El presidente de la República Bolivariana de Venezuela junto a Rafael Ramírez

La situación política y social en Venezuela está en un punto crítico. El último intento de desalojar a Nicolás Maduro por parte de Juan Guaidó fue un verdadero fracaso porque el líder opositor no logró el apoyo que esperaba. Alguno de los aliados internacionales de Guaidó ya han referido que se precipitó, tal y como indicó el gobierno brasileño del ultra Jair Bolsonaro.

Sin embargo, la alianza de la ultraderecha para derrocar a Maduro no va a esperar a que se encuentre un nuevo líder que consiga atraer al pueblo y a los militares, sino que ya están preparando otro escenario para una intervención violenta. El propio gobierno brasileño baraja la posibilidad de ceder una parte de su territorio para que el Ejército de los Estados Unidos pueda invadir Venezuela, una posibilidad que, de momento, ven remota pero que se está teniendo en cuenta, sobre todo si la Administración de Donald Trump se lo pidiera. Hay que recordar cómo el asesor de seguridad, John Bolton, mostró de manera intencionada una anotación en su cuaderno en la que se leía «5.000 soldados en Colombia», lo que indicaba que se estaba preparando la invasión de Venezuela, algo que el propio Trump confirmó al afirmar que el proceso estaba muy avanzado.

A pesar de todos estos movimientos políticos, la verdadera guerra se está librando en los círculos de ciudadanos corruptos que apoyan a los dos bandos. Tanto los que apoyan a Maduro —los que se están lucrando ahora con la gestión de los recursos del país, sobre todo con el petróleo— como los que presuntamente están financiando los movimientos de Juan Guaidó —los que se lucraron en el pasado principalmente por su relación con PDVSA y por su asociación con el ex ministro Rafael Ramírez y que están operando desde España.

Según diferentes fuentes consultadas por Diario16, el movimiento de los corruptos de ambos bandos está provocando una presión sobre los líderes muy importante que está llevando a un enrocamiento superior de las posiciones. Ni los que están ahora con Maduro quieren perder los ingresos millonarios que están logrando con la corrupción, ni los que ya sacaron su botín del país, a través de canales de blanqueo de capitales desde paraísos fiscales, quieren renunciar a la posibilidad de volver a Venezuela para volver a controlar los recursos del país.

Las mismas fuentes confirman a este medio que desde el lado de la «corrupción oficialista» se está enviando dinero a Rusia para que el régimen de Putin siga manteniendo su presión sobre los Estados Unidos y su capacidad de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Además, con ese dinero se podría estar pagando la entrada de militares rusos en Venezuela, una presencia que aumentó el pasado 30 de abril.

Desde el lado opositor, fuentes del exilio venezolano han confirmado a este periódico que «los puntos de unión con los corruptos son muy fuertes y quienes estamos luchando en busca de una solución realmente democrática para Venezuela no podemos permitir que el derrocamiento de Maduro se produzca gracias a movimientos financiados por quienes arruinaron al país» y huyeron como millonarios para operar en diferentes países occidentales, «sobre todo desde España», afirman estas fuentes. «Es normal que los bolichicos quieran regresar a Venezuela para seguir robando al pueblo porque la Justicia de los Estados Unidos tiene en el punto de mira a muchos de los que ahora están en España. Ya tienen a Villalobos y no será el último que terminará en una cárcel federal. Por eso intentarán asentarse en Venezuela una vez que controlen en país para estar protegidos de la Justicia americana», añaden las mismas fuentes.

El problema de la oposición es que el entorno de Guaidó es consciente de que desde España se podría estar financiando por parte de los bolichicos a la causa de quienes pretenden derrocar a Maduro, hecho que provoca que un sector del exilio venezolano que no están de acuerdo, por ejemplo, de que haya intereses comunes entre el entorno de Leopoldo López y algunos bolichicos que están operando desde Madrid y que, en realidad, son los albaceas de, por ejemplo, Rafael Ramírez quien, como él mismo ha reconocido, ya ha postulado para presentarse como candidato a la presidencia de Venezuela en el caso de que se celebraran una elecciones libres en el país.

Uno de estos bolichicos es Jorge Neri, un hombre al que en los últimos meses han definido como «la oposición intelectual al régimen de Maduro» cuando, en realidad, fue uno de los socios del ex ministro Rafael Ramírez y de su cuñado, Baldo Sansó y, tras la muerte de Hugo Chávez, continuó trabajando para el régimen. En el año 2015, Neri escribió lo siguiente para captar inversores internacionales: «En los últimos años, la República Bolivariana de Venezuela, a través de su compañía estatal de petróleo PDVSA, ha desarrollado un marco ventajoso para la inversión privada y extranjera en los recursos petroleros del país. PDVSA y sus socios comparten la propiedad de las empresas mixtas, la inversión en las mismas y los retornos, una vez descontados los gastos y los royalties pagados al Estado venezolano. Venezuela ha profundizado en las ventajas para incentivar las inversiones en su sector petrolero, como la declaración de la FPO como zona económica especial, reduciendo la carga fiscal; la autorización del recurso por parte de las empresas mixtas a un tipo de cambio preferencial (Simadi); la autorización de la repatriación de dividendos a partir de la entrada en comercialización de los proyectos petroleros, y la próxima creación de un mecanismo de producción temprana para reducir de siete a cuatro años el plazo de retorno de la inversión».

Un año antes, cuando Nicolás Maduro ya era presidente de Venezuela, fue el responsable de una campaña de promoción internacional de PDVSA. En comunicaciones de Neri a las que ha tenido acceso Diario16, se puede comprobar que en copia se colocaba al cuñado y administrador de Ramírez, Baldo Sansó, para que estuviera informado de todos los progresos del proyecto. En una de esas comunicaciones se puede leer lo siguiente: «El objetivo fundamental que se persigue con toda la campaña internacional debe ser informar al mundo de la realidad de Venezuela, para tratar de cambiar la percepción de riesgo y con ello bajar la tasa de interés que se le aplica a la deuda de la República y de PDVSA».

Estos bolichicos son los que, a través de relaciones en España con los entornos más cercanos a opositores que han sido encarcelados como, por ejemplo, Leopoldo López, estarían financiando o apoyando la caída de Maduro para, finalmente, volver a Venezuela. La conexión entre unos y otros queda demostrada con el hecho de que el despacho de abogados que defiende los intereses de Leopoldo López y de su familia tanto en España como en Venezuela, y que podría estar negociando con el gobierno para que el Ejecutivo solicitara un salvoconducto que permitiera al líder opositor salir de la embajada en Caracas para viajar a España, es el mismo que representa a Jorge Neri.

Por tanto, el pueblo venezolano continuará sufriendo las penurias, el hambre o la falta de medicamentos mientras se produce una guerra entre corruptos. Unos, para mantenerse en el poder y asegurarse seguir recibiendo dinero gracias a las concesiones públicas; otros, que ya hicieron eso hasta el año 2014, pretenden volver al país y hacerse con los ricos recursos de Venezuela. La víctima: los y las ciudadanas que seguirán viendo los estantes de los supermercados vacíos.

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