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El equilibrio (I)

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análisis

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Que el empresario pueda ir de safari, o darle vueltas a la tierra en una nave aeroespacial con sus amigos, no debería ser necesariamente imprescindible para ese disfrute que el trabajador tenga que hacerse a la idea de que nunca podrá disfrutar de unos días de vacaciones en la playa o en la montaña con su familia sólo contemplando el atardecer, los valles, las tabernas de su pueblo donde pasó su infancia y recordar otros tiempos que siempre fueron mejores. Tiene que haber un equilibrio que sea de justicia por lo que cada uno aporta a la sociedad (aunque el empresario, al menos, los grandes empresarios en España, aportan más bien poco, puesto que no pagan nada o casi nada y evaden impuestos de la manera más inimaginable, dando lugar a la conocida pobreza y a las mayores desigualdades sociales), cada uno en su lugar: el empresario dando empleo y el trabajador cumpliendo con su obligación de aportar a la empresa lo mejor de sí mismo para que todo cuadre y ambos puedan vivir dignamente. Pero, por desgracia, no ocurre así ni mucho menos. El empresario cada vez vive mejor y el trabajador (en España, cuando menos) cada vez es más pobre hasta el punto de que hemos llegado a rondar los muchos millones de trabajadores (no sé muy bien si 10 o 11 millones) que a pesar de tener trabajo son pobres, o lo que significa que sus salarios son miserables y ruines. Y algo aún peor: los trabajadores están hechos a la idea de que así debe ser y no protestan por nada con el pensamiento de que peor es no tener ningún trabajo y tener que, como en otros tiempos no tan lejanos, emigrar a Alemania, Francia, Suiza o a la Argentina (por citar un país Sudamericano), cuando no a un sitio aún más lejano como es Australia. Por supuesto, para gloria del sindicalismo displicente que acaba de aprobar una reforma laboral que en casi nada favorece a la mano de obra del mundo obrero español, y que han dado su visto bueno los grandes oligopolios del país, y hasta la mayor gloria del capitalismo español la señora Botín y sus correligionarios del Ibex y demás “morralla” cotizada. Mientras una “comunista” -lástima- que había despertado las ilusiones entre los menos favorecidos se ha “casado” con el capital a las primeras de cambio y nos ha dejado pasmados en un plis plas. En fin, cosas de este país considerado uno de los que mejor situado está para vivir mejor y más dignamente, pero que en realidad es una auténtica vergüenza mundial cuando de desigualdades de todo tipo se trata. 

No soy un experto en analizar ciertos comportamientos sociales, en parte debido a mí más que humilde formación académica (sólo llegué a estudiante de Magisterio y -quiero recordar- del plan 59 cuando se accedía a la carrera con sólo cuarto de Bachillerato y Revalida) y a que dediqué mucha parte de mi tiempo joven a jugar al futbol (de eso sí que sé) y mirar a las chicas guapas, que en esas edades son casi todas, en lugar de dedicarlo a leer y escribir… y terminar mis estudios. Para concluir con alguna de mis vivencias: lo de leer y escribir me sobrevino demasiado tarde; sobre todo, lo de escribir (desde el año 2000 hasta hoy sólo 537 escritos contando éste), pues lo de leer si fue más tempranero, y eso supone que ahora me tengo que valer para mis escritos de muchos resúmenes de escritores famosos como es el caso del que voy a exponer ciertos párrafos, Thomas Piketty (Capital e Ideología), en este caso. Ya que, me parece que muy pocos economistas han sido capaces de desarrollar lo que desarrolla él sobre mi enunciado, que, dicho sea de paso, no creo que nunca se consiga, o, cuando menos, servidor no creo que los vea si acaso algún día se dan en nuestro país, como, por otra parte, ya ocurre en otros. Pero, antes de entrar en los “fundamentos” de Thomas Piketty, quiero que recuerden tres citas que me parecen muy alusivas y que hay que tener en cuenta cuando se habla de equilibrios sociales. Son estas: “Un hombre puede construirse un trono de bayonetas, pero no puede sentarse en él” de William R. Inge; “Mi pueblo y yo hemos llegado a un entendimiento que nos satisface mutuamente. Ellos pueden decir lo que quieran y yo puedo hacer lo que me plazca” de Federico II de Prusia (¿no es lo que está ocurriendo actualmente en España?); y “Los hispanos prefieren la guerra al descanso, y si no tienen enemigo exterior lo buscan en casa” de Pompeyo Trogo, siglo I a.C. Una gran verdad que hace que la riqueza aumente considerablemente (en España y todo el llamado Atlántico Norte), mientras la pobreza, por desgracia cada día que pasa para más gente, no sólo no se estanca, sino que, obviamente, va en aumento a la par de las desigualdades sociales y de todo tipo. 

Antes de seguir, sí sé que de lo que hoy se habla y se escribe en toda la prensa mundial es de la invasión de Rusia a Ucrania, de la embestida (en mi opinión, pudiera ser, con visos de anexionársela para continuar con la “recreación” de la nueva URRS) de la segunda potencia armamentística del mundo contra cuatro ciudadanos de azul y amarillo que lo que más tienen son cereales y un armamento “callejero” -por llamarlo de alguna forma- con el que poco o nada pueden hacer para defenderse y que, además, tienen en su contra el hecho de que ciertos ciudadanos del país son, para colmo, prorrusos. Si se obstina Ucrania (reitero, la parte que no es prorrusa), todo terminará en una especie de genocidio, pues los rusos ya se sabe cómo las gastan, y su presidente, Putin, es, al parecer, el mayor memorándum existente del quizás mayor genocida de la historia, el tal Stalin. Sin, por descontado, olvidarse de lo ocurrido en ciertos territorios ucranianos desde el año 2014 a manos del actual gobierno de Ucrania y sin dejar de “reparar” en esos comportamientos -si son ciertos- comandados por el humorista que preside ese país al que todo occidente hoy considera invadido, reitero, por la segunda potencia armamentística mundial.    

