Nos revela el escritor, filósofo y controvertido activista, Noam Chomsky, que el sistema y sus precursores no solo dedican todo su afán en crear consumidores, sino que gestionan todos los recursos posibles para que a través de la publicidad dichos consumidores estén lo más desinformados posible, y ello, mediante la información que ellos les proporcionan. Y es que la información puede ser también, o en mayor medida, una embaucadora desinformación, siempre que nos muestre o nos convenza a quedar bajo el control de creencias y actitudes consumistas.
La gran manipulación, según Chomsky, “consiste en crear deseos, y a partir de ahí controlar actitudes y creencias”. Al forjar deseos consigues que el ciudadano quede atrapado en la necesidad de alcanzar y saciar esos deseos como esencia y fundamento de la vida, como si de un Dios se tratara que ha forjado un maravilloso Edén, y al tiempo, pero sin dar cuenta de ello, un Edén controlado por el sistema que hace del ciudadano un títere previsible.
Y va más allá, pues “al tratar de controlar a todos, instalará a la sociedad dentro de un sistema perfecto”, pero un sistema perfecto de títeres manipulados que sacian unos deseos que aunque puedan parecer propios, solo son el producto y la finalidad de crear consumidores desinformados que van a tomar decisiones irracionales. Todo ese conglomerado publicitario “nos presenta como debería ser la vida apropiada, y nos muestra e indica como debemos gastar el tiempo y el esfuerzo en consumir y apropiarnos de objetos o saciar deseos que no necesitamos”, y que, tarde o temprano, acabaran aburriéndonos. Lo que no damos cuenta es que en ese trayecto, que con toda seguridad se repetirá como un bucle interminable, ellos, los precursores y forjadores de consumidores desinformados, son los auténticos y totales dueños de nuestro tiempo, y en ello, de nosotros mismos, aunque de manera ególatra y narcisista gritemos en alto que es una decisión nuestra. De eso se trata, al crear el deseo en el ciudadano, lo empuja al siguiente paso, saciarlo, y a la creencia irracional de que él ha sido quien tomó la decisión.
Nos recuerda también que, esta desinformación esta implícita y contenida también en otros ámbitos, “cuando el sistema de representación democrático lleva a cabo las elecciones lo hace de la misma manera. Quieren crear un electorado desinformado, que va a tomar decisiones irracionales a menudo en contra de sus propios intereses”.
A punto de abandonar definitivamente este caladero me encuentro sorprendido con esta perla en Diario16.