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Los descubridores del holocausto que Stalin censuró

Los escritores Ilyá Ehrenburg y Vasili Grossman fueron los primeros en querer dejar constancia por escrito de los horrores perpetrados durante el Holocausto, pero chocaron con el antisemitismo de Stalin y fueron censurados

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análisis

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El proyecto de escribir un libro negro que relatara la tragedia que significó el Holocausto en los territorios ocupados por los nazis fue una idea llevada a cabo bajo la dirección de los escritores Ilyá Ehrenburg y Vasili Grossman con la participación de otros 38 autores. Bajo los auspicios del Comité Antifascista Judío, la obra tenía este largo título:  El Libro negro sobre la malvada exterminación de los judíos por los invasores fascistas alemanes en las regiones provisionalmente ocupadas de la URSS y en los campos de exterminio en Polonia durante la guerra de 1941-1945.

El objeto del libro, o al menos así lo planificaron los dos grandes escritores judeosoviéticos que estaban detrás del proyecto, era recoger los testimonios y documentos sobre el exterminio de los judíos y su participación en la resistencia armada en los territorios de la URSS ocupados por el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Según el escritor judío Itzik Feffer, la idea de publicar un Libro negro es de Albert Einstein y de los escritores Sholem Asch y Ben-Zion Goldberg que hicieron la propuesta al Comité Antifascista Judío a finales de 1942.

La decisión definitiva es tomada en el verano de 1943 en un viaje a través de Estados Unidos por parte de Solomón Mijoels y Itzik Fefer tras las peticiones reiteradas de Einstein y de sus colegas, y tras haber obtenido el acuerdo de la dirección del Comité central del Partido comunista de la URSS.

Aparte de los problemas de índole política por la falta de libertad creativa en la URSS de Stalin, la página web hislibris.com nos relata otros de índole diversa:”A las múltiples dificultades conexas al trabajo de compilación se añadieron  las diferencias metodológicas y conceptuales entre Grossman, que apostaba a una reelaboración literaria de los manuscritos recibidos –a objeto de dar voz a los muertos-, y Ehrenburg, que prefería reducir al mínimo la intervención editorial de los textos seleccionados. Como fuere, el “libro negro” del genocidio debía satisfacer los objetivos de denunciar la naturaleza criminal del nazismo y proporcionar material de respaldo a la acusación de dirigentes nazis en los juicios previstos para el final de la guerra, además de servir de monumento conmemorativo de las víctimas”.

La recopilación de documentos es llevada a cabo en gran parte por Ilyá Ehrenburg y Vasili Grossman. Presentes en el frente en tanto que periodistas, acompañan al Ejército Rojo en los territorios recién liberados de la ocupación nazi y empiezan a reunir, a partir de 1943, documentos y testimonios sobre las masacres cometidas por los nazis. Vasili Grossman es el primero que escribe sobre los campos de exterminio nazis al entrar en Treblinka en julio de 1944. Su relato, El infierno de Treblinka, sirve de testimonio en los juicios de Núremberg. La documentación recogida estaba destinada inicialmente como testimonio para la historia, pero también como prueba de los crímenes nazi, del genocidio judío y para la lucha contra el antisemitismo.

Un proyecto imposible

Como sigue relatando hislibris.com, los problemas aparecieron muy pronto:”La elaboración del libro estaba en 1945 muy avanzada pero la publicación del mismo enfrentó serias dificultades, y el proyecto acabó enredado en los vericuetos de la burocracia soviética y las suspicacias del Kremlin con respecto a la edición estadounidense. Hubo un momento en que Ehrenburg rompió con  el Comité Antifascista Judío y se distanció del proyecto, aunque nunca dejó de ilusionarse con su puesta a punto. Fue el reputado hombre de teatro Solomon Mijoels, dirigente de un agónico Comité –a punto de ser suprimido por Stalin- quien protagonizó en 1947 la tentativa postrera de superar el veto impuesto por la censura, sin éxito”.

