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Julio Iglesias, asesor de Feijóo

El líder del PP reconoce un diálogo político fluido con el cantante, que hasta le dice los asuntos importantes que debe resolver

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análisis

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Sigue dando que hablar la entrevista de Pablo Motos a Núñez Feijóo. Basta con darle al botón del “pause” y rebobinar el vídeo para encontrar una sabrosa contradicción, una sonrojante incorrección, una extraña paradoja que sirve para definir a uno de los políticos más singulares (por incoherente), que ha conocido la historia de nuestra democracia. No vamos a referirnos ya a su desconocimiento sobre el precio de las naranjas, ni a los líos que se hace con los pactos con Vox (confundiendo Valencia con las Baleares), ni que diga impúdicamente “inflacción” en lugar de inflación (lo cual demuestra su escasa preparación en asuntos económicos). Centrémonos en una cuestión que el candidato del PP soltó como una simple anécdota y que puede ser un dato trascendental para explicar lo que está ocurriendo: la influencia que ejerce Julio Iglesias en el líder conservador.

Llegado el momento de sus confesiones personales con las hormigas Trancas y Barrancas, Feijóo se refirió a nuestro cantante más internacional. “¿Te ha llamado Julio últimamente?”, preguntó una de las simpáticas marionetas. “Sí”, contestó Feijóo midiendo su respuesta. “¿Qué le dijo, qué le dijo?”, insistieron los sagaces insectos de trapo. “Sigue con mucha atención todo lo que sucede en España, lee periódicos de forma intensa, se devora las editoriales, los artículos de opinión y me da sus opiniones. Y está obsesionado con dos problemas que tiene España. El primer problema es la unidad territorial de nuestro país y el segundo es el agua”, repuso el dirigente popular. La relación personal y política entre la estrella afincada en Miami y el aspirante a ocupar la Moncloa parece mucho más estrecha e intensa de lo que cabría esperar en un principio. De hecho, Feijóo insistió en que el artista le recuerda el drama de la sequía de forma “constante y continua”. “Me dice: hay que solucionar eso, está obsesionado con eso. Le quiero mucho a Julio Iglesias”, reconoció el dirigente orensano.

¿Figura el divo de la canción que triunfa en USA entre los asesores de cabecera del hombre que pretende gobernar este país? ¿Está sopesando el gallego buscarle un hueco en su hipotético y futurible Consejo de Ministros? La política española ha alcanzado un punto de surrealismo negro y berlanguiano en que todo es posible. Si un torero ha llegado a vicepresidente del Gobierno valenciano y una señora anónima con miedo insuperable a los penes a presidir Les Corts Valencianes, ¿por qué no iba a encajar un triunfador como Julio Iglesias en ese gabinete? No sería descabellado. El intérprete de Soy un truhán soy un señor tiene carisma, agenda de contactos, peso específico internacional y poderío económico (según el libro Riquísimos, del periodista Jesús Salgado, el cantante es la novena fortuna de España con un patrimonio estimado en 5.200 millones de dólares en 2009, así que ni va descalzo ni necesita sobresueldos en B). Además, posee currículum suficiente para hacer un buen papel como gurú o spin doctor de Moncloa. Si Ayuso tiene a MAR, Feijóo tiene a La Voz. Desde luego, lo haría mucho mejor que toda esa recua de chulazos de discoteca, exfalangistas en paro, analfabetos que odian a Virginia Woolf sin saber ni quién es, machirulos con antecedentes por malos tratos y gentes sin oficio ni beneficio que han llegado a la política de la mano de los nostálgicos posfranquistas.

Ayer mismo, sin ir más lejos, Francisco Piñol, un concejal ultra de Mérida, exigía la retirada de la bandera LGTBI del balcón del ayuntamiento porque “si seguimos saltándonos la ley, el día de mañana vamos a ver la bandera de los pedófilos”. Al hombre no se le ve muy preparado, esa es la verdad. Hace falta ser muy primitivo, muy troglodita y muy unga unga o sin evolucionar para creer que la homosexualidad es un vicio de criminales. El señor Piñol, si se le pregunta, seguro que se muestra partidario de recuperar aquella Ley de Vagos y Maleantes reformada por Franco para reprimir duramente a los gais descarriados. Es obvio que el personaje tiene una basta cultura, pero basta con be, aunque eso tampoco es ningún impedimento para triunfar en la política de hoy. Tampoco sabe Abascal lo que es el Convenio de Estambul (la más ambiciosa normativa internacional sobre igualdad, prevención y lucha contra la violencia machista) y ahí está, a punto de que Feijóo le regale un ministerio. Hoy cualquier aficionado arrasa en las urnas. Basta con que se trabaje a tope el odio y sea ingeniosillo a la hora de soltar burradas.

Pero volvamos a Julio. Nuestro cantante eterno es experto, veterano, y sabe moverse en los pasillos de la política. El inglés lo domina a la perfección, así que podría darle unas clases urgentes al líder pepero, que anda pez. De asesor, no tiene precio. Recuérdese cómo le hizo una propaganda impagable a Aznar (al que catapultó al poder), cómo medio congeniaba con Felipe González y cómo aceptó ser el gran fichaje de Zaplana para promocionar el turismo de sol y playa. Borja Sémper no ha inventado nada con su “Verano azul”. “Confío mucho en la Comunidad Valenciana. Me pagan muy bien”, reconoció en su día JI, ya entregado a la causa. Por tanto, estamos ante un personaje de empaque, nada de medianías ni friquis como los que desembarcan hoy en los bifachitos de toda España. En una de estas, Feijóo nos coloca a Julito de vicepresidente del Gobierno. Y visto cómo está el patio no desentonaría. Es un hombre viajado y cosmopolita, una mente abierta que se ha relacionado con lo mejor de Hollywood, un liberal (sobre todo con las mujeres) y seguro que no se le ocurre prohibir el Orlando de Virginia Woolf como hacen los mojigatos de la extrema derecha ágrafa con los que pacta el Partido Popular. Así que, por ahí, salimos ganando. Siempre mejor Julio Iglesias que Santiago Abascal.

En su cara a cara con Motos, el aspirante a la Moncloa reconoció abiertamente que se deja aconsejar por su fiel amigo. “Le dije: Voy al Hormiguero. Y me dijo: Es un programa importantísimo, prepáratelo bien, sé tú mismo y te saldrá bien”, afirmó. Buenos consejos. Y gratis. Feijóo también confesó que alguna vez le manda algún que otro meme a la celebrity, pero lógicamente esos mensajes cachondos no se los contesta. Normal Alberto, ¿qué te esperabas? Julio es un tío serio. Un profesional. No como otros.

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2 COMENTARIOS

  1. – Julio, amigo, onde carallo andas?
    – No aire, meu.
    – Mariscada…? vén que facemos unhas raias dunha colombiana que flipas.
    – Non mo fagas pensar que deixo Miami nun ai, Albertiño.
    – Veña, pasmón, ti e máis eu non pensamos; actuamos e punto.
    – Entón non precisas de asesoramento?
    – Claro: esnifas e logo cóntasme as túas impresións.
    – Que listiño es, cerello. Sabes onde dar.

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