En estas fechas son frecuentes los belenes, en las casas y también distribuidos por distintos puntos de la ciudad. La visita a los belenes es muy recomendable para todos, y en especial para los más pequeños.
La fecha de la Navidad es algo que se cuestiona. Los historiadores proponen un día sobre la segunda quincena del mes de septiembre, en un año que pudiera ser sobre el cuatro antes de Cristo. Pero lo importante es la celebración, y no el rigor en las fechas. Con los belenes pasa lo mismo. En todos se intenta reproducir, de la forma más real posible, un portal de la época en la ciudad de Belén, aunque no se consiga con exactitud.
Es lo que pensaba Boris Pérez, que tenía muchas dudas sobre la existencia de nieve, o que hubiera un río con patos, o sobre la diversidad de animales que suelen encontrarse, entre otras.
Para resolverlas, se puso en contacto con el Ayuntamiento de Belén en Israel. Fueron muy amables y Sari Dallal, del Departamento de Relaciones Públicas, contestó de manera inmediata. Dijo que en Belén suele nevar dos días al año, entre los meses de enero y febrero. Por tanto podría aceptarse que usara polvo de talco o trozos de corcho blanco para simular la nieve.
Confirma además que no hay ningún río en Belén, así que Boris podía dejar de guardar el papel de plata de las chocolatinas para la ocasión. Eso le contrarió bastante porque si no había río, tampoco habría gente pescando, y no tendrían lugar los famosos peces del villancico que “beben y beben y vuelven a beber”.
La fauna de río sobraría, a la vez que se echan en falta animales propios de la zona y de la época, como el íbex o el oryx. Pero si usted va a una tienda, aunque sea especializada, a pedir unos cuantos íbices para su portal, el dependiente no se los podrá ofrecer.
Así que Boris concluyó que no hay que ser demasiado estrictos con el realismo de un belén. Y por eso, cuando vio que su hija añadía un pokemon al portal, simplemente sonrió. ¡Feliz Navidad!