Lo que más nos gusta de Alejandro Davidovich, aparte de su peculiar acento malagueño, es que es humano. No es Spider-Man, como decimos a veces de Alcaraz, ni tampoco es el genial e imprevisible Nick Kirgios, porque de ningún modo tiene superpoderes. Pero eso significa que es humano, y nos gusta que David sea humano. Le vimos ganar aquel partido en el Open Mutua de Madrid contra Rune y fue increíble como canalizó la energía que el público le mandaba.
En el torneo de Toronto en la primera ronda, a él le toca pasar por el trámite, se comió a su rival, a Wolf, el Lobo, si me permiten que lo traduzca.
Seis cero en el primer set, seis dos en el segundo, y el juego final lo ganó en blanco con un ace, eis, en el último punto. Impresionante.
No es Superman ni Spider-Man, pero si podría ser Batman o el Duendecillo Verde. Hay otros jugadores, y pienso en el Gran Djokovic, que tardaron años en llegar a su mejor momento.. Davidovich puede dar muchas alegrías a los aficionados españoles. A mí en particular ya me las da, me encanta seguir sus partidos. Le he animado siempre que he coincidido en directo con él hasta dejarme los pulmones.
En Toronto de momento se ha comido al Lobo, y aunque ninguno de sus adversarios va a ser una Caperucita, esperamos que se coma a muchos rivales más.
Hambre y suerte, señor Alejandro.
Tigre tigre