En fin, a lo que íbamos, esos “apuntes” de Thomas Piketty que, reitero, de poco nos van a servir a los españoles, a los políticos españoles, claro; aquí gobierna -en la sombra, por supuesto- la Sra. Ana Patricia Botín y el Ibex y demás cotizadas, que mueven con gran destreza los hilos de las marionetas de la política, y si no echen un vistazo a la recientemente aprobada “reforma laboral”, al fiasco de la misma y al engaño de que sería derogada la del PP del 2012 que apenas ha sufrido cambio alguno de importancia.  

Dice Piketty en el capítulo 17 (Elementos para un socialismo participativo en el siglo XXI) de su “Capital e Ideología”: “La revolución conservadora de los años ochenta, el colapso del comunismo soviético y el desarrollo de una nueva ideología neopropietarista han llevado al mundo a principios del siglo XXI a niveles extraordinarios y descontrolados de concentración de la renta y la riqueza, generando así crecientes tensiones sociales en todas partes”. “Partiendo de las experiencias históricas conocidas es posible superar el actual sistema capitalista y trazar lo que podrían ser las bases de un nuevo socialismo participativo de cara al siglo XXI, de una nueva perspectiva igualitaria de alcance universal, basada en la propiedad social, en la educación y en compartir el conocimiento y el poder”. “Las condiciones para una propiedad justa requiere el desarrollo de nuevas formas de propiedad social y el reparto de los derechos de voto y de participación en la toma de decisiones en las empresas. También requiere reemplazar la noción de propiedad privada permanente por la propiedad temporal, a través de un impuesto altamente progresivo sobre los grandes patrimonios capaces de financiar una dotación de capital universal con la que organizar una circulación permanente de los bienes y la riqueza. Conviene analizar un impuesto progresivo sobre la renta, la renta básica y la justicia educativa, además de hablar de democracia y fronteras, y de cómo es posible superar la organización actual de la economía mundial en beneficio del sistema democrático transnacional basado en la justicia social, fiscal y climática”. 

Se pregunta Piketty en otro apartado del mismo capítulo: “¿Qué es una sociedad justa? Y propone una definición imperfecta. Una sociedad justa es la que permite a todos sus miembros acceder a los bienes fundamentales de la manera más amplia posible. Entre estos bienes fundamentales se encuentra la educación, la salud, el derecho a voto y, en general, la participación plena de todos en las diversas formas de vida social, cultural, económica, cívica y política”. 

Y cuando habla de la superación del capitalismo y de la propiedad privada en el mismo capítulo expone: “Para superar el capitalismo y la propiedad privada y poner en marcha un socialismo participativo, propongo apoyarnos y profundizar en esos dos mismos pilares. Es posible avanzar más de lo que se ha hecho hasta ahora haciendo evolucionar el sistema jurídico y fiscal; por una parte, instituyendo una verdadera propiedad social del capital, mediante una mejor distribución del poder en las empresas; y, por otra parte, introduciendo un principio de propiedad temporal del capital, en el marco de un impuesto altamente progresivo sobre los grandes patrimonios (¡tararí le han dicho a Unidas-Podemos los políticos del PP, PSOE, Ciudadanos, Vox y demás fuerzas capitalistas de nuestra querida España sobre cierta propuesta al respecto!) que permita la financiación de una dotación universal de capital y circulación permanente de la riqueza”. 

En el siguiente paso, nos habla Piketty de “Compartir el poder en las empresas: una estrategia de experimentación”. Muy interesante, a mi modo de ver. Comienza con la propiedad social y dice: “Los sistemas de reparto de los derechos de voto llevan en vigor en la Europa germánica y nórdica desde finales de la década de 1940 y principio de la de 1950. Los representantes de los trabajadores cuentan con la mitad de los votos en los consejos de administración de las empresas en Alemania y con un tercio de los votos en Suecia (también en las pequeñas empresas), independientemente de su participación en el capital. Estas reglas de “cogestión” son el resultado de la lucha protagonizada por los sindicatos y sus representantes políticos en el contexto de un movimiento reivindicativo que comenzó a finales del siglo XIX y logró establecer un equilibrio de poder más ecuánime tras la primera guerra mundial y, especialmente, tras la segunda guerra mundial. Estos cambios legales de gran importancia fueron acompañados por considerables innovaciones constitucionales. Estas normas han favorecido la aparición en la Europa germánica y nórdica de un modelo social y económico a la vez más productivo y menos desigualitario que cualquier otro modelo que se haya puesto en práctica hasta el momento”. 

Y continúa con “La fiscalidad progresiva sobre la propiedad y la circulación de capital” en donde expresa: “Desde el momento en el que se acepta la idea de que la propiedad privada seguirá jugando un papel en una sociedad que podamos llamar justa, especialmente en el caso de las pequeñas y medianas empresas, seguirá siendo necesario encontrar acuerdos institucionales para evitar que el capital se concentre de forma ilimitada”. “Para evitar una concentración excesiva del capital… 

To be continue. Sí, con perdón por el anglicismo, pero no quiero que los de la Junta de Extremadura y otros me llamen la atención por decir vulgarmente “continuará”. 

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