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Las incomprensibles decisiones judiciales en los últimos crímenes machistas ponen en entredicho los avances en la lucha contra esta lacra

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análisis

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Ni los políticos, ni los jueces, ni los fiscales, ni los servicios sociales, ni los periodistas, ni los medios de comunicación… Casi nadie, casi nada está funcionando contra el terrorismo machista en España. Así de contundente, así de visceral, como los cuatro asesinatos cometidos por tres terroristas machistas en apenas 24 horas.

Con un flamante Pacto de Estado recién firmado en sede parlamentaria por la mayoría de nuestros representantes democráticos, este martes 25 de septiembre de 2018 quedará ya para siempre como una fecha emblemática y muy oscura de la inacción, la desidia, la impotencia y la falta de voluntad real para atajar una lacra que extiende sus tentáculos con sibilina maldad mientras algunos arriman el hombro sin medios, otros miran para otro lado sin tapujos y otros tantos niegan la mayor y sacan pecho en defensa de un machismo que corroe la estructura básica de una sociedad que se autocataloga de avanzada y moderna.

Negar órdenes judiciales de protección a maltratadas e hijos, equiparar las denuncias cruzadas de las mujeres y de sus verdugos, propalar sin sentido el bulo de las denuncias falsas, no obligar a la formación en perspectiva de género a todos y cada uno de los jueces y fiscales de este país pionero en la lucha contra los malos tratos, minusvalorar el riesgo potencial que sufren estas supervivientes que dan el paso valiente y cada vez más arriesgado de denunciar a sus maltratadores, permitir que los maltratadores sigan ejerciendo de padres como si tan cosa, como si eso fuera posible… Queda tanto por hacer, queda tanta conciencia por sembrar en la lucha contra la lacra machista, quedan tantos muros por derribar que la tarea se antoja ingente, queda tanto por invertir, sí, por invertir, porque sin medios la concienciación se queda en mera declaración de intenciones. Una vez más sobran minutos de silencio –ya demasiados en un suma y sigue indecente como si nada ocurriera– y muestras oficiales de condolencias.

Este 25 de septiembre de 2018 quedará como una fecha emblemática de la inacción, la desidia, la impotencia y la falta de voluntad real para atajar esta violencia

Los últimos crímenes machistas de Úbeda (Jaén), Castellón, Maracena (Granada) y Bilbao han mostrado en apenas unas horas un ejemplar mosaico de incomprensibles decisiones judiciales patriarcales, negacionistas y equidistantes. Si muchas de estas mujeres ahora muertas tuvieron un día la valentía de denunciar a sus verdugos, es evidente que el sistema falla, sigue fallando. Y todos sabemos dónde poner el foco de la avería. ¿Por qué tanto silencio cómplice de las instituciones en general y de los poderes del Estado, tanto el legislativo, como el ejecutivo y el judicial? Ninguno de ellos escapa a su amplia dosis de responsabilidad en esta lacra terrorista.

¿Imaginan que los asesinados en 24 horas hubieran sido cuatro policías o guardias civiles? Ni que decir tiene que las portadas de todos los periódicos del día siguiente serían unánimes. En cambio, un día como este miércoles 26 de septiembre, sólo unas horas después de que tres asesinos machistas hayan matado a dos niñas y dos mujeres, ni un solo medio de comunicación de ámbito nacional ha considerado que estos casos debían abrir sus portadas, apenas un recuadro algunos de ellos. De este modo, se ayuda a la invisibilización de un mal que aún tiene muchos adeptos y defensores de la equidistancia, de los bulos mil veces repetidos y otras tantas aceptados como verdades absolutas.

Los últimos crímenes machistas de Úbeda, Castellón, Maracena y Bilbao han mostrado en apenas unas horas un ejemplar mosaico de fallos judiciales patriarcales, negacionistas y equidistantes

El Pacto de Estado recién firmado necesita una urgente puesta en práctica de todos y cada uno de sus articulados sin sopesar costes, más vale una mujer viva que ahorrar un puñado de euros y poner en riesgo la vida de cualquiera de estas víctimas. ¿O no? Pero también es cierto que la ley necesita un nuevo y profundo repaso, que no permita por ejemplo que la formación de los jueces españoles en perspectiva de género sea sólo una tarea voluntaria de sus señorías.

Así pasa lo que pasa, que se otorga el marchamo de buenos padres a quienes no son más que potenciales asesinos machistas. Una jueza formada en violencia de género negó la orden de protección a la madre que la solicitó para sus dos hijas asesinadas en Castellón. La mujer degollada por su ex pareja delante de sus dos hijas menores en Úbeda se había visto obligada por un juez a ver a sus dos hijas sólo en visitas programadas en un juzgado de lo Penal de Jaén. El hombre que la asesinó el pasado viernes, su ex marido, tenía la custodia de ambas niñas, delante de las cuales le dio un golpe con la plancha y le apretó el cuello con un cable. ¿Habrán leído estos jueces ambas noticias en el interior del periódico? ¿qué habrán pensado después?

Las preguntas se acumulan sin respuestas: ¿Quién será la siguiente? ¿dónde se guardará el próximo minuto de silencio? ¿el siguiente titular de prensa oculto en página par de Sociedad donde se habla de “una mujer muere”? ¿el próximo tuit de sentidas condolencias del presidente o ministro de turno? ¿el siguiente juez que niegue una orden de protección? ¿el siguiente caso sobre el que existan dudas policiales de estar relacionado con la violencia de género?

Y así todo. Suma y sigue…

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