Cuando la vida se empina, y mira que se empina veces, queda la poesía.
De todos los libros de Manuel Vázquez Montalbán, el que más me gusta es uno de poesía: Ciudad. Él me regaló la edición bilingüe Citta/Ciudad, publicada en Italia por Frassinelli, que era la que más le gustaba.
Es casi imposible encontrarla, por lo que me permito esta penosa fotografía del sobadísimo ejemplar que tengo en casa:
Y elijo este poema:
Ciudad de cauces de sangres de plomo
y taxis varados por las ratas de agua
expertos trompetas en juicios de faltas
y ante el horror de la ciudad sumida
retorne el extranjero a su patria propicia
la memoria
largo viaje el retorno que te ultima
por acantilados de agua sucia
hacia pozos terribles las simas
ciegas donde habiten la depresión
la muerte
tentación y el recuerdo atávico de la nada
los agujeros negros y la materia oscura
será la muerte caerse al lago del tiempo
en las líneas del cielo las ciudades vividas
adiós a las esquinas inciertas
a las pieles
propicias siluetas de la compasión
geometría de saberes que ya no consuelan
en la barca se alejan los seres vividos
no extrañan el naufragio miran con respeto
la evidencia de que se muere ahogado
que ya no formas parte del resto del viaje
adiós querido
parece que fue ayer la vida
perplejo y aliviado por el último abismo
esperas otro lago otros rostros otros ojos
asomados al límite entre el agua y la muerte
ellos se van al encuentro de su tiempo
ya no podrás verles cuando tengan naufragios
y se caigan de barcas que no les deseas
en este mismo lago de aceites sin fondo
desprotegido más allá de tu vida buscas
la ciudad donde mora el deseo sin límite
a medida que tocas con los pies los tejados
de ciudades hundidas donde moran tus muertos
son sustancia de cieno y de plantas malditas
mecidas por el pesado aceite del lago inevitable
qué lento horror el de las hondas simas
donde vagan flotantes los más tristes ciegos
inútil el recurso de recordarte anfibio
no se debe no se puede no se sabe no se vuelve
pagadas las deudas enterrados los muertos
se ha llegado al fondo de la ciudad terrible
fin del lago oleoso lleno de velas blancas
y ramas verdes
***
Ay: “y ante el horror de la ciudad sumida retorne el extranjero a su patria propicia la memoria”.
Mañana será un día en prosa, supongo.
Aquí.
7/12/2016. El palco del Bernabéu es una metáfora