Tan solo dos de cada diez jóvenes (19%) logran emanciparse en España, según un informe publicado por el Consejo de la Juventud de España. Estos datos, sumados al hecho de que, entre 2011 y 2020, el porcentaje de propietarios menores de 35 años con una vivienda ha pasado del 69,3 % al 36 % ponen de relieve la falta de solvencia que impide que los jóvenes accedan a la vivienda, una situación que no hará sino agravarse como consecuencia de la inflación y la subida de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo.
Vivienda
La tasa de emancipación en el segundo semestre de 2021 subió 0,7 puntos porcentuales respecto al semestre anterior hasta situarse en el 15,6%. Una persona joven debía dedicar 3,8 veces su sueldo neto íntegro para poder sufragar la entrada de una hipoteca de la vivienda media en España (170.000€) cuando una persona joven con condiciones laborales estables solo podía permitirse hasta 100.000€ sin sobreendeudarse.
Parece que la única salida de la juventud era el alquiler, sin embargo, la creciente subida de los precios puso a la juventud en serios apuros: el precio medio del alquiler en España ascendía a 848€ mensuales, mientras que una persona joven solo podía destinar 320€ al mes para el alquiler sin sobreendeudarse.
Brecha de género
La parcialidad afectaba a casi el doble de mujeres que de hombres jóvenes (33,7 % frente al 17,8 %, respectivamente). Además, era una parcialidad en su mayoría involuntaria, lo que demuestra que seguimos teniendo ese «suelo pegajoso» que impide que estemos en igualdad de condiciones que nuestros compañeros varones. La subocupación también hace situarnos a la cola de las menos afortunadas.
La brecha de género en cuanto a emancipación se redujo entre mujeres y hombres, las jóvenes se emancipaban más, a pesar de que seguían sin poder hacerlo en solitario. Solo el 13, 8% de las mujeres estaban emancipadas en solitario, frente al 26,9 % de los hombres jóvenes, casi la mitad.
Es lo que hay, aunque la propaganda consiga, mediante la creación de marcos que retuercen la realidad, como el de los inversores construyendo riqueza (por beneficios) y trabajo (por su compra al menor precio posible), que dejemos en sus manos; como venimos haciendo desde la revolución conservadora, en los 80, hegemonizando el neoliberalismo hasta que explotó en 2008 en la Gran Depresión; nuestro futuro y nuestras esperanzas.
La realidad es la que es, y el desarrollo técnico-científico, que ha puesto la producción, mundial y local, en niveles inimaginables elevando el PIB a niveles insospechados, no se ha filtrado, como era de esperar, a los salarios sino que ha sido acaparado por los beneficios y el capital. Vivimos mejor relativamente a como se vivía con una carencia de medios de producción incomparable, pero mucho peor de lo que corresponde a un mundo en donde las operaciones financieras de los mercados multiplican por 4, como forma de transformar dinero en más dinero sin producir nada, los bienes que se obtienen en la economía real.
El patrón neuronal de los inversores solo tiene como objetivo la multiplicación exponencial del capital y no pensó, ni pensará jamás, en otra cosa que contar a final de ejercicios lo más cortos posibles, en dinero, el resultado de sus inversiones.