Foto Agustín Millán

Yo estuve allí. Yo estuve en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo el pasado lunes. Yo vi, sentí, escuché, oí y olí todos los ambientes. Detecté las miradas cómplices y las que no lo eran tanto, las expresiones y las exposiciones. Mis ojos vieron a los ancestros, a los veteranos pasearse en medio del peso de pasados escritos, como quien camina por las alamedas de Castilla y León.

Después de leer el artículo «Presidenta, Presidenta» que Natalio Blanco publicó en Diario16 he encontrado respuestas a mi presencia en un evento que debiera haber sido el momento en que los líderes políticos se abrieran a la ciudadanía.

Con todo mi agradecimiento a la Academia de la Televisión por invitarme a mí y por tener en cuenta a Diario16 para estar presente en el evento, no puedo reprimir decir que, al levantarme al día siguiente, no pude evitar pensar que bien podía haber perdido los dos trenes que tuve que coger para estar allí a tiempo. No sé siquiera si me ha servido para flamear mi llama en la hoguera de las vanidades.

Por ello, no sé por qué fui y, sobre todo, por quién fui. Evidentemente, no me arrepiento de nada. Sólo al final de mis reflexiones puedo pedir perdón o apuntar en el haber de los conocimientos y las experiencias vividas. Siento si ofendo a las buenas conciencias de la Academia pero debo seguir siendo coherente con los lectores y lectoras y decirles, con perdón a mis compañeros y compañeras que resaltaron mi presencia en el evento que por nada me siento feliz de haber estado presenciando un espectáculo de vanidades y, peor aún, de contenidos globales de mediocridad.

Jamás llegaré a cambiar mi ideología, mis ideales, mis pensamientos, mi conciencia social, mis principios sobre la igualdad real, la diversidad, el feminismo desde los derechos humanos a estas alturas de mi vida, ni en otras, pero el espectáculo provocó hechos que pusieron en “valor” los recursos demagógicos que exaltaría a Santiago Abascal. Desafortunadamente me llamó la atención cómo utilizó coherencia y transparencia en sus exposiciones, sin vergüenza, de forma implacable y brutal en las propuestas ideológicas inhumanas que presenta Abascal, lo que me llenó de inquietud y desasosiego por lo que tendrán que vivir los hombres y mujeres en el futuro. Fue audaz y sincero con una ideología que rechazo de manera frontal. Sin embargo, reconozco que Abascal fue capaz de hablar y de repetir en una docena de ocasiones de las dictaduras progresistas, ¿a quién se estaría refiriendo? Tal vez a otros de los que ocupaban atril en el debate y fueron incapaces de denunciar, reprochar y renunciar y combatir a las dictaduras privadas que les protegen.

Por otro lado, me complació la valentía espontánea de Pablo Iglesias, pero fue ligera, fugaz, y, quizá, oportunista por no insistir en los hechos al nombrar a Ana Patricia Botín como causante de que no se hubiera podido formar gobierno.

Es triste, desesperanzador, preocupante para el mundo que tengan que ser los ultras conservadores populistas los que usen argumentos que los históricos de la derecha sean incapaces de mencionar desde la incoherencia de sus sentimientos, o la izquierda, como decía, a denunciar y renunciar públicamente a las prebendas que les ofrecen las dictaduras privadas del capital económico y mediático más cruel y horrendo del sistema; el cómplice silencio maltrata la falta de uso de la razón sin miedo. Llegará el día en que los intereses del capital de Ana Patricia Botín les pasará factura… o ya se la está pasando.

Yo estuve allí y de allí salí, no sólo defraudado, sino deshonrado con mi conciencia por haber asistido, no a una hoguera de las vanidades, que sería entendible, sino a la congelación de la mediocridad. Mientras las vanidades pueden ser fundidas por el fuego, la mediocridad se conserva criogenizada en las conciencias.

Insisto, sólo me hizo feliz leer a mis compañeros y compañeras de Diario16 y, con permiso de todos y todas, a Natalio Blanco que en su artículo del día después resaltó lo único brillante del evento: la actitud de una periodista que dignificó al periodismo.

Lo sostiene Manuel Dominguez Moreno y Diario16.

3 COMENTARIOS

  1. No nos vais a convencer por mucho que lo intentéis. No todos fueron iguales, ni siquiera parecidos. Usted como un perro sabueso los olería pero los parados, los taxistas, los pequeños autónomos, los pensionistas, los de las interminables listas de espera de cualquier derecho público, los riders llevando comidas y pasando hambre. etc, etc si tuvieran tiempo de dejar de oler desesperanza irían a votar y además votarían a quienes quieren aportar algo de luz al final de su largo túnel. Lamentablemente los poderes que no se presentan el 10N directamente sino bajo partidos postureros, cínicos e hipócritas tienen la sartén por el mango y a fin de cuentas si lo necesitan hacen una «traducción liberal» de los posibles resultados finales del escrutinio.

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