En un escenario de precariedad laboral, de encadenamiento crónico de contratos por los elevados índices de temporalidad, de jornadas parciales y de salarios propios de una época de posguerra, en España nos encontramos, además con la costumbre de dar horas fuera de jornada sin que el empresario pague ese trabajo. Según el informe hecho público por el sindicato CCOO, las empresas españolas están ahorrándose, al menos, 11.500 millones de euros al año en concepto de horas extras no remuneradas. Por tanto, están ganando ese dinero que incrementa sus beneficios a costa del tiempo del trabajador.

Los empresarios españoles tienen la mala costumbre de catalogar el compromiso de sus empleados en base a las horas que trabajan. El presentismo, en realidad, no es más que una disfunción grave de nuestro mercado laboral porque se valora menos a un trabajador que cumple con su trabajo y se va a su hora a casa que otro que, independientemente del resultado, se queda más tiempo en la oficina, en el taller, en el bar o en la fábrica.

Según Comisiones Obreras, más de un millón de trabajadores, en base a los datos de la Encuesta de Población Activa, trabajan más de lo que marca su contrato. Esto nos da una cifra alarmante: en España se trabajan más de 11 millones de horas extras a la semana, lo que supondría la creación de 276.000 empleos a tiempo completo.

Además, según el sindicato, la media de extensión de la jornada es de 10,5 horas extras semanales y afecta en mayor medida a los trabajadores con contrato temporal que a los indefinidos, dado que los primeros dan una media de 12,6 horas extras a la semana. Un 27% de los trabajadores, además, extiende su jornada por encima de las 22 horas semanales, lo que supone que están trabajando un 56% por encima de la jornada máxima estipulada por la ley.

Sorprende, sobre todo, el perfil de los que más horas extras no remuneradas trabajan porque, a priori, son aquellos que ocupan puestos que se consideran a salvo de la precariedad.

Por otro lado, hay que tener en cuenta el daño que provoca a las arcas del Estado ese volumen de horas no remuneradas, puesto que, tanto a nivel de IRPF como de cotizaciones a la Seguridad Social, estaríamos hablando de casi 4.000 millones de euros que se pierden en recaudación. Por no hablar, por supuesto, del impacto de esos horarios fuera de jornada en la creación de empleo.

En otro orden, vemos que el 25% de las horas extraordinarias se producen en un sector, el financiero, que está sufriendo importantes reestructuraciones de plantilla.

El Gobierno aprobó el registro obligatorio de jornada precisamente para finalizar con estas prácticas abusivas de los empresarios. Sin embargo, estamos en España y la picaresca ya está instalada. No es complicado que alguien fiche salida y vuelva a su lugar de trabajo, de manera voluntaria o por imperativo del empresario, sobre todo sabiendo los medios precarios con los que actúa la Inspección de Trabajo y las bajas multas a las que se exponen quienes incumplan la ley.

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