En los últimos tiempos el Ayuntamiento de Valencia viene apostando por los conciertos al aire libre en los parques de la ciudad. Una apuesta que explora las zonas verdes a través de la música, o al menos así se vende desde el consistorio de la popular María José Catalá. El PP ha dado luz verde a la iniciativa, que pretende ser una exploración de la ciudad a través de sus parques más emblemáticos en la que se fomente el cuidado del medioambiente como transmisores de cultura. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Detrás de estos lúdicos conciertos populares y multitudinarios viene la parte negativa: grandes cantidades de basuras, zonas anegadas, olor a alcohol y a letrina, ruido y parques cada vez más sucios y degradados.
La última desgracia le ha tocado al parque de Malilla, orgullo de los vecinos de un barrio que durante décadas lucharon para conseguir que el Ayuntamiento de la ciudad construyera zonas verdes en una parte de la ciudad dejada de la mano de dios. Hoy ese parque (reserva de la biodiversidad y recuerdo de lo poco que queda ya de huerta valenciana en el cinturón sur) es una realidad, y miles de vecinos tienen ocasión de disfrutarlo cada día. Sin embargo, ayer domingo muchos de quienes por allí transitaban se llevaban las manos a la cabeza. “¿Pero qué ha pasado aquí?”, se preguntaba horrorizada una mujer que tiraba de su perro. “Los chicos, que tienen que tomarse unas cervezas…”, respondía otro vecino.
Donde antes había un prado cuidado y limpio ahora había un auténtico estercolero. Las consecuencias de una gran barra de bar con cuatro surtidores de cerveza; las consecuencias de una mañana supuestamente consagrada a promocionar la cultura de la música pero que al final, como suele ocurrir en estos casos, termina convirtiéndose en una yincana de la borrachera. ¿Es esta la forma que tiene el consistorio municipal de fomentar actividades culturales y respetuosas con la ecología urbanística? ¿Quién está detrás de este sin sentido que supone privatizar un parque por unas horas, convirtiéndolo en un antro o tugurio undeground cuando tendría que ser un lugar público limpio y saneado para el ocio de todos los vecinos? Sin duda, una vez más se impone el mal entendido concepto de la libertad del Partido Popular, que lo consiente todo con tal de no perder el poder, como ha ocurrido en las últimas horas en el jardín de Malilla, uno de los más hermosos de la ciudad que ha sido reducido a la categoría de basurero. Por no hablar de quién está haciendo negocio rápido a costa de cargarse el paisaje urbano.
Según ha podido saber este diario, la iniciativa tiene como escenarios otros parques de Valencia además del de Malilla, como Benicalap, Capçalera, l’Oest, y Central, por los que pasan miles de espectadores cada vez que se organiza una de estas performances. “El ciclo continuará con su objetivo de cuidado de la naturaleza urbana de una forma sostenible gracias a la colaboración con la Sociedad de Agricultores de la Vega (SAV), que ya apostó por la propuesta desde su ideación, antes de la pandemia, y su labor en la gestión de residuos en los espacios naturales”, aseguran fuentes municipales. Si se trata de poner en valor la naturaleza urbana y la dinamización de todos los distritos de la ciudad a través del ocio y la cultura mala idea han tenido, ya que la iniciativa consigue el efecto totalmente contrario: dar la imagen de Valencia de una ciudad tercermundista. Parques destrozados y hechos una pena: hacia eso caminamos, alejándonos de Europa, donde estas cosas no pasan. Muchos vecinos empiezan a quejarse del irresponsable programa de actos del PP valenciano. Que tomen nota para las próximas elecciones.
