Hermosos viejos más hermosos que cuando nos conocimos mis antiguos compañeros de colegio conciliadores respetuosos atentos insoportables y ruidosos de niños agresivos pegones infinitos. A algunos no los identifico porque no eran de mi clase no los conocí de críos y a otros no los reconozco porque la infancia parece habérseles ido. Pero todos me gustan simpatizan sexañeros divinos que ya saben de la enfermedad y de la muerte y por tanto lo que vale cada uno de los minutos que vamos a pasar reunidos. Estamos en el mismo barco TODOS a ninguno le espera un futuro distinto. Iguales frágiles sencillos. Merecía la pena el viaje para llegar a este punto. Ningún profesor que nos mande o juzgue cuatro siete nueve cinco sin notas sin horarios sin pupitres paladeando cada segundo conscientes de seguir vivos. Cómo han mejorado todos niños de sesenta años jugando, en paz consigo mismos.
- Publicidad -