La Duma rusa -cámara baja del parlamento- acaba de aprobar hoy un proyecto de ley que tiene como objetivo la prohibición de las intervenciones médicas para la transición de sexo. Se prevén algunas excepciones para la prohibición, pero la norma general, será la limitación de estas prácticas, que se consideran un negocio que pone en peligro la salud de los pacientes.
El proyecto de ley ha sido aprobado en tercera y última lectura hoy viernes, y establece la prohibición de las intervenciones médicas destinadas al cambio de sexo así como los procedimientos de cambio registral de los pacientes que se someten a ellas.
Algunas clínicas y centros de atención médica tendrán autorización para llevarlos a cabo en caso necesario de tratar «anomalías físicas congénitas en la formación del sexo de los niños». Será necesario un seguimiento médico que determine si la intervención es realmente necesaria.
Consideran desde la Duma que la influencia sobre la sociedad en este ámbito es «destructiva», y proviene de Occidente.
«Actualmente existe una industria desarrollada para el cambio de sexo en Rusia, que incluye médicos, psicólogos, una red desarrollada de organizaciones y activistas LGTB, así como a otras personas», señalan en un documento aquellos que han apoyado esta ley. «Apuntan sus actividades destructivas hacia los más jóvenes y especialmente, a los adolescentes», subrayan.
Los parlamentarios consideran que se podría obtener un certificado médico de transexualidad, previo pago de una suma de 330 dólares mediante la intervención en clínicas privadas. En ellas, se denuncia que se procede a este tipo de prácticas sin un seguimiento médico real.
Este tipo de prácticas ha aumentado desde el año 2016 con 142 casos a 996 en 2022.
El presidente de la Duma estatal, Vyacheslav Volodin ha valorado esta aprobación del proyecto de ley, considerando que se está defendiendo al país para que no transite la senda proveniente de Estados Unidos, donde las intervenciones quirúrgicas de cambio de sexo se han multiplicado por 50 en tan sólo una década, con cientos de miles de personas que se someten a ellas actualmente. Calificó esta práctica como «monstruosa» y como algo inaceptable para Rusia.
Por su parte, el ministro de Salud, Mikhail Murashko señaló que estaba de acuerdo en que el deseo de un paciente no es suficiente como para realizar una intervención médica.
