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Manolo Vázquez Montalbán, más presente que nunca

La publicación de ‘Los papeles de Admunsen’, la primera novela del escritor barcelonés, inédita hasta ahora y escrita con apenas 24 años, supone un acontecimiento literario y ya presenta los compromisos éticos que siempre guiaron al autor de Galíndez

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análisis

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La ausencia de Manolo Vázquez Montalbán se hace cada vez más presente y su sombra se agranda conforme han pasado los años desde que aquel 18 de octubre de 2003 su corazón se paró para siempre en el aeropuerto de Bangkok. Precisamente coincidiendo con el 20 aniversario de su muerte, la editorial Navona ha presentado Los papeles de Admunsen, la primera novela, inédita hasta ahora, del autor de obras fundamentales de la literatura española de finales del pasado siglo como Galíndez, El estrangulador, Los mares del Sur o Autobiografía del general Franco, entre otras muchas. Este acontecimiento que supone la publicación de su primera novela, escrita cuando apenas contaba 24 años, es un regalo para todo bibliófilo que se precie de serlo y seguidor de la obra del incorregible escritor barcelonés.

Porque Vázquez Montalbán es mucho más que un poeta, un periodista o un ensayista, o también el autor de la inolvidable saga detectivesca del gastrónomo Pepe Carvalho, o la suma de todo ello en un intelectual multidisciplinar, la publicación de Los papeles de Admunsen viene a confirmar que desde sus inicios como escritor el compromiso sociopolítico y la literatura corrían a borbotones por sus venas. Admunsen, alter ego del propio autor, es un joven intelectual que ya ha dado con sus huesos en la cárcel por sus actividades clandestinas contra un régimen represor. Lejos de tragar con ruedas de molino y pese a las presiones, intenta salir airoso del callejón sin salida al que ha sido abocado: o convertirse en escritor aceptando las reglas del sistema mientras renuncia a sus principios éticos, o implicarse de lleno en la lucha clandestina.

Este hallazgo literario, que se publica de forma póstuma por primera vez seis décadas después de concebida, supone el envío de “mensajes angustiados desde la isla del exilio interior, de un pasado profundamente gris que toda la maquinaria publicitaria y propagandística de los aparatos ideológicos que rodean a Admunsen no logra enmascarar”, explica en una completa introducción José Colmeiro, artífice del descubrimiento de esta obra hasta hoy inédita.

De un modo u otro, la mordacidad, la inteligencia, la sagacidad de este autor irrepetible sigue presente en nuestras vidas, precisamente en unos tiempos tenebrosos que necesitan más que nunca de faros que guíen entre tanta tiniebla

Fue precisamente este profesor de Filología Hispánica de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) el que halló este tesoro literario entre la documentación que la familia del autor barcelonés donó a la Biblioteca de Catalunya en el año 2016. Estamos sin duda ante una obra anticipatoria en muchos sentidos, ya que el alter ego Admunsen suma a un tiempo elementos clave de la trayectoria vital y literaria de Vázquez Montalbán. “Constituye una fascinante caja negra” del autor, según Colmeiro, ya que “adelanta en forma embrionaria las preocupaciones, motivos y técnicas narrativas que habrá de desarrollar a lo largo de su prolífica y variada carrera”.

Aquel joven Vázquez Montalbán enmascaró la ubicación de la trama de Los papeles de Admunsen, llevándola a un ficticio país nórdico que no se puede parecer más a aquella España gris tirando a negra que comenzaba a vivir los años sesenta creyendo que el dictador no sobrevolaba ya cada uno de los pasos que sus millones de ciudadanos daban por un país oscuro, reprimido y al mismo tiempo desperezándose bajo un desarrollismo que funcionaba a modo de espejismo.

Destruía lo que no le gustaba

El editor de Navona, Ernest Folch, ha explicado durante la presentación de esta novela inédita de Vázquez Montalbán que el autor barcelonés “cuando no le gustaba una cosa, la destruía”. Por tanto, que hoy los lectores tengan la inmensa suerte de disfrutar de la primera novela de un joven escritor en ciernes 60 años después de escrita se debe al expreso deseo del propio Manolo, que “no la publicó en vida y no la destruyó en vida”. Es una forma de decirnos a sus seguidores y lectores potenciales que, de un modo u otro, la mordacidad, la inteligencia, la sagacidad de este autor irrepetible sigue presente en nuestras vidas, precisamente en unos tiempos tenebrosos que necesitan más que nunca de faros que guíen entre tanta tiniebla. Y Manolo fue una persona comprometida en ello hasta la médula que hizo de ese compromiso una forma de vida.

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