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En Navidad nos llegan los turrones

Manel Mas
Manel Mas
Estudié contabilidad y economía, fui perito y profesor mercantil, ejercí de profesor en Alesco (Altos Estudios Comerciales) en Barcelona dando clases de contabilidad, cálculo y derecho mercantil.
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análisis

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Llegadas estas fechas se acostumbra a comer pescado, cocido, canelones, pavo relleno, etc. Hay, pero, unos alimentos, característicos de las fiestas navideñas, que no se acostumbran a consumir el resto del año. Nos referimos a los mazapanes, los barquillos y en especial los turrones. Son una gama de dulces que se sirven finalizado la comida. No suplen los postres, es decir, se ofrecen después de los postres de fruta fresca o incluso de postres de pastelería.

El turrón es un dulce que se hace normalmente de almendra, miel y huevo, generalmente cocido, es quizás el dulce más típico y tradicional de Navidad. El origen del turrón no es del todo claro y se lo relaciona con el «nougat» francés y con el «torrone» italiano, pero la teoría más plausible es que sea de origen árabe, como otros postres a base de almendras. Los «alfajores» de los árabes omeyas del siglo VII, eran unas rosquillas de almendras, nueces y piñones, pan tostado rayado, especies finas y miel, parecidos a nuestros turrones.

Existen opiniones diversas en cuanto al inicio de su elaboración a la península. Según el Diccionario de la Lengua Catalana de Pere Albúrnia (Barcelona, 1865) define el turrón así: «TORRÓ»: Pasta de almendras, piñones, avellanas, etc., todo tostado y mezclado con miel y a veces azucarillos, de la que resulta una materia sólida y muy gustosa». En la baja edad mediana los turrones con el nombre de «piñolada» tenían rango de dulzaina navideña, se encuentran consignados en el «Libro de Siendo Sovi» (siglo XVI), y en un bando del año 1418, que Joan Amades compilación en su «Costumario», se hace constar que el consejo municipal de Granollers obligaba a los vendedores ambulantes de turrones a pagar los impuestos correspondientes.

Otro precedente de los turrones lo tenemos en una carta de la reina María, noviembre de 1453, dirigida a la madre abadesa de la comunidad de Santa Clara de Barcelona, por la cual se sabe que en aquel convento elaboraban unos turrones muy exquisitos, y les pedía un presente para su marido el rey Enrique IV.

Es a partir del siglo XVI, la referencia de los turrones se traslada a la Comunidad Valenciana, primero a Alicante y después a Jijona, la actual capital del turrón, como se confirma en obras de Lope de Vega y de Tirso de Molina que vinculan la producción de turrones con la ciudad de Alicante.

El primer documento escrito que se conserva, que habla del turrón como tal, fecha del 1603, y en él se describe como la localidad de Jijona se fabricaban turrones. Desde las comarcas del Sur del País Valenciano se popularizó en otras zonas peninsulares, sur de Francia y América Latina.

La tradición dice que desde el año 1528, las ciudades alicantinas obsequiaban los visitantes ilustres con turrón y pan de higos. El cronista del reino de València, Gaspar Escolano (1560-1619) habla de los turrones de Jijona y de Alicante y dice que eran servidos en las tablas de los reyes, de los príncipes y de la nobleza.

En Cataluña, según una tradición, la elaboración de siglos anteriores al renacimiento de este producto estuvo unido con una triste página de la Historia: Corría el año 1703 y Barcelona sufría el azote de la peste, a fin de levantar el espíritu del pueblo, en las vísperas de aquella Navidad, el Gremio de pasteleros convocó un concurso para premiar a quién presentase un alimento que permaneciera inalterable y comestible durante largo tiempo.

Un confitero, de nombre Pere Turró, presentó entre dos hojas de pan de ángel, una masa compuesta de miel, avellanas y piñones. Para él fue el premio y el honor de haber inventado una golosina que todavía hoy lleva su nombre: el turrón, «turró» todavía en la ortografía del siglo pasado.

Además de los turrones del levante y del clásico de pastelería tienen fama los de Agramunt famosos desde el siglo XVIII, según documentos que lo acreditan. Los turrones son un alimento muy energético, aportan grandes cantidades de calcio, hierro, magnesio, zinc, potasio y riboflavina, Destaca también el alto contenido en ácido fólico y vitamina E. Por su aportación calórica y la riqueza de azúcares, las personas obesas o que sufren diabetes tienen que limitar el consumo, cosa a veces difícil.

Por mi parte solo me resta desearles a los lectores de este medio, buen provecho en las celebraciones familiares y desearles una feliz Navidad a todos.

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