Pese a todos estos problemas en la URSS de Stalin, el libro vio la luz en el exterior y los crímenes perpetrados por los nazis fueron conocidos por muchos con todo lujo de detalles. A principios de 1946, una versión parcial del manuscrito es difundida en el extranjero, en diez países, entre ellos Estados Unidos y Rumanía donde sirve de base a dos publicaciones en Nueva York y Bucarest, respectivamente. La publicación en ruso sin embargo es definitivamente anulada por decisión del Comité Central del Partido comunista en octubre de 1947.

La razón de la prohibición en la URSS es que iba en contra de la política oficial soviética que consistía en presentar las atrocidades cometidas por los nazis como crímenes contra los ciudadanos soviéticos y negando la especificidad del genocidio judío. El régimen estalinista evoluciona entonces hacia un antisemitismo que estigmatiza el supuesto «cosmopolitismo sin raíces» de los judíos rusos. Conforme la gráfica expresión del historiador Timothy Snyder, «en  la Unión Soviética de la posguerra, los obeliscos conmemorativos no podían exhibir estrellas de David… solo estrellas rojas de cinco puntas» (ver Snyder, Tierras de sangre).

De todos modos, El libro negro cumplió en parte con sus fines previstos. En efecto, una copia del manuscrito provisoriamente preparado por Ehrenburg fue remitida a la representación soviética en los juicios de Nuremberg.  Aparte esto, el libro sería publicado por primera vez en 1980, en Israel, en una edición que se sirvió de una de las diez copias expurgadas que las autoridades soviéticas enviaron al extranjero en 1946. Como ocurrió con otros libros censurados  en la era soviética, fue publicado en Rusia en una fecha tan reciente como el año 2010.

A pesar de la prohibición del libro, una versión de 1947 corregida por Vasili Grossman es confiada a una amiga muy cercana, Ekaterina Zabolótskaia. Esta última transmite en 1970 los documentos a Nikolái Kaverin que los devuelve a la hija de Ilyá Ehrenburg, Irina Ehrenburg. Es ella quien consigue sacar clandestinamente los documentos fuera de la URSS, permitiendo así la primera publicación íntegra del libro en 1993 en Vilnius

Con respecto al Comité Antifascista Judío, que auspiciaba El libro negro, Stalin, se lanzó con saña a la persecución de los miembros de esta organización y, el 20 de noviembre de 1948, fue eliminado de la escena tras la extraña muerte de su fundador, Solomón Mijoels, en un enigmático accidente de coche. Más tarde, varios ex miembros del Comité fueron arrestados y enviados a la terrible prisión de Lubyanka, bajo la supervisión del temido Beria, jefe de la policía política del régimen, el KGB, donde, siguiendo las sangrientas prácticas de las grandes purgas estalinistas fueron forzados a confesar crímenes que incriminaban a otros miembros del Comité. Se los acusó de practicar el «nacionalismo burgués», de crear una quinta columna anti-soviética, de traición y de espiar para los Estados Unidos. La tortura logra auténticos “milagros” políticos. Finalmente, el juicio se llevó a cabo casi cuatro años después de los arrestos, estando incomunicados durante ese tiempo. Las sentencias fueron ejecutadas el 12 de agosto de 1952, cuando trece acusados, prominentes escritores judíos, fueron ejecutados en la llamada “Noche de los Poetas Asesinados”.

El libro negro sobre el Holocausto fue publicado en castellano en el año 2011 y el mismo no tuvo una gran repercusión  en el público hispanoparlante, sino que mas bien pasó bastante desapercibido y no atrajo a los focos mediáticos, pese a su gran interés y trascendencia. Termino con una cita de los dos editores sobre las verdaderas intenciones del texto: «Los hechos desnudos son capaces de estremecer la conciencia de los hombres más que los adjetivos o las acusaciones».

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