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Felipe y Alfonso, ni están ni se les espera

La bajeza moral de González y Guerra al desmarcarse con su silencio atronador del apoyo unánime de las izquierdas a Pedro Sánchez evidencia la ruptura total con la dirección del PSOE

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análisis

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Amigos implacables del micrófono y los medios de comunicación cuando las derechas más clamaban contra decisiones políticas clave de Pedro Sánchez, Felipe González y Alfonso Guerra han enmudecido por completo y no echan mano ahora de esos mismos micrófonos para mostrar de algún modo su apoyo al presidente del Gobierno ante la difícil situación política y personal que atraviesa. Los verdaderos amigos están ahí contigo a las maduras y, sobre todo, a las duras. La relación de amor-odio de González y Guerra con el liderazgo de Sánchez al frente del PSOE viene siendo desde sus inicios un caso de rencillas personales y envidias políticas insanas nunca solventadas, apenas parcheadas más mal que bien, que además han degenerado incluso en los últimos tiempos hacia un desencuentro total a todos los niveles tras la vía de la amnistía del procés catalán impulsada por Pedro Sánchez en esta compleja XV legislatura.

La respuesta del ex presidente y el ex vicepresidente del Gobierno en los años 80 y 90 a la decisión de Sánchez de apartarse durante cinco días a reflexionar sobre su futuro como presidente del Gobierno tras la investigación judicial iniciada a su esposa, Begoña Gómez, ha sido el silencio más atronador. Quien calla, otorga, dice el refrán. Pocos silencios pueden doler más que estos que protagonizan estos días los dos históricos ex dirigentes socialistas.

González y Guerra, que gobernaron este país durante algunos de los años más duros de la democracia actual, han decidido guardar un mutismo absoluto precisamente cuando todas las izquierdas en general han mostrado de forma pública y atronadora su apoyo al presidente Sánchez en estos críticos momentos personales y también políticos, que están enfrentando a este país a una situación inédita en casi medio siglo de democracia.

De este modo, la postura distante, ni siquiera equidistante, de González y Guerra choca frontalmente con la plenamente activa que estos días viene evidenciando el otro ex presidente socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, quien a diario no sólo muestra su respaldo total a Sánchez, sino que también insta a la ciudadanía en general a movilizarse en apoyo a la democracia y los valores constitucionales, que según la opinión de Sánchez y otros dirigentes de izquierdas están siendo atacados por parte de las derechas de Partido Popular y Vox con el impulso de medios de comunicación afines y decisiones judiciales más que cuestionables a todos los niveles.

La postura distante, ni siquiera equidistante, de González y Guerra choca frontalmente con la plenamente activa que estos días viene evidenciando el otro ex presidente socialista, José Luis Rodríguez Zapatero

Otros barones territoriales díscolos como Javier Lambán en Aragón o Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha han dejado aparcadas estos días sus claras desavenencias con el líder socialista para trasladarle su apoyo en estos duros momentos. Lo hacen a su manera, pero al fin y al cabo lo hacen expresa y públicamente.

La inacción de González y Guerra ante el órdago lanzado por Sánchez los alinea con otros ex dirigentes socialistas que hace ya tiempo atravesaron la frontera de lo que el propio Pedro Sánchez ha bautizado como “fachosfera”, como los casos del ex ministro José Luis Corcuera o Joaquín Leguina, entre otros. Muy atrás quedan ya los tiempos en que el propio Felipe necesitó el calor de los suyos para seguir adelante como líder de los socialistas españoles. Corría el año 1979 y los socialistas tuvieron que celebrar dos congresos. En el XXVIII Congreso, celebrado en mayo de aquel año, se rechazó la propuesta de su secretario general, Felipe González, de abandonar las tesis marxistas. El que entonces abandonó la Secretaría General del partido fue precisamente González tras el rechazo a su propuesta y una gestora debió hacerse cargo de la dirección del partido.

Bajo el lema Forjando el socialismo, el Congreso Extraordinario de septiembre de 1979, celebrado en Madrid, abrazó definitivamente la socialdemocracia y su estructura federal para dejar atrás la ideología marxista. Felipe González fue de nuevo aclamado entre los suyos y regresó para volver a ostentar el liderazgo del partido, precisamente un calor que ahora este no ofrece a Pedro Sánchez en una situación crítica personal como la vivida por el ex presidente hace ya más de 40 años.

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3 COMENTARIOS

      • Totalmente de acuerdo. En mi familia, me han llamado rojo, soy socialista por convicción – no del psoe-, y también me han llamado facha. Esto último por «dialogar» con seguidores del psoe y decirles – suavemente, escribo aquí – que felipe y alfonso – cuando estaban en su cénit – no eran socialistas. Si engañas diciendo que eres una cosa y haces otra ….

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