Las políticas de Donald Trump en relación a Irán ya tienen consecuencias. La República Islámica ha dado un paso más para superar su nivel de enriquecimiento de uranio que en el acuerdo firmado durante la Administración de Obama se había fijado en un 3,67%.

Aunque la versión oficial indica que la medida se ha tomado porque esos niveles no están beneficiando al crecimiento de Irán, la realidad es que esto se produce como respuesta a las constantes amenazas que el actual presidente de los Estados Unidos está lanzando, presión militar incluida.

El acuerdo firmado en 2015, en el que Irán se comprometía a reducir drácticamente el enriquecimiento de Uranio a cambio de la retirada de las sanciones impuestas, fue un paso importante para reducir la tensión en Oriente Medio. Sin embargo, desde Israel siempre se intentó romperlo porque, según la visión del gobierno sionista de Netanyahu, la República Islámica estaba utilizando el acuerdo para incrementar su potencial militar gracias a un programa secreto que nunca ha sido demostrado. El mismo día del anuncio de un pacto histórico, Netanyahu afirmó que «Israel no aceptará un acuerdo que permita que un país que quiere aniquilarnos desarrolle armas nucleares. Además, Israel pide que cualquier acuerdo definitivo con Irán incluya un reconocimiento claro y sin ambigüedades de parte de Teherán del derecho de Israel a existir».

Con Trump en la Casa Blanca y la influencia que sobre él realiza el lobby judío estadounidense, ese acuerdo se rompió y las consecuencias las vemos ahora con la vuelta a una situación que sólo beneficia a quienes no quieren la paz en Oriente Medio, es decir, Israel y sus aliados.

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