Nadie podrá negar que el Grupo Santander es uno de los más importantes del mundo. De eso no debería existir ninguna duda. Sin embargo, sus cifras siguen siendo preocupantes, sobre todo para los accionistas minoritarios, puesto que, a pesar de que los resultados anuales presentados son aceptables, hay demasiados aspectos que generan muchas dudas. Uno de los principales ítems en los que se fijan los expertos, los supervisores y los inversores a la hora de valorar a una entidad bancaria es la ratio CET1 Fully Loaded, es decir, la referencia para medir la solvencia.

El mercado le da mucha importancia puesto que, para demostrar su solvencia, todas las entidades financieras están obligadas por los reguladores a mantener un porcentaje de capital en relación a sus activos de riesgo.

El mapa de la ratio CET1 Fully Loaded de la banca española en base a los resultados del ejercicio 2019 determina que el Santander está en la cola con un 11,6%. El BBVA, su principal competidor, se encuentra en un 11,7%, Sabadell en un 11,7%, CaixaBank ha alcanzado el 12%, Bankia en un 13%.

Hay que recordar que la ratio CET1 del Popular en el primer trimestre de 2017 estaba en un 10,02% y que con cualquiera de las ofertas de ampliación de capital ofertadas a Saracho hubiera subido a niveles superiores al 12%. Sin embargo, a la entonces sexta entidad financiera de España, la resolvieron gracias al trabajo de Emilio Saracho, el Ministerio de Economía de Luis de Guindos (y todas sus instituciones dependientes) y los organismos europeos.

Por otro lado, no hay que olvidar que el banco alemán Barenberg ya indicó en el mes de mayo de 2017 que el Santander tenía un déficit de capital de 10.000 millones de euros. En esas fechas la ratio CET1 de la entidad cántabra estaba situada en un 10,07%, es decir, superior a la actual. ¿No le ha servido para nada al banco presidido por Ana Patricia Botín la operación del Popular y la adquisición por un euro de una entidad solvente, viable y con beneficios en su negocio principal? Todo el dolor que está generando esta operación, ¿no ha servido para nada? ¿Cómo está, entonces, en realidad el Santander?

Desde que Ana Patricia Botín sucediera a su padre en la presidencia, el Santander ha pasado de tener 100.000 millones de euros de valor bursátil a 57.000, es decir, que ha perdido un 43%. No es de extrañar lo que indicó a Diario16 un accionista minoritario: «son muchos [los accionistas] los que están preocupados por la evolución del valor de la acción. En la Junta General del mes de julio un accionista de 92 años le dijo a Ana Patricia Botín que si las cosas iban tan bien que por qué la acción estaba tan baja. Exactamente le dijo «Ana contéstame, si todo va tan bien por qué la acción está tan baja», y arrancó el aplauso de todos los presentes. Los accionistas están muy preocupados».

Resultados 2019: 1.737 millones menos de beneficio

La pérdida de un 17% en el beneficio del Santander no tiene sólo que ver con las provisiones y ajustes normativos que haya tenido que hacer en el último año, sino, más bien, por los múltiples escándalos en los que se encuentra inmerso el banco cántabro.

Según ha afirmado Ana Patricia Botín, los «resultados de 2019 reflejan que estamos ejecutando con éxito nuestra estrategia». ¿Considera la presidenta del Santander que perder 1.737 millones de euros de beneficios es un éxito?

Estos resultados nada positivos pueden ser la causa de los riesgos que está afrontando el Santander a la hora de deshacerse de activos. El último ejemplo de ello lo tenemos en cómo está incurriendo en los mismos errores que cometieron las cajas de ahorros durante la burbuja inmobiliaria a la hora de financiar hipotecas al 100% del valor de tasación más gastos, e, incluso, de plantear un plazo de amortización cercano a los 40 años.

Esta estrategia, ¿es un éxito, un riesgo o una acción desesperada para captar capital y mejorar esa ratio CET1 Fully Loaded? Durante la burbuja inmobiliaria, el Santander fue una de las entidades más estrictas a la hora de conceder hipotecas. Financiaba, cómo máximo, el 80% del valor de tasación y, de ahí, que no tuviera tanta mora como otras entidades que tuvieron que ser rescatadas con dinero público. Bueno, al Santander se le suele rescatar de otros modos, en algunos casos generando mucho dolor a las personas.

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