miércoles, 8mayo, 2024
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“Social-killers”

Anti-empáticos

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Me preocupa hasta una cierta desesperanza la deriva social, sobre todo en algunas gentes nuevas. No quisiera parecer el regañón que no entiende a las nuevas generaciones porque no veo la historia de la sociedad linealmente, en realidad no existe la juventud ni la vejez… presente: siempre es, somos, tenemos que hacernos responsables, es fácil creer que las estupideces tienen causas: así nos liberamos de rebuscar entre nuestras obligaciones.

Ya he hablado por aquí de la sociedad del “zasca”, cómo lentamente hemos desplazado la información, el estudio, el conocimiento y el debate reales hacia la argumentación “ad hoc” o “ad hominem” en la que tener razón importa más que el contenido de las proferencias, aplastar al contrario o mofarse, ése es el objetivo de la conversación, entrevista o discusión. La influencia de los media, las redes sociales, del mundo-espejo que es internet, son determinantes: hemos pasado de construir nuestra imagen a depender de la imagen que construyen los demás a partir de lo que ofertamos, hemos renunciado a la personalidad y a la dignidad individuales.

Y hay una correlación política, de un tiempo a esta parte las opiniones siguen un movimiento análogo. Estamos abandonando la ideología propia, los ideales, la construcción de la responsabilidad empós de una búsqueda permanente de culpables, de causantes que justifiquen la desgracia generalizada que nos rodea. La cuestión no es cuáles son mis criterios económicos, cuál es mi diagnóstico, cuáles creo que son las soluciones… sino, en un rasgo infantiloide descarado, buscar a quienes generan mi realidad para modularlos o suprimirlos.

Así el paria vota al brahmán, o sea: con unos porcentajes de pobreza acojonantes, con una clase media que en realidad es muy baja y una clase alta cada vez más alejada de las condiciones de vida de la población común, los mayoritarios desgraciados se preguntan a quién suprimir ayudas, cómo privatizar los derechos esenciales (Sanidad, Educación, vivienda, pensiones, derechos laborales…), estos derechos que por cierto establece la Constitución para vertebrar nuestra sociedad democrática. Te mira con su ropa barata, su cultura barata, su alimentación barata, su medicina barata, sus drogas baratas, su porno barato, su vida barata… buscando la connivencia de los demás para penalizar a la gente de pobre vida barata. ¿Cabe más necedad? ¿Cabe más ignonimia?

Entre mi alumnado, muy pronto mujeres y hombres de la ciudadanía constitucional, observo una prisa enorme por resolver los problemas de los demás: identificados como enemigos de su propia prosperidad, cuando lo único que puede salvar a este país, a todos, es una inversión brutal en Educación para que la madurez, el conocimiento, la visión crítica, el análisis y el riesgo individual nos lleven a resolver cuestiones como el problema con el medio ambiente, los movimientos transnacionales de población, la redistribución de la riqueza, el crecimiento sostenible, la solidaridad con los más miserables…

Esta desindividuación nos conduce a lo mediocre absoluto, donde el veredicto es burdo, topiquero. El hispano garrulo o la mostrenca celtibérica anunciará no ser radical… ni machista ni feminista porque no defiende radicalismos, el matiz no interesa: sólo la ingeniosidad aparente. Necesita contraponer contrarios porque es incapaz de localizar ese salto intelectual que nos traslada de la protección paternal a la vida adulta, de los brazos maternos al riesgo de vivir y defender lo estimado justo. Admite que hay cierta radicalidad, pero la justifica porque existen los contrarios del otro lado… y si no: los supone o los inventa.

Estamos abandonando toda humanidad, todo proyecto común entendido como el ejercicio de una honesta actividad individual, en favor del tratamiento como masa indiferenciada tan apreciado por los totalitarios tanto de la derecha como de la izquierda (ay, Canetti). Si en los “Serial-killers” falla la capacidad cerebral de la empatía, no siendo capaces de entender o valorar el sufrimiento de los otros, da la impresión de que se extiende la actitud del “Social-killer” anti-empático, un tipejo o una tía que es capaz de cualquier cosa desde un punto de vista político o económico porque lo relevante es el resultado (que les beneficia, lógicamente), ni las condiciones que sufrimos en nuestra vida, ni el concepto de la propia riqueza, ni la solidaridad, un mínimo humanismo, nada, que se jodan, a cada cual según su esfuerzo dicen sin contemplar la posibilidad del esfuerzo sin resultado, o de la compensación mínima de las diferencias estructurales al menos en la chiquillería desastrada, que no es responsable de lo que sus progenitores han hecho… nada, que les den. El futuro llega, les llegará: les deseo éxito (aunque, con muy mala leche, se lo merecerían en el sentido latino).

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