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Jemanuel Rigelblum, el historiador que quiso dejar constancia del Gueto de Varsovia hasta su muerte

Gracias al valiente trabajo de Rigelblum hoy conocemos casi toda la historia del gueto de Varsovia y del sufrimiento de sus moradores, aunque desgraciadamente él murió fusilado en 1944 sin poder comprender el valor de su trabajo como fuente documental imprescindible para poder entender la verdadera dimensión del Holocausto.

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Aunque quizá nunca pensó que él mismo sería víctima de la maquinaría nazi que había ocupado su país, Polonia, el historiador Rigelblum no pudo escapar de un destino atroz y terrible y en las postrimerías de la guerra, en marzo de 1944, fue fusilado por los nazis tras ser detenido en la tristemente conocida prisión de Paviak. Un final trágico, como el de miles de polacos, para un historiador que quiso dejar constancia de los crímenes perpetrados por los nazis y del dolor del pueblo judío durante la ocupación alemana.

Emanuel Rigelblum nació en Buczacz, Polonia (actualmente Ucrania). Se doctoró en Historia en la Universidad de Varsovia en 1927. Desde muy joven, perteneció al partido sionista socialista Poaléi Zion de izquierda y fue activista político. Durante un tiempo dictó clases en colegios secundarios y luego pasó a trabajar con el Joint Distribution Committee (JDC) en Polonia. En noviembre de 1938, el JDC lo envió a la ciudad fronteriza de Zbaszyn, donde se encontraban congregados 6.000 refugiados judíos expulsados de Alemania a los que Polonia no permitía el ingreso. Emanuel Ringelblum estuvo cinco semanas en Zbaszyn a cargo de los refugiados; sus experiencias allí le provocaron un fuerte impacto.

Pero las cosas cambiarían súbitamente el 1 de septiembre de 1939, cuando Alemania ataca a Polonia y en apenas cuatro semanas el país es totalmente ocupado. Muy pronto, las nuevas autoridades alemanas comienzan a perseguir a los judíos, imponiendo prohibiciones de todo tipo y obligándolos a vivir en guetos. Polonia era el país del mundo con mayor población hebrea, el 20% de la población polaca con algo más de tres millones de judíos, y con una mayor tradición antisemita.

LA APERTURA DEL GUETO DE VARSOVIA

En octubre de 1940, se estableció el gueto de Varsovia. La familia Ringelblum fue acorralada y obligada a entrar en el gueto, junto con unos 400.000 judíos de Varsovia y los suburbios de los alrededores. Aunque los judíos constituían aproximadamente el 30% de la población de la ciudad, el tamaño del gueto era solo el 2,4% de Varsovia. Las condiciones eran extremadamente estrechas, con un promedio de más de siete personas en cada habitación, y con la comida severamente racionada por los nazis, las perspectivas para los que estaban dentro eran sombrías.

Gueto de Varsovia
Restos de lo que fue el Gueto de Varsovia | Foto: Ricardo Angoso

Emanuel entendió muy pronto que había dejar la constancia y el testimonio de la gran tragedia que se abatía sobre el pueblo judío, más concretamente con los trágicos acontecimientos que se sucedían en el gueto de Varsovia y cuyo desenlace sería uno de los más tristes capítulos del Holocausto. El afamado historiador tomó la iniciativa de crear un archivo secreto para documentar la forma en que se trataba a los judíos en el gueto. El archivo recibió el nombre en código de Oneg Shabbat , que significa «los placeres del sábado». Emanuel dijo que el propósito del archivo era ‘reunir materiales y documentos relacionados con el martirologio de los judíos en Polonia’. Muchas personas diferentes se involucraron y recopilaron materiales que cubrían todos los aspectos de su vida en el gueto de Varsovia, desde diarios, periódicos e informes oficiales hasta carteles, fotografías, boletos de tranvía y envoltorios de dulces. Los documentos se almacenaron en lecheras y cajas y se enterraron en tres lugares separados en el gueto.

