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Lo que Zapatero calla sobre el 11M

El expresidente del Gobierno deja algunos datos interesantes sobre las horas más convulsas de la historia de la democracia española

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análisis

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Veinte años después del 11M, el hombre que ganó aquellas convulsas elecciones celebradas tres días después de los horribles atentados se ha sentado cara a cara con Jordi Évole para recordar cómo vivió esos momentos. Para empezar, Zapatero confiesa que no le gustan las entrevistas, aunque entiende que someterse al tercer grado de la prensa es un derecho democrático constitucionalmente reconocido, de ahí que haya decidido sentarse en el diván del popular periodista más por obligación que por devoción. Sin duda, por cosas así ha sido el presidente del Gobierno que mejor ha sabido proyectar la imagen de honestidad y coherencia de cuantos han pasado por Moncloa hasta la fecha.

La audiencia de La Sexta esperaba que el entrevistado aireara secretos de Estado hasta ese momento ocultos e inconfesables pero, salvo algunas perlas interesantes, nos queda la extraña sensación de que Zapatero sabe más de lo que dice, y calla más que lo que cuenta. ¿Por qué lo hace? ¿Por qué no escribe ese libro que todas las editoriales le están pidiendo para que airee cada dato y detalle de lo que ocurrió en aquellas horas trepidantes que cambiaron para siempre la historia de España? Y aquí, aunque cueste reconocerlo (hace ya tiempo que perdimos la confianza en nuestros políticos), solo cabe la interpretación más sencilla, es decir, aquel principio de la navaja de Ockham según el cual, en igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la más probable. Zapatero podría forrarse como han hecho otros largándolo todo caiga quien caiga, pero obviamente nos encontramos ante un político que sigue manteniendo unos principios o valores que, como la integridad, le lealtad y la nobleza, ya están demodé.

El expremier ha tenido oportunidad de dar el pelotazo editorial del siglo contándole a los españoles todo lo que sabe sobre aquellas jornadas negras de infausto recuerdo. Las infames mentiras de Aznar y Acebes, las conversaciones telefónicas con Moncloa, los contactos con los directores de los diferentes medios de comunicación, las tensiones en el PSOE, las presiones policiales y de otros estamentos militares. Y, sin embargo, sigue callando cual tumba veinte años después. Unos creerán que con su silencio hace un flaco favor a la democracia, ya que el que calla otorga y da amparo al PP aznarista, culpable ante la historia de haber tratado de engañar a los españoles para que creyeran erróneamente en la autoría de ETA y todavía peor, de haber alimentado la descabellada y enloquecida teoría de la conspiración para enterrar la realidad del sello yihadista. Otros, quizá los menos, pensarán que ese silencio le honra y le engrandece, puesto que ya no quedan caballeros como él. En cualquier caso, Zapatero le contó a Évole unas cuantas cosas (pocas, eso sí), que no dejan de tener su juguillo periodístico, aunque es cierto que todo apunta a que lo gordo, el meollo, la verdad sobre aquella inmensa mentira, se la guarda para él y probablemente se la llevará consigo a la tumba.

Una de las cosas sabrosas fue esa llamada intempestiva de Aznar. “Me llama esa noche y me dice: Menuda tarea tienes por delante”. Y ahí el expresidente socialista se muerde la lengua. Basta con conocer un poco al líder de la derecha más rancia y carpetovetónica de este país para entender que aquellas palabras fueron premonitorias de lo que estaba por venir y de lo que preparaba el Partido Popular. A partir de entonces, ya nada fue lo mismo en España. Un sector de la prensa se entregó a la tarea de difundir la bazofia periodística en forma de teoría de la conspiración, ese bulo monumental que tanto daño ha hecho a este país. Las bombas de Bin Laden no solo volaron por los aires la unidad frente al terrorismo, sino que marcaron el punto de arranque de otros hitos como la polarización en la que nos encontramos instalados dos décadas después, el cainismo resentido como pan nuestro de cada día, la instrumentalización de las víctimas, el bulo conspiranoico como arma de hacer política, la deslegitimación permanente y sistemática de la izquierda española y el retorno de los ultras. A día de hoy, Aznar no solo no ha pedido perdón por sus embustes horas antes de unas elecciones, sino que mantiene enarbolada la bandera de la confrontación y el rencor. La onda expansiva de las mochilas bomba fue amplificada por Ansar, multiplicando el destrozo y la fractura en la sociedad española.

