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La lamentable actitud del TAD en el caso Rubiales

La Justicia, el Gobierno y la RFEF han ido a remolque de los acontecimientos para ridículo de nuestro país

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análisis

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La Federación Española de Fútbol ha llegado tarde al caso Rubiales. El Gobierno podría haber actuado con bastante más rapidez. Y la Justicia, como siempre, muestra una lentitud exasperante. Ya sabemos que España es ese país donde las cosas de palacio van despacio, una rémora de los tiempos de Felipe II, pero la imagen de inoperancia que estamos dando al mundo empieza a resultar intolerable.

Todas las pruebas están encima de la mesa. Hay un vídeo que ha visto todo el planeta donde se ve a un señor –directivo de un ente tan importante como el que dirige el fútbol nacional–, dándole un “pico” a una jugadora y palpándose sus genitales en el palco de autoridades. ¿Qué más necesitan los diferentes poderes del Estado para actuar y poner al personaje en el dique seco por incapacidad manifiesta para representar a nuestro deporte? Pues ayer mismo, más de una semana después de la noche de autos, el TAD, el Tribunal Administrativo del Deporte, concluye que necesita más pruebas para tomar una decisión sobre el futuro de Rubiales. ¿Qué más pruebas necesitan sus señorías si les han llevado el vídeo «del piquito» que es una prueba más que irrefutable y concluyente?

Miembros del TAD

El TAD es un órgano administrativo independiente a la Administración, pero adscrito al Consejo Superior de Deportes (CSD). En concreto, se encarga de estudiar y revisar posibles ilegalidades relacionadas con el dopaje, la disciplina deportiva o las selecciones de las entidades deportivas de nuestro país. Por tanto, se encarga de analizar los expedientes que se abran en el ámbito deportivo por parte del CSD, imponiendo las sanciones oportunas. En total, está compuesto por siete miembros licenciados en Derecho, cuatro elegidos a propuesta del presidente del CSD y tres seleccionados por las federaciones deportivas.

Estos siete miembros tienen un mandato de seis años y no existe la posibilidad de que sean de nuevo reelegidos. Su función es únicamente administrativa, por lo que solo tienen capacidad para poner sanciones de este tipo. En el caso Rubiales, el CSD ha elevado la denuncia al TAD alegando vulneración de dos leyes. Por un lado, la del deporte por abuso de autoridad; por otro, la vulneración del decreto sobre disciplina deportiva, que condena los actos notorios y públicos que atenten a la dignidad y el decoro deportivo. Unas vulneraciones que pueden ser condenadas con una multa económica que puede ir de los 3.000 a los 30.000 euros; una inhabilitación de dos a 15 años; o la destitución.

La ONU y la FIFA se mojan

El asunto está tan claro que hasta la ONU se ha pronunciado. El pico de Rubiales a Jenni Hermoso fue un asqueroso acto machista (ya veremos lo que dice la Fiscalía sobre la posibilidad de que además sea un delito de agresión sexual tipificado por la nueva ley del Solo sí es sí) y necesita de una reacción urgente y contundente de nuestras instituciones sociales, políticas y judiciales. Todo el mundo está mirando a España y lo que queda de este caso es que ha tenido que ser la FIFA la que, de un plumazo, suspenda a Rubiales en el ejercicio de todas sus funciones y competencias. Lamentable. Resulta tristísimo que el país que más ha avanzado en leyes de protección de las minorías, el país donde un Gobierno progresista presume de lazo morado, vaya a remolque de los acontecimientos en un asunto tan sangrante y flagrante.

Rubiales se encastilla

Desde fuera, ha dado la sensación de que Moncloa se manejaba con excesiva prudencia a la hora de tomar decisiones. El caso exigía mano dura y el cese de Rubiales tendría que haberse producido en menos de 24 horas después del bochornoso espectáculo de la entrega de trofeos del Mundial femenino. Reprobable a todas luces fue la recepción que Pedro Sánchez dio a las mundialistas en Moncloa, no porque ellas no se la merecieran, obviamente, sino porque Rubiales jamás debería haber asistido. Esa imagen del presidente de la RFEF estrechando la mano del premier socialista hace mucho daño al PSOE en un delicado momento electoral como el que nos encontramos.

Se ha actuado con tanta demora que se le ha dado un precioso oxígeno al dirigente futbolístico. Conforme pasaban las horas, Rubiales se sentía más fuerte, hasta tal punto que decidió convocar una Asamblea Extraordinaria para darse un baño de multitudes ante sus acólitos y escenificar que seguía siendo el gran patrón del fútbol español. Es lo que suele ocurrir cuando no se cesa de manera fulminante a aquel que ha demostrado una notable incompetencia para el cargo que desempeña.

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