Así cuenta el Yad Vashem la labor de Rigelblum: «Durante los primeros meses de la guerra comenzó su hazaña más significativa: la creación del archivo secreto Óneg Shabat. El nombre significa literalmente «placer del Shabat» y se refiere a una reunión informal dedicada a temas religiosos en la tarde del sábado. El archivo de Emanuel Ringelblum recibió ese nombre porque sus integrantes se reunían secretamente los sábados por la tarde. En sus comienzos, los colaboradores reunían informes y testimonios de judíos que habían llegado al gueto, con el fin de requerir ayuda a las organizaciones asistenciales. Emanuel Ringelblum recogía información durante el día y escribía notas durante la noche. Sabía que lo que le estaba sucediendo a los judíos no tenía precedentes, y estaba resuelto a registrar en forma completa los datos para los historiadores futuros. Junto con sus colegas recogió información y escribió artículos sobre ciudades, pueblos, el gueto y el movimiento de resistencia judía. También documentaron la deportación y exterminio del judaísmo polaco. Casi al final de la existencia del gueto, los miembros del grupo enviaron toda la información de que disponían sobre los asesinatos a la resistencia polaca, la que luego la envió de contrabando fuera del país. De este modo, Emanuel Ringelblum contribuyó a denunciar las acciones nazis.» 

Aparte de su labor de documentar y dar fe de los crímenes perpetrados por los nazis, Emanuel fue también uno de los más activos miembros de Żydowska Samopomoc Społeczna (en polaco Ayuda Social Judía), una organización creada con el ánimo de ayudar a las personas hambrientas del Gueto de Varsovia. En vísperas de la destrucción del gueto, cuando todo parecía perdido, el archivo fue colocado en tres latas de leche y en cajas de metal. Algunas partes fueron enterradas en bodegas de los edificios de Varsovia.

EL TRAGICO FINAL DE EMANUEL

Sin embargo, los nazis estrechaban el cerco y todos los judíos, incluido Emanuel, estaban en peligro. El final se precipitaba, cada día de vida era un éxito y casi un milagro. En abril de 1943, los nazis enviaron a Emanuel a un campo de trabajo, del que escapó unos meses después. Luego se escondió en un búnker subterráneo en Varsovia con su esposa Yehudis, su hijo Uri y otras 34 personas, donde continuó escribiendo y reuniendo información. El búnker fue descubierto por los nazis en marzo de 1944 y todos los que se escondían fueron asesinados. Solo tres personas que habían contribuido a los archivos de Oneg Shabbat sobrevivieron a la guerra y en 1946 pudieron desenterrar uno de los bidones de leche. Un segundo abandono fue descubierto cuatro años más tarde. Todavía no se ha encontrado la tercera lechera.

Así nos cuenta el destino del archivo el Yad Vashem: “La documentación del Óneg Shabat fue preservada en tres recipientes metálicos para leche. Uno de ellos fue descubierto en 1946 y el segundo en 1950; el restante aún no ha sido localizado. Los materiales de archivo y las crónicas escritas por Emanuel Ringelblum constituyen la más completa y valiosa fuente de información de que disponemos sobre los judíos en Polonia bajo ocupación nazi”. Pese a las repetidas búsquedas, el resto del archivo, incluida la ya referida tercera lata de leche, nunca han sido encontradas aunque se rumorea que se hallan bajo lo que hoy es la Embajada China en Varsovia.

El historiador Emanuel Ringelblum tenía 43 años cuando fue fusilado por los nazis y sin su labor de cara al futuro no habríamos conocido muchos de los horrores que se sucedieron en el gueto de Varsovia. El archivo figura hoy en el registro de la Memoria del Mundo de la UNESCO, que enumera el patrimonio documental de importancia y valor universal excepcional. El registro tiene como objetivo facilitar la preservación, ayudar con el acceso universal al archivo y aumentar la conciencia acerca del Holocausto.

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