Algo más tarde, Zapatero le niega a Évole haber hablado con el rey Juan Carlos I sobre la autoría de los atentados, una declaración que le honra por lo que tiene de respeto a la institución de la Corona, pero que no se sostiene. Ahí el expresidente no engaña a nadie, ya que cualquiera sabe que, en aquellos días, Zarzuela mantuvo intensos contactos con todos los líderes de las diferentes fuerzas políticas, y Zapatero, como candidato con opciones a la presidencia del Gobierno, no pudo ser una excepción. Hay razones lógicas para pensar que el monarca y el candidato socialista intercambiaron impresiones largo y tendido sobre lo que estaba ocurriendo en el día más negro de nuestra democracia desde el 23F. Otro retazo de la historia contemporánea que se nos escamotea por el sentido de leal fidelidad del expresidente.

Por último, el expresidente nos deja un cotilleo sabroso que no había contado hasta ahora. La conversación telefónica que mantuvo con el entonces presidente de Estados Unidos, el botarate George W. Bush Jr., una conversación que Zapatero describe como “fría” y que recuerda “casi en su totalidad”. “La frase primera que me suelta es: Me siento muy decepcionado de su decisión, que pone en peligro toda una estrategia. Le digo: Usted es presidente de la primera democracia del mundo, debería entender que esto no tiene que ver con las relaciones con Estados Unidos. Eso sí, mi valoración de la guerra de Irak siempre ha sido contraria”. Y hasta ahí puedo leer, como diría Mayra Gómez Kemp.

¿De verdad no se dijeron nada más? ¿De verdad no se habló de los informes de la CIA sobre el 11M, del futuro de España como aliada de USA y la Alianza Atlántica, de la participación española en la invasión de Irak, de las bases yanquis de Morón y Rota? ¿Fue una charla mucho más tensa y desagradable de lo que cuenta Zetapé, incluso con chantaje incluido de la primera potencia mundial? Probablemente nunca lo sabremos.

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4 COMENTARIOS

  1. Hay una cosa clara,clarisima:
    Si España no hubiera colaborado y entrado en la invasion de Irak,no habria habido atentado del 11M.
    ¿Acaso se puede invadir un pais,masacrar a mujeres,niños,hombres,ancianos,perros,gatos..etc,bombardear casas,escuelas,hospitales… y esperar que no haya respuesta?
    Gran Bretaña, invasora junto a España,tambien sufrio atentado,no tan grave como el sucedido en España,pero tambien.
    Zapatero,como todos los presidentes de gobierno del mundo,acerto y se equivoco y a este hombre hay que agradecerle por siempre el fin de ETA y la salida del ejercito español de Irak.

  2. No podemos olvidar que vino a España el hermano de Bush, en aquel momento presidente de los USA, para decir al gobierno de Aznar que entrar en la guerra de Irak, era una oportunidad de gran negocio; y Aznar implicó al ejercito español en la invasión de Irak. Ahora bien; Aznar, de funcionario de Hacienda, hoy es un gran oligarca financiero ligado a través del matrimonio de su hija a la familia Agag, familia asociada al tráfico de armas.

  3. Hoy, como mínimo se debería haber decretado un día de luto oficial, ni la administración central, autonómica o local lo han hecho. Se decretó en Madrid tres días de luto por la muerte de una reina, que murió de viejecita.
    Déjese de política señor Antequera, hoy por lo menos.

    Son nuestros muertos.

  4. Los terroristas yihadistas son los padres, pero nadie quiere descubrir la verdad. Este atentado es el 11S de la UE y fue seguido también por recortes de libertades en aras de una mayor seguridad, de esto no se habla nada. Ojalá los verdaderos autores intelectuales ardan en el infierno.

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