España es un pueblo, no un lugar. España es la diversidad de sus culturas y de sus opiniones, no un territorio de peajes y distinciones. España es el pueblo que resiste, que se levanta malherido para continuar, aunque quienes más le golpeen y aticen sean los suyos, sus dirigentes, sus representantes en el gobierno. España es el conjunto de cientos de ciudadanos que luchan y se esfuerzan, que amanecen cada mañana y saludan y felicitan el día al vecino, al compañero de trabajo, al amigo; y en ningún caso, España es el trozo de tierra y la batallita enconada de gobernantes por imponer su vanidad y para ver “quien la tiene más larga”. España no es el gobernante que conforma un referéndum independentista sin las bases y las garantías que todos sus ciudadanos sean libres para ejercer su decisión, ni tampoco es España la mano del dirigente que manda a su ejército para atacar y apalear a cientos de ciudadanos que solo pretenden expresar su voz. España no es el independentista que grita su independencia pero vota en contra o niega la de otros, España no es la decisión de detener todo para ejercer el artículo 155, mientras el artículo 35 parece no existir, no se ejerce ni se nombra, y en el que se indica claramente que todo español tiene derecho al trabajo y a una remuneración suficiente para sus necesidades y la de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo. España no es la decisión ni la obstinación ni la falta de diálogo de sus representantes, aunque hayan sido decididos democráticamente en urnas. España no es eso, no es nada de eso. España es algo más. España es un pueblo, no un lugar.
Lamentablemente, España es ese pueblo malherido por tanta nefasta gestión de los gobiernos, por el dinero robado y usado en beneficio propio, por tanta trampa y tanto tramposo que ha llevado a muchos ciudadanos a acabar rebuscando comida en los contenedores de basura, o en la calle, desahuciados de sus hogares, despedidos de sus trabajos, expulsados de ese tablero económico, criminal y genocida. Lamentablemente, también es el niño o la niña que no puede tener un balón de fútbol y soñar, porque sus padres han sido resultado de negocios usureros de bancos y restricciones y recortes laborales; y también es, no obstante nos duela, las jornadas laborales interminables en contratos basura y sueldos míseros que han confeccionado profetas que auguran mañanas que nunca llegan.
España es un pueblo, no un lugar. España es la diversidad de sus gentes.