Hoy sentí la brisa del mar en mi playa de La Victoria. Las gaviotas agrupadas en arena seca observaban el ir y venir de las olas bajo cielo de nubes amenazantes que, sin embargo, no impedían cerrar los espacios de sol, menos aún, apagaban la luz de Cádiz.

A las gaviotas les faltaban ya los argumentos para picar en las entrañas de la arena, pero, aún, les quedaban para picar en las del alma.

Entré en las aguas del mar que bañan mi playa. Como de costumbre, miré su fondo y en él encontré un barco imaginario, pensé que tal vez fue hundido por los oleajes de injusticias y desigualdades. Un barco que, a buen seguro, un día navegó por la libertad de Cádiz.

Yo vivo viviendo y viviendo deseo vivir para combatir con la dignidad de tu libertad los oleajes que intentan ahogar al mundo cuando la historia nace. Conciencia y amor navegarán en el mar de tu playa. Cádiz, tu vida con razón, la razón con sentimiento de las entrañas de la arena de tus playas que mantendrán viva tu alma. Y yo, Cádiz, resurgiré siempre de tus aguas para amar sobre fuego, sobre aire y sobre cielo, y sentir, bajo tu luz la vida sobre mi cuerpo. Mujeres y hombres del universo, soñando en Cádiz, ¡no es tarde para nada! No deseo, Cádiz, libertad regalada, sino luchar por la dignidad para conquistarla.

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