Tras la muerte del Papa Francisco, el gobierno de la Iglesia recae en el Colegio de Cardenales, liderado por el Camarlengo, quien se encarga de la administración de los bienes del Vaticano y la organización del cónclave. En este caso se establecen nueve días de luto.
La palabra cónclave proviene del latín “cum claves” que significa “bajo llave”. Esto se debe a que, durante la elección de un nuevo obispo de Roma, los cardenales eran encerrados hasta que tomaran una decisión. Y aunque esto ya no es así, debido a una reforma realizada por Juan Pablo II, los cardenales residen en la Casa de Santa Martha y se les prohíbe el contacto con el mundo exterior mientras se ponen de acuerdo.
El cónclave es la reunión secreta que se celebra en la Capilla Sixtina y a la que asisten los cardenales menores de 80 años para elegir al nuevo Papa.
En este sentido, se espera que acudan a Roma más de 120 cardenales que deberán reunirse en dobles jornadas de mañana y tarde para decidir el nombre del nuevo Sumo Pontífice. Durante el cónclave se hacen votaciones secretas: una el primer día, y al menos dos en los días sucesivos, por la mañana y por la tarde.
En cada votación dos maestros de ceremonia distribuyen papeletas, que son las únicas personas ajenas a los cardenales que se admiten en las sesiones. Al azar, se eligen nueve cardenales: Tres para contar los votos, tres para recoger los votos de los cardenales enfermos, si los hay, y tres más para verificar el trabajo de los escrutadores.
Cada papeleta tiene escrita la frase en latín “Eligo in Summum Pontificem” que significa “Elijo como Sumo Pontífice”, y en la parte de abajo deben de escribir el nombre de su elección.
Antes de depositar su papeleta en el cáliz, cada cardenal debe de caminar hacia el altar, alzar su voto y decir: “Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien, en presencia de Dios, creo que debe ser elegido”.
Cuando se depositan todas las papeletas, se mezclan y se cuentan, para demostrar que coincidan con el número de cardenales presentes. Se abren las papeletas una por una, las inspeccionan los cardenales y luego se dice el nombre depositado en voz alta.
Fumata negra o blanca
Cada papeleta se cose con aguja e hilo a través de la palabra "Elijo". Si no hay una decisión, las papeletas se queman, con aditivos químicos para que el humo sea negro, y si después de 13 días no hay una decisión tomada, los cardenales hacen una pausa de reflexión.
Un día más tarde se procede a una nueva votación con los nombres de los dos cardenales que más votos obtuvieron la noche anterior, sin que éstos emitan un voto, aunque permanecen presentes. Si se alcanza una decisión, las papeletas se queman con paja húmeda para hacer el humo blanco que anuncia la elección de un nuevo Papa.
¿Cómo se nombra a un nuevo Papa?
Una vez que hay un cardenal elegido como el sucesor de San Pedro como máxima autoridad del Vaticano, se le pregunta al ganador de la votación si acepta el cargo como Sumo Pontífice y, en caso de ser afirmativa su respuesta, cuál es el nombre por el cual quiere ser conocido durante su papado.
Es una vez que se hace la elección del nombre, el resto de los cardenales le juran fidelidad para luego rezarle una oración. Es en ese momento en que los fieles que se encuentran en la Plaza de San Pedro pueden ver la columna de humo blanco que les indica que ya hay un nuevo Papa.
El cardenal protodiácono sale al balcón para decir en latín “Habemus papam”, y el nuevo Papa aparece para realizar su primera bendición Urbi et Orbe.