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Reino Unido deja en ridículo a Ayuso y al Partido Popular

El gobierno de Liz Truss ha tenido que retirar la reforma fiscal que eliminaba el tipo máximo del IRPF que favorecía en exclusiva a las grandes fortunas, es decir, las mismas políticas que están defendiendo tanto la presidenta madrileña como Alberto Núñez Feijoo y el resto de los presidentes autonómicos populares

José Antonio Gómez
José Antonio Gómez
Director de Diario16. Escritor y analista político. Autor de los ensayos políticos "Gobernar es repartir dolor", "Regeneración", "El líder que marchitó a la Rosa", "IRPH: Operación de Estado" y de las novelas "Josaphat" y "El futuro nos espera".
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análisis

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La guerra fiscal que se está desarrollando en España, con Isabel Díaz Ayuso liderando el bando de incrementar los privilegios impositivos a los más ricos, podría tener gravísimas consecuencias si los neoliberales del Partido Popular terminan ganando la batalla.

En Reino Unido ya se han visto las consecuencias de aplicar un recorte de impuestos radical a los más ricos: caída histórica del valor de la libra esterlina, reducción del rating de las emisiones de deuda británicas y, sobre todo, la necesidad de intervención del Banco de Inglaterra para inyectar 65.000 millones de libras en la economía para no ser la primera gran potencia económica que caiga en la recesión.

Tal ha sido el calibre de las consecuencias negativas por las reformas propuestas por el gobierno conservador de Liz Truss, que el Ejecutivo británico ha tenido que rectificar. En concreto, ahora ya ha descartado la eliminación del tipo marginal del 45% que gravaba al 1,7% de la población que tiene unos ingresos anuales superiores a las 150.000 libras.

Ha sido el propio ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng, quien lo ha anunciado a través de Twitter:

La eliminación del tipo máximo a ese 1,7% más rico iba a suponer una pérdida de recaudación por parte del Estado de cerca de 2.500 millones de euros. Como hacen todos los neoliberales, el gobierno británico justificó esta reducción impositiva a los más ricos con el manido argumento de que con más dinero en el bolsillo de los ciudadanos se generaría una mayor actividad económica y se crearía más empleo.

Este argumento es una falacia, puesto que se está demostrando que la nueva economía basada en los preceptos neoliberales está orientada hacia la codicia corporativa. Las grandes corporaciones ganan decenas de miles de millones cada año mientras reducen sus plantillas, grandes empresas que están colmadas de prebendas fiscales por todos los gobiernos del mundo. La nueva economía está fundamentada en incrementar el crecimiento de la riqueza al 1% más rico que ya controla el 82% del dinero mundial.

La retirada de la reducción de impuestos a los más ricos deja absolutamente en ridículo a los defensores y paladines de la yihad neoliberal española, ahora mismo liderada por Isabel Díaz Ayuso. Con el sustento ideológico de «la libertad» y el mantenimiento de las rentas a los más ricos, Ayuso ha cogido la bandera de la bajada fiscal, en general, para ocultar que sus reformas impositivas benefician mucho más a quienes más tienen. Ahora, tras las graves consecuencias para la economía de Reino Unido por culpa de la pretensión de eliminar los impuestos a los más ricos, Ayuso y el PP se han quedado solos y, sobre todo, en ridículo.

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1 COMENTARIO

  1. Como si no hubiésemos sufrido el efecto de la revolución conservadora que esta nueva Thatcher quiere copiar de aquella, y cuyo punto de quiebra fue la repetición de la crisis de 1929, en 2008 (el hundimiento del “laissez faire” de liberalismo clásico, que fue sustituido por el Nuevo Liberalismos keynesiano que en acuerdo con la socialdemocracia instauró la Sociedad del Bienestar, hasta que mediante dicha revolución desmontaron el enorme crecimiento que desde la posguerra tuvimos hasta los 80; ahora, el fundamentalismo neoliberal (en realidad el desborde, por la derecha, de otro intento paralelo de mejorar aquel fracaso del siglo pasado) sigue insistiendo en las políticas económicas que explotaron en la Gran Recesión, demostrando que no vale para nada la realidad y la evidencia.
    Los más ricos se resisten a cambiar su situación de privilegio y envían a “sus pretorianos” a convencer de que nadie debe modificar las cosas. Y estos como vemos están dispuestos, como lo estaba la nueva jefa de los conservadores británicos, a hundir, si es necesario, la economía de su país.

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