me ha convencido de que, en la actualidad, es la única salida para que la democracia española no se caiga. Cuando estalló la crisis de 2008 se culpó al bipartidismo y, en parte, ese análisis tenía una buena parte de razón. Se reclamaba una mayor presencia de otras formaciones políticas en el Parlamento y los españoles así lo determinaron en las elecciones de 2015. Atomización absoluta, entrada en el parlamento de la extrema izquierda, refuerzo de los independentistas, y, posteriormente, convivencia parlamentaria de la extrema izquierda con la extrema derecha con grupos parlamentarios propios. Sin embargo, esa atomización ha derivado en crispación absoluta generada desde ambos extremos. No sólo ha sido Vox, no hay más que recordar la cal viva que Pablo Iglesias Turrión le espetó al PSOE.

España ha tenido la mala suerte de tener gobernantes nefastos. No ha habido ni uno bueno y no sólo desde la Transición, sino a lo largo de toda su historia. Tras la crisis de 2008 se demostró que la clase política hizo lo contrario de lo que necesitaba la ciudadanía. Desde 2016 prácticamente no se ha avanzado nada. Las familias de clase media y trabajadora siguen igual o peor que entonces. La parálisis de la política por sus luchas ideológicas no hace más que afectar a los ciudadanos que ven que nadie da respuestas eficaces a sus necesidades más imperiosas. Luego se quejan de que crece la extrema derecha, pero nadie se mira a sí mismo ni hace autocrítica. Se culpa a los de enfrente y eso es absolutamente irresponsable, porque el monstruo está ahí y está ganando.

España necesita de reformas muy profundas, empezando por la de la Constitución, que sólo serán posibles desde un gobierno de gran coalición, independientemente de quien lo lidere.

 

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