miércoles, 1mayo, 2024
18.9 C
Seville

Una exposición del fotógrafo Marcial Guillén sobre inmigrantes en pandemia llega a la Semana Negra de Gijón

'El chalet, confinados en la vieja normalidad' retrata la vida de un grupo de migrantes en un edificio a medio construir de Murcia

- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

La obra del fotógrafo Marcial Guillén (Archena, 1971) llega estos días a la Semana Negra de Gijón. Bajo el título El chalet, confinados en la vieja normalidad, la carpa principal recoge un conjunto de imágenes e instantáneas sobre un grupo de inmigrantes que, en lo peor de la pandemia, y en medio del estado de alarma, se asentó en un edificio en construcción del barrio San Pío X de Murcia.

La vida en condiciones penosas de los migrantes sin papeles ha sido un tema recurrente a lo largo de la carrera profesional del murciano Marcial Guillén, reportero gráfico que durante años trabajó en La Opinión de Murcia y que hoy ejerce el periodismo en la agencia Efe. Inmigrantes sin hogar vagabundeando en busca de trabajo por los campos de Cartagena, inmigrantes reclutados por furgoneteros desalmados que contratan esclavos al alba para ir a trabajar a los invernaderos, inmigrantes en la cola del paro, inmigrantes excluidos y recluidos en el gueto, inmigrantes en fin, olvidados por los políticos, por las instituciones, por el sistema. Ese ha sido el material que ha trabajado uno de los veteranos del reporterismo gráfico de la gran escuela murciana.

Marcial Guillén siempre se acercó a ese asunto, el de la transformación de nuestro país hacia la multiculturalidad, con una mirada profunda, quirúrgica, casi de activista social que ha denunciado el caos de una inmigración descontrolada y caótica hasta ocasionar grandes bolsas de pobreza y de marginación social. Allá donde no llegaban los servicios sociales, allí estaba la cámara de Guillén para hablar por toda aquella gente abandonada a su suerte en Murcia, en Cartagena, en Lorca, en tantos rincones de la geografía murciana. Allá donde se intentaba tapar la realidad, allí estaba su Nikon para ponerla al descubierto.

Varios momentos de la exposición en la Semana Negra de Gijón.

Durante la pandemia, miles de personas de otros países sufrieron con más crueldad si cabe el zarpazo del virus. Donde no había higiene, luz, agua potable, alimentos o médico la posibilidad del contagio era todavía mayor. Guillén pudo haberse quedado en casa, dejando que pasara el Estado de Alarma, pero decidió coger su cámara y poner el objetivo allá donde había una historia humana que contar: en un edificio medio en ruinas donde se hacinaban inmigrantes en condiciones lamentables. Y no lo hizo solo un día. Durante tres meses estuvo pasando por el mismo lugar y obteniendo fotografías en una especie de gran reportaje vivo, en evolución y en movimiento. De esta manera, completó una historia no inmóvil, sino a lo largo del tiempo, y puso cara a aquellos a los que el poder había decidido tratar como invisibles, como parias, como fantasmas. Los apestados a los que en medio de la plaga del coronavirus nadie quería ver.

El fotógrafo Marcial Guillén.

Marcial Guillén, que ha firmado imágenes en The Guardian, The Times, The Washington Post, The New York Times y Le Figaro y es miembro fundador y directivo de la Asociación de Informadores Gráficos de la Región de Murcia, asegura que nunca podrá olvidar la primera vez que vio a uno de los habitantes de aquel chalet de la pobreza, un inmigrante senegalés que trataba de asearse a duras penas, con algo de jabón, frente a un cubo de agua. “El Estado de Alarma obligó a una cincuentena de inmigrantes irregulares que vagaban por las calles, sin alternativa habitacional, procedentes de varios países del centro y norte de África, a refugiarse en la estructura de hormigón de un edificio abandonado, a medio construir, un vestigio de la burbuja inmobiliaria de 2008 en España resultante de la crisis financiera mundial”, explica el fotógrafo. “El reloj se paró dos veces para ellos: esperaban con ansiedad poder regularizar su situación en España y, a la vez, como todos, recobrar su libertad de movimientos”. Aquel grupo de gente al límite vivió una pandemia propia de la Edad Media, protegiéndose con cartones, telas y plásticos; construyendo sus propias habitaciones, duchas y comedores para resguardarse de las inclemencias del tiempo. “Otros, simplemente tenían un colchón para dormir”, recuerda el fotoperiodista.

Todo lo que ha ocurrido en nuestro país con la inmigración en los últimos años está recogido en ese chalé, en ese puñado de fotografías de Marcial Guillén obtenidas en un edificio desnudo, sin paredes, a la vista de todos y sin embargo oculto a los grandes titulares del día. Un drama más que habría quedado silenciado, enterrado, de no haber pasado por allí un reportero en moto que decidió detenerse y hacer su trabajo. Cada vez van quedando menos profesionales que funcionan a la vieja usanza. La figura del reportero gráfico corre serio riesgo de desaparecer algún día; los medios se nutren de las fotos de los internautas, de Twitter y de las redes sociales, una tragedia para el periodismo. Sin embargo, esta exposición nos enseña que el periodista no solo es el último testigo imprescindible y vital cuando el sistema baja la persiana para que no pueda verse la injusticia y la crueldad. Es también el profesional que busca, indaga, encuadra, contextualiza y explica al lector la realidad tal como está ocurriendo.

Finalmente, ya con el trabajo hecho, Guillén envió quince de sus impactantes instantáneas al certamen Descubrimientos de PhotoEspaña, en su versión online, y su obra fue finalmente seleccionada. Ahora que vuelven a soplar vientos racistas en España y en toda Europa, esta exposición organizada por la Semana Negra de Gijón es más necesaria que nunca.  

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
Advertisement